En 2018, todos los países de la OCDE deberían registrar un crecimiento superior a su capacidad de producción salvo el Reino Unido, que debería seguir sufriendo los efectos negativos de la incertidumbre derivada del Brexit.
Estados Unidos es el país con el ciclo económico más avanzado. La reforma fiscal prevista inicialmente en 2017 debería entrar en vigor finalmente durante el primer trimestre de 2018, si bien la rebaja de los impuestos a las empresas se aplicará a partir de 2019. Este plan de estímulos aumentará los beneficios de las empresas, sobre todo del sector industrial, y sostendrá el crecimiento.
Sin embargo, a más largo plazo inflará todavía más el déficit y el efecto sobre la economía será escaso, ya que la brecha de producción es positiva en estos momentos. En Europa, el crecimiento se ralentizará levemente, hasta el entorno del 2%, mientras que la economía suiza repuntará y crecerá un 1,7%.
Los bancos centrales de los países desarrollados reducirán sus estímulos a la economía. La Reserva Federal estadounidense adelgazará 420.000 millones de dólares su balance –que alcanzará los 4 billones de dólares–, lo que tirará al alza de la prima a plazo en la deuda pública con vencimientos largos.
Condiciones financieras
Por otro lado, las condiciones financieras se endurecerán en paralelo a la normalización progresiva de los tipos de interés. En este sentido, en 2018 prevemos cuatro subidas de 25 puntos básicos de los tipos de referencia en Estados Unidos.
En paralelo, los balances del Banco Central Europeo (BCE) y del Banco de Japón seguirán creciendo, pero las compras mensuales se reducirán. En Europa, el BCE podría poner fin a su programa de compra de activos a finales de año y podría concentrarse en la reinversión de los bonos que lleguen al vencimiento, así como en la evolución futura de los tipos de interés. En este sentido, el riesgo de que los mercados descuenten demasiado pronto el fin del ciclo de liquidez es alto. En Suiza, el banco central continuará con su política monetaria basada en los tipos de interés negativos y las intervenciones en los mercados de divisas.
Con respecto a China, el endeudamiento sigue siendo elevado, pero se ha observado una estabilización durante el año. El deterioro de la coyuntura durante el cuarto trimestre se debe al menor apoyo del estado y a la ralentización del frenesí inmobiliario. El escenario de ralentización controlada debería volver al primer plano de la actualidad en 2018. Sin embargo, la aportación de China al crecimiento mundial sigue aumentando en paralelo al tamaño de su economía.
En cuanto a los riesgos, el mercado inmobiliario no debería lastrar el sistema bancario gracias a la solidez de los balances de los hogares chinos. Por el contrario, el riesgo de las inversiones en infraestructuras y en equipos de producción no es, en absoluto, desdeñable.
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Raimundo Martín es director general de Mirabaud Asset Management para España, Portugal y Latinoamérica.