Parece que 2015 haya sido ya un año muy largo. Claramente los mercados han tenido mucho con lo que lidiar, pero el tema dominante ha sido el colapso sostenido de la rentabilidad de la deuda core. La actividad económica mundial sigue estando adormilada mientras las fuerzas deflacionistas continúan haciendo caer la inflación y el impacto en el crecimiento nominal es mucho y variado. Los políticos y la geopolítica continúan acaparando titulares. El caso de las elecciones de Grecia tiene potencial para afectar significativamente a los mercados dado que el país mantiene las ambiciones contradictorias de permanecer en el euro al mismo tiempo que busca el perdón de su deuda.
El precio del petróleo sigue siendo débil, y mientras su efecto en la inflación es claro, el seguimiento y consolidación en términos de gasto de los consumidores es más difuso. En el frente político, el BCE anunció recientemente un programa de expansión cuantitativa, con la intención de comprar 60.000 millones de euros al mes en bonos hasta que alcance su nivel objetivo de inflación del 2%.
En este contexto, la rentabilidad de los activos ha tenido un buen comienzo de año. El segmento de crédito, especialmente investment-grade, ha evolucionado bien, e igualmente la renta variable ha disfrutado de rentabilidades positivas en una serie de mercados. Nuestra estrategia de renta variable ha favorecido a Estados Unidos, que en este tiempo ha disfrutado de una economía relativamente fuerte, Reino Unido, que cuenta con el apoyo de las valoraciones, y Japón, donde los beneficios empresariales están viendo un impulso gracias a ‘Abenomics’. Aunque el mercado de renta variable del Reino Unido se ha visto frenado por su exposición a los valores energéticos y de materias primas, tanto en las acciones japonesas como las estadounidenses han evolucionado bien desde que cambiamos nuestro enfoque y pasamos a recomendarlas en nuestro modelo de asignación de activos.
Sin embargo, las valoraciones del mercado de renta variable estadounidense parecen ahora relativamente bajo presión tanto por su rendimiento superior como por algo más preocupante: el impacto de un dólar más fuerte en los beneficios empresariales de Estados Unidos. Europa, por su parte, se está beneficiando de una serie de factores como son la debilidad del euro, los precios del petróleo más bajos, y un impulso del programa de QE del BCE. Como consecuencia de todo esto, es muy posible que veamos revisiones al alza en el PIB europeo este año, por primera vez en muchos. Los beneficios de las empresas europeas encontrarán respaldo en la mejora de la competitividad como consecuencia de la debilidad del euro, y las valoraciones se encuentran en niveles relativamente atractivas. Curiosamente, las revisiones de beneficios de las compañías europeas acaban de ser positivas, aunque de una manera muy pequeña.
Por otra parte, en la región de Asia Pacífico, excluido Japón, y también después de un largo periodo de bajas rentabilidades, las valoraciones se están volviendo cada vez más atractivas. Si bien hay una serie de perdedores evidentes en la región como consecuencia de la caída del precio del petróleo, hay muchos otros ganadores, y estamos encontrando una amplia gama de oportunidades de inversión que consideramos interesantes. En consecuencia, hemos empezado a sobreponderar la región por primera vez en mucho tiempo. Del mismo modo, hemos pasado a sobreponderar renta variable europea; esos dos movimientos rebajando la renta variable estadounidense a neutral desde sobreponderar. También hemos utilizado estos recientes cambios de asignación de activos como una oportunidad para reducir la magnitud de nuestra sobreponderación en renta variable, aunque seguimos prefiriendo la renta variable frente a los bonos.
Columna de Mark Burgess, director de inversiones de Threadneedle