El Parlamento Europeo y el Consejo alcanzaron esta semana un acuerdo de propuesta para revisar la actual normativa europea en mercados de instrumentos financieros (MiFID). La propuesta persigue cerrar las lagunas legales presentes en la actual normativa y asegurar que los mercados financieros sean más seguros y eficientes y los inversores estén mejor protegidos. La medidas acordadas se incluirán en el texto de la nueva Directiva (MiFID II) que en los próximos meses se remitirá al Parlamento Europeo para su votación y aprobación definitiva.
Las reacciones no se han hecho esperar. Aunque entre los comunicados de distintas organizaciones europeas predominan las felicitaciones por el paso dado, también hay críticas explícitas y se pide a las instituciones europeas que vayan más allá en las medidas que darán forma a MiFID II en los próximos meses.
La Asociación Europa de la industria de la gestión, Efama, celebra el acuerdo tras más de dos años de deliberaciones pero se siente “decepcionada” porque el texto no alcanza a todo tipo de productos, como los seguros, omitidos del acuerdo final. Y considera que si no se trata por igual a todos los productos de inversión no habrá un terreno de juego igualado para todos los jugadores de la industria.
“Creemos que va en el interés de los inversores que se apliquen las mismas reglas para todos los productos y pedimos a los legisladores europeos que utilicen MiFID II para rectificar y asegurar que se crea un terreno de juego nivelado”, comenta Peter de Proft, director general de Efama.
Otros instrumentos
También tiene críticas el comisario europeo de Servicios Financieros, Michel Barnier: “Doy la bienvenida al acuerdo sobre el principio alcanzado por el Parlamento y el Consejo sobre MiFID II, porque las nuevas reglas mejorarán el funcionamiento de los mercados de capitales en beneficio de la economía real y son un paso clave para establecer un sistema financiero más seguro, abierto y responsable, restaurando la confianza de los inversores”, comentó. Pero considera que la Comisión hubiera preferido un texto más ambicioso. El comisario, que valora el régimen que hará más transparente la negociación con acciones (porque la canalizará hacia sistemas multilaterales y bien regulados), se queja de que la norma no alcance de igual forma a otros instrumentos como bonos o derivados, como la Comisión propuso.
Con todo, se alegra de que MiFID II complementará la normativa EMIR sobre los derivados, limitando las posiciones en aquellos sobre materias primas para evitar la especulación. También celebra que con la normativa se acompase la legislación con los desarrollos tecnológicos: así, y para hacer frente al “dramático incremento en la velocidad y el volumen de las órdenes que pueden suponer riesgos sistémicos, las nuevas reglas asegurarán unos mercados más ordenados y estables gracias a la introducción de controles en las negociaciones, la obligación de realizar apropiadas provisiones de liquidez para los traders de alta frecuencia y regulando la provisión de acceso directo electrónico a los mercados”.
Sin retrocesiones en los independientes
Una de las claves que introducirá MiFID II serán normas relativas a la actividad del asesoramiento, de las que ha estado pendiente toda la industria europea. Las entidades que prestan servicios de inversión tendrán que seguir normas más estrictas para asegurar que los productos que ofrecen se adecuan al perfil de riesgo de los clientes. Además, y en línea con la introducción de la RDR en Reino Unido o de normativas similares en otros países como Holanda, se establecerán normas sobre la forma de cobro, prohibiendo la aceptación de retrocesiones en las entidades que se declaren independientes. Las que no sean independientes, sí podrán cobrarlas, lo que cambiará el modelo de negocio en países como España.