El océano es una pieza fundamental de la vida en la Tierra. Se trata de una de las principales fuentes de absorción de CO2, concretamente absorbe una cuarta parte de las emisiones y captura más del 90% del calor que estas generan.
Oímos con frecuencia hablar de la economía verde, pero ¿qué hay de la azul? La economía azul hace referencia a todas las actividades que giran en torno a los océanos como el turismo, el transporte o la alimentación. Los humanos hemos desarrollado frente al mar nuestros principales sustentos de vida, tanto que la llamada economía azul está valorada en más de 2,5 billones de dólares anuales.
Según, Finless Food, esta proporciona pescado y marisco a más de 3.000 millones de personas cada día y transporta alrededor del 90% del comercio mundial. Además, es una fuente de energía y el medio de vida de muchas personas.
Pero el gran impacto que tiene en nuestras vidas no se corresponde con la importancia que damos a su mantenimiento y sostenibilidad, por ejemplo, cada minuto tiramos un camión de plástico al mar y gracias a nuestra actividad el 90% de los grandes peces ha desaparecido.
Los problemas que nacen fruto de este abuso nos implican a todos y debemos trabajar de una forma innovadora para frenar su deterioro. Durante el Día Mundial de los Océanos y bajo este reto, se han presentado numerosos proyectos de diferente naturaleza pero que comparten un mismo objetivo: proteger a los ecosistemas marinos.
“La gran barrera de burbujas”
Aludiendo a uno de los bienes más preciados de la naturaleza “La Gran Barrera de Coral”, Francis Zoet, cofundadora y directora de operaciones, ha fundado de The Great Bubble Barrier, una solución innovadora para atajar el problema de la basura de los ríos que va a parar al mar.
La principal razón que le llevó a emprender este proyecto fue la idea de enfrentarse al problema de la basura en los océanos desde la raíz, el vertido en los ríos. Según ha explicado, aproximadamente dos tercios de la basura marina proviene de los estos, un dato que resulta alarmante.
Para resolver este problema, Zoet y su equipo han ideado un sistema que recoge estos desechos antes de que desemboquen en el mar. Su diseño consiste en un tubo que se coloca en el fondo del río y desprende burbujas, creando así una cortina que bloquea los plásticos y evita que se dirijan hacia la desembocadura del río y vayan a parar al mar. De esta forma, se puede recolectar plástico durante todo el día, sin entorpecer la migración de los peces o el tráfico marítimo.
Se trata de un invento que ya se ha implementado en Ámsterdam. Actualmente, están trabajando con más ciudades europeas y prevén llevarlo a Asia en 2022.
Finless Foods, atún criado en un laboratorio
El 63% de las poblaciones mundiales de peces se consideran sobreexplotadas. La sobrepesca es una práctica que causa graves desequilibrios en los ecosistemas marinos y cada vez queremos más. ¿Cómo podemos conseguir que nuestra alimentación sea sostenible sin tener que renunciar a determinados alimentos? Con esta pregunta en mente, Michael Selden fundó Finless Foods.
Una de las formas que tenemos como consumidores de luchar contra el cambio climático es adoptar una alimentación responsable y sostenible, algo que resulta muy complicado. “Es sacrificado, caro y de difícil acceso y supone dejar alimentos tan buenos como, por ejemplo, el atún”, explica Selden.
Inspirado por este problema, Selden decidió combinar sus conocimientos de biólogo con los de cocinero y ha conseguido crear un atún sano, sabroso y respetuoso con el medio ambiente: ¿cómo? Gracias a la biología celular.
Tal y como ha explicado el director y fundador de Finless Food, recrean la vida de un atún en un laboratorio, pero obvian las partes que no se van a comer como las espinas o las escamas y consiguen un producto libre de mercurio, que permite tener una producción descentralizada y por lo tanto reducir las emisiones que produce el transporte y la exportación de alimentos.
“Lo hacemos cultivando células saludables de animales marinos por sí mismas, en lugar de peces vivos. Esto significa que no hay pesca comercial en nuestros preciosos océanos. Nada de piscicultura. No hay contaminantes. Sólo pescado sano y de alta calidad a precios que todos podamos pagar”, aclara.
“Tenemos la oportunidad de reconstruir y reconvertir nuestra relación con el océano, es tiempo de innovar, de ser creativos y retarnos a nosotros mismos. Necesitamos crear comida que sea sostenible a la vez que ética”, ha concluido.
Resolute Marine “Clean Water from ocean waves”
El proyecto de Resolute Marine está enfocado en el problema de escasez de agua potable y la acidificación de los océanos que viven numerosas regiones. Un ejemplo de ello es la ciudad de Mindelo, situada en la costa de África. Se trata de una ciudad sin apenas precipitaciones, sin rio y con acuíferos limitados, donde el 85% del agua proviene de desalinizadoras, las cuales demandan mucha energía, la mayoría de las veces importada, lo que convierte el agua potable en un bien caro y en una importante fuente de emisiones nocivas para el medio ambiente.
Además, la acidificación de los océanos amenaza el ecosistema marino, algo que impacta en la pesca, la principal actividad económica de esta región y fuente de alimento. Sin embargo, si algo tienen en Midelo es una increíble fuente de energía: la fuerza de las olas. Según explica, Olivier Ceberio, cofundador y COO de Resolute Marine, desde esta organización han diseñado un sistema para alimentar las desalinizadoras con la energía que produce la fuerza de las olas.
De esta forma, ha sido posible sustituir los generadores alimentados por diésel y el proyecto de Resolute Marine ha permitido a las comunidades conseguir agua potable y energía de una forma limpia, barata y que se adapta a las necesidades de cada región.
“Con este diseño se podrían llegar a tratar 4.000 metros cúbicos de agua al día, lo que impactaría en la vida de 40.000 personas, reduciendo 4.000 toneladas de emisiones de CO2 al año, lo que reducirá la acidificación de los océanos”, añade Ceberio. Asimismo, con este proyecto contribuyen a la consecución de 9 de los ODS: el 13,6,7,14,2,1,11,5 y 12.
One Ocean Hub: colaboración interdisciplinar
Elisa Morguera, es profesora de leyes medioambientales y directora de One Ocean Hub, una organización que tiene el objetivo de abordar las leyes del océano desde una perspectiva diferente: dando voz a la ciencia, a las comunidades locales y a los diferentes gobiernos. “Es un sistema muy complejo y fragmentado y tiene que atender necesidades locales, regionales y mundiales. Todo está interconectado y el océano no entiende de fronteras. La relación entre la sociedad, el gobierno y la política es muy débil, queremos responder a las demandas de integración e inclusión”, añade.
Su misión se centra en dar recursos para que los científicos de distintas disciplinas, los legisladores y las comunidades locales puedan colaborar creando una plataforma para desarrollar estas relaciones de intercambio. “La conciencia y el reconocimiento de las amenazas urgentes para la salud de los océanos están aumentando, y se están movilizando respuestas mundiales. Sin embargo, nuestras respuestas están desconectadas: desconectadas entre los sectores de uso del océano, desconectados a través de las escalas de gobierno – desde el nivel local hasta el internacional, desconectada de las comunidades que más dependen del océano, y que se ven afectadas de manera desproporcionada por nuestra incapacidad para protegerlo”, concluye.