He escrito anteriormente sobre la inversión en la región de Asia Pacífico y por qué es crucial que los inversores tengan una visión equilibrada y global de la inversión a largo plazo. El punto de vista vigente del mercado acerca de la región sigue siendo negativo, centrado principalmente en los problemas de deuda de China y las dudas generales sobre Abenomics. Este artículo se centra en algunos aspectos de esta negatividad desde el punto de vista del balance de la deuda soberana y llega a la conclusión de que los potenciales peligros son exagerados.
Al analizar las acciones, los inversores consideran tanto el balance como la cuentas de resultados. Pero cuando se trata de analizar la deuda soberana, los analistas a menudo se centran más en el «flujo» de datos económicos (como el PIB, el comercio, el empleo, la producción, el flujo de capital, los presupuestos del gobierno), y restan importancia a la primera.
Con respecto a los datos del balance de la deuda soberana (deuda nacional, cuenta corriente), hay una tendencia a centrarse exclusivamente en el gobierno, haciendo caso omiso de los sectores corporativos o de los hogares. Focalizarse en el flujo de datos tiene sentido para una economía abierta, como la de Estados Unidos, donde la mayoría de los sectores productivos de la economía se llevan a cabo en el sector privado a través de los mercados de capitales. El gobierno juega un papel limitado en el balance final. Sin embargo, en el caso de Japón, este procedimiento de análisis puede llevar a conclusiones erróneas o incompletas.
Japón: la idea errónea de demasiada deuda
Una de las principales preocupaciones de los inversores internacionales con respecto a Japón es el elevado nivel de deuda del gobierno, sin tener en cuenta los sectores doméstico y corporativos. Sin embargo, la riqueza nacional de Japón reside en gran medida en los hogares y los sectores empresariales, lo que hace que la pesada deuda del gobierno sea una preocupación menor. También significa que Japón es mucho menos vulnerable a la fuga de capitales de inversores extranjeros que a menudo desencadena las crisis financieras.
Desde 2014, el valor neto financiero del sector de los hogares se situó en el 280% de PIB, lo que representa uno de los niveles más altos a nivel mundial. Por el contrario, la deuda del gobierno como porcentaje del PIB ha aumentado significativamente en las últimas dos décadas, desde el 67% en 1990 al 248% en 2015. En efecto, el gobierno se ha visto obligado a pedir prestado para estimular su economía porque los hogares y los sectores empresariales se niegan a consumir e invertir, y prefieren ahorrar en su lugar. Así, aunque la cuenta de resultados del país se ha mantenido plana durante la mayor parte de la década, la riqueza nacional es fuerte y Japón es capaz de exportar esos ahorros para financiar los déficits de otros países.
No es sólo el sector de los hogares el que ha acumulado una gran riqueza, el sector empresarial también tiene un exceso de ahorro significativo. Las empresas japonesas son bien conocidas acumular grades cantidades de efectivo y por ser reacias a invertir. Las sociedades cotizadas de Japón tienen más de 1 billón de dólares en efectivo y el 56% de estas empresas están totalmente libre de deudas.
La economía de Japón se parece a un jubilado rico, rentista, que vive de los ahorros acumulados durante años. La fuerte posición del balance del país permite al gobierno un margen para experimentar en su objetivo de cambiar la mentalidad de deflación de toda una población y estimular la demanda privada.
La mayoría de análisis soberanos de Japón ignora la riqueza que reside fuera del sector público y sobre-enfatiza el gasto deficitario del gobierno. El aumento del impuesto sobre las ventas fue la receta equivocada para Japón. La primera subida de impuestos sobre el consumo del primer ministro Shinzo Abe fue un error político costoso para Abenomics. La reciente medida de posponer la segunda subida fue la decisión correcta.
El sólido balance general del país también explica el estatus de «refugio seguro» del yen japonés y su fortaleza reciente. Otras razones de esto incluyen el aumento del balance por cuenta corriente del país como resultado de un cambio significativo en la balanza comercial neta del periodos 2014-2016. Los tipos de interés reales en Japón en realidad se han incrementado más que en Estados Unidos, ya que las tasas de inflación esperadas están colapsando.
Abenomics fue inicialmente muy eficaz para la economía y el Nikkei hasta la primera subida de impuestos sobre el consumo en 2014. La relajación llevada a cabo entonces por el Banco de Japón hizo caer aún más al yen, de 110 yenes por dólar esta los 120 yenes por dólar y el Nikkei tocó los 20.000 puntos. Sin embargo, sin ninguna medida adicional, el yen se fortaleció por las razones expuestas anteriormente, y el Nikkei cayó a niveles de 2014.
En nuestra opinión, el yen tenderá a fortalecerse a no ser que el gobernador del Banco de Japón Haruhiko Kurodaconsiga que las expectativas de inflación recuperen la credibilidad. Por desgracia, la política monetaria del Banco de Japón ha estado haciendo gran parte del trabajo pesado de Abenomics en los últimos dos años y tiene pocas balas ya. Realizar más compras de bonos e incluso ahondar en los tipos de interés negativos han perdido su efectividad debido a las señales monetarias no están afectando a la demanda de la economía. Lo que se requiere ahora es una política fiscal aún más fuerte. La combinación de políticas fiscales y monetarias sólidas deberían contribuir a aumentar las expectativas de inflación y debilitar al yen.
La cuestión no es si el Banco de Japón y el gobierno van a actuar, sino cuándo y cómo. Recientemente, los participantes del mercado han estado debatiendo abiertamente la posibilidad de que se produzca una monetización de la deuda o un ‘helicóptero monetario’ en Japón. En mi opinión, cuando la flexibilización cuantitativa y el NIRP se coordinan con un programa de estímulo más fuerte, el efecto sobre la economía y las expectativas de inflación general será similar al que tienen las formas más controvertidas de la política monetaria. La diferencia entre esto y la decisión del Banco de Japón de financiar directamente la deuda contraída por el Ministerio de Finanzas es meramente una cuestión de semántica.
Yu-Ming Wanges responsable global de inversiones y CIO internacional de Nikko AM.