Suiza ha empezado ya, desde el pasado 1 de enero, a reunir datos bancarios de clientes extranjeros con el objetivo de preparar el terreno hacia el cumplimiento del acuerdo de intercambio automático de información acordado con 38 socios de la OCDE (la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y que se pondrá en marcha en 2018.
Así, aunque no intercambiará esa información de forma automática hasta el 1 de enero del año próximo, el país ya ha empezado a reunir datos. Suiza se despide así del secreto bancario, una circunstancia que data de 1934 y que ha permitido al país atraer fortunas durante décadas, pero que ha suscitado críticas y presiones por parte de la comunidad internacional, especialmente por parte de Estados Unidos, que venía exigiendo información sobre las fortunas de sus ciudadanos.
De hecho, en 2009 y bajo la amenaza de retirar la licencia a UBS en EE.UU., Suiza entregó los datos de 4.450 clientes estadounidenses a al país, lo que supuso el principio del fin del secreto bancario. Posteriormente hubo más presiones, investigaciones a bancos suizos, escándalos con datos robados y un impulso de la comunidad internacional a la lucha contra la evasión fiscal, de forma que Suiza cedió.
Según recoge El Periódico, Suiza aceptó en 2014 sumarse al estándar global de la OCDE para no perder su estatus de plaza financiera internacional y en 2015 firmó un acuerdo con la Unión Europea (UE). «Aunque no comenzará a intercambiar los datos bancarios hasta el año 2018, en la práctica entierra ya en este 2017 el secreto bancario al iniciar los pasos necesarios para entregar la información de este ejercicio de sus clientes extranjeros el año próximo», explica.
Suiza copa el 25% de la cuota mundial del negocio de gestión de fortunas privadas offshore, según datos de la Asociación Suiza de Banqueros (ASB). El país gestiona fortunas por valor de 6,6 billones de francos suizos (6,1 billones de euros), de los que la mitad proceden del extranjero.
Un nuevo marco lleno de retos
Los expertos se preguntan qué ocurrirá a partir de ahora, y si la mayor transparencia de información que ofrecerá el país helvético tendrá consecuencias en su industria de wealth management y gestión de activos.
Un estudio de KPMG y la Universidad de St. Gallen vaticinaba que casi un tercio de las entidades de banca privada en Suiza desaparecerán del mercado en los próximos tres años, a través de movimientos de fusiones y liquidaciones, en un escenario no solo de mayores presiones regulatorias si no también de mayor presión por la rentabilidad. Las dificultades del mercado suizo han llevado a salir de este mercado a varias entidades anglosajonas en los últimos tiempos.