Durante una reciente visita a Asia, tuve la oportunidad de unirme a una visita guiada a la zona desmilitarizada que separa Corea del Norte y Corea del Sur. Esta zona abarca 4 kilómetros de ancho y ha servido como una zona de separación entre los dos estados desde el Acuerdo de Armisticio de la Guerra de Corea en 1953.
A falta de un tratado de paz que ponga fin de forma oficial a la guerra de Corea, los países permanecen técnicamente en guerra, lo que hace que el complejo industrial de Kaesong tenga difícil fabricar, pero también ofrecer cosas más interesantes para los visitantes.
El complejo, situado justo al norte de la zona desmilitarizada, ha fabricado productos para la exportación a su vecino del sur desde 2004. Según las agencias de noticias mundiales, hay 124 empresas surcoreanas que operan en esta zona y nuestro guía nos informó que algunos de los más de 50.000 trabajadores de Corea del Norte puede llegar a ganar alrededor de 100 dólares al mes por sus servicios.
Si estas cifras son exactas, estos trabajadores ganan sólo el 6% de la renta media de un hogar de Corea del Sur. Sin embargo, con una inspección más cercana, nos damos cuenta de que esta instalación está menos centrada en los márgenes de beneficio y más en la reunificación. Un concepto al que se hizo referencia en varias ocasiones a lo largo de nuestro recorrido.
A pesar de esta positividad, por desgracia mi visita coincidió con un cierre indefinido del complejo industrial de Kaesong, una respuesta por parte de Corea del Sur al lanzamiento de un cohete de largo alcance por Corea del Norte. Si bien esta no es la primera vez que el complejo ha tenido que cerrar, hay que señalar que las últimas veces lo había hecho por iniciativa de Corea del Norte. Si vamos a ver un proceso de reconciliación de cara al futuro, este frente sigue siendo objeto de debate.
Aunque no sabemos si es bueno o no que las luces están apagadas en Kaesong, mi experiencia es que el comercio no está completamente ausente en la región. A lo largo del viaje vi varios otros autobuses cargados de turistas en múltiples paradas, que como yo habrían pagado por hacer la visita. Además, ya fuera en el Área de Seguridad Conjunta, el tercer túnel de infiltración o el Observatorio Dora, encontramos tiendas de regalos que nunca estaban lejos. Esto me dio la oportunidad de comprar llaveros, figuras y licor –un destilado de arroz- que supuestamente llegaban desde el norte.
Desde mi punto de vista, es imposible saber cómo es realmente la vida en Corea del Norte, al norte de la zona desmilitarizada. Si Corea del Norte nunca verá proyectos como Kaesong, aún tiene que conocer el camino hacia el desarrollo económico. Pero me gustaría pensar que algún día voy a poder volver a esta fascinante región para poder invertir.
Colin Dishington, CA, es analista en Matthews Asia.