La situación financiera a cierre del 2021 reflejaba la confluencia de una circunstancia positiva, la recuperación de la actividad económica, y otra negativa, la subida de precios. Ambas influyen en la economía familiar, la primera vía ingresos, la segunda, en gastos, y ambas condicionan tanto la capacidad de ahorro como la solicitud de financiación, según concluye el II Estudio Asufin de Situación Financiera.
En el corto plazo, entre los encuestados gana la primera tendencia: la recuperación de la actividad es palpable. Si hace un año solo un 8,4% creía que la situación económica era mejor, este año se eleva hasta un 40,7%. Pero los nubarrones de la inflación llevan a que cuando se piensa en el futuro, un 28,9% afirme que su nivel de vida empeorará y un 48% considera la situación como inestable.
El 42,2% de los encuestados declara que sus gastos se han visto incrementados en los últimos seis meses, porcentaje que prácticamente duplica al registrado el año pasado, del 24,2%. Sin embargo, la gran mayoría, hasta el 63,3%, sostiene que sus ingresos se han mantenido estables, apenas un 5,1% dice que han subido y el 31,6% que han bajado. El año pasado, estos porcentajes eran del 48,8%, del 2,1% y del 49,1%, respectivamente. Según destaca el estudio, estos datos reflejan dos puntos muy importantes: la recuperación laboral se está basando en un regreso de la actividad sin apenas mejoras económicas, y el riesgo de pérdida de poder adquisitivo del trabajador, ya que, frente al descenso o la estabilidad de ingresos, los gastos de su día a día están subiendo.
El ahorro ha cambiado de forma muy importante con respecto al año anterior. Una recuperación económica, en circunstancias normales, tras una crisis, suele llevar consigo un incremento de la renta disponible, pero estamos viendo en la evolución del ahorro lo diferente que ha sido la crisis producida por el COVID-19.
Así, por un lado, se produce una caída muy importante del porcentaje de ciudadanos que ahorraba más, pasando de un 18,1% hace un año a solo un 6%, mostrando cómo buena parte del ahorro había sido “forzoso” y una mayor normalidad impulsa a gastarlo. Un 14% se mantiene igual, consigue ahorrar, pero no lo aumenta. La mayoría, un 39% declara que no consigue ahorrar, lo que supone una ligera caída del 1,3% con respecto al año anterior cuando esta cifra se situaba en un 40,3%.
La única variable que crece es los que utilizan toda su renta disponible para vivir, con un crecimiento muy importante, del 23,4%, en 2020, al 41,0%, en estos momentos. Esto demuestra que se está trasladando al consumo el dinero ahorrado en los meses anteriores.
Por género, el porcentaje de las mujeres que no tienen capacidad de ahorro y lo destinan todo para vivir, un 42,8%, es superior al de los hombres, un 38,4%.
Jóvenes y pensionistas, los que más problemas tienen para ahorrar
Con respecto a la capacidad de ahorro hay importantes diferencias entre los segmentos analizados. Ante la pregunta de cómo han ahorrado estos últimos 6 meses, además de los colectivos desempleados que señalan unos porcentajes mínimos (0,4% si no tienen prestación y 1,6% con prestación) señalando la respuesta de «sí, incluso estoy ahorrando más», nos muestran tasas muy bajas los estudiantes (solo un 2,5% consigue ahorrar más) y autónomos (3%). En el lado contrario, están los trabajadores por cuenta ajena con un 7,5% que consigue ahorrar y los trabajadores en ERTE con un 6,8%. Le siguen ya más lejos los pensionistas con un 5,3%.
Para este colectivo, aún teniendo unos ingresos asegurados, estos se antojan insuficientes. Si tenemos en cuenta que al 5,3% que consigue ahorrar más hay que unir otro 15,1% que se mantiene igual, quedando un 79,3%, casi 8 de cada 10 que declara que no puede ahorrar, destacando un 50% que afirma que no consigue ahorrar ni ahora ni hace seis meses, mientras otro 29,3% que afirma que el dinero destinado para el ahorro lo emplea para vivir.
Por edad, nos encontramos que los más jóvenes y mayores son los que tienen más problemas a la hora de ahorrar. Si sumamos los que no consiguen ahorrar y los que están destinando estos fondos para el día a día, tenemos un 82,6%, entre 26 y 35 años, un 80,7%, entre 18 y 25 años y un 80,4%, entre los mayores de 65 años. Aunque estos colectivos tengan algunas partidas de gasto muy diferentes, vemos que coinciden en un punto en común, tener ingresos insuficientes. En el lado contrario, el grupo de edad que ahorra más es el de 46 a 55 años, el más cercano a la edad de jubilación, que además de alcanzar un 22,2%, un 7,2% señala que ha aumentado su ahorro en los últimos seis meses.
La respuesta ante esta falta de ahorro es un aumento de la petición de financiación, en la que los bancos están dando una de cal y otra de arena. Solo un 15,6% de las peticiones de financiación son rechazadas, pero crece hasta un 25,5% los préstamos que tienen que modificarse o dar más garantías. Todo ello refleja la complejidad de una situación actual, en la que habrá que prestar especial atención a los colectivos más vulnerables ante subidas de coste de vida, como son los pensionistas y los más jóvenes.