En España existen más de 10.500 fundaciones sin ánimo de lucro, según la Asociación Española de Fundaciones, cuyo objetivo principal es el de ayudar a solventar las dificultades sociales, problemas educativos, medioambientales o culturales, entre otros, promoviendo y generando un impacto positivo en la sociedad. Se trata de un sector que se ha convertido en un agente de desarrollo social y económico clave, alcanzando un 2,4% del PIB y promoviendo la creación de más de medio millón de empleos en España.
Las fundaciones, independientemente de su tipología y origen, deben tener una visión de perpetuidad que logre dar continuidad a la misión por la que nacieron, de ahí la importancia de la gestión de su patrimonio, puesto que se trata de instituciones con unas características particulares que se enfrentan a una serie de desafíos específicos.
Diaphanum, la entidad de asesoramiento independiente en España, en base a su amplia experiencia de su área especializada en el asesoramiento independiente a fundaciones e instituciones, liderada por Ignacio García-Blanco, ha elaborado un documento donde analiza algunas pautas para que las fundaciones puedan profesionalizar la gestión de su patrimonio.
- Establecer un plan estratégico de la fundación
Uno de los puntos de partida para este tipo de instituciones pasa por definir la misión principal por la que se constituye la fundación, con unos objetivos claros a cumplir. En esa definición está incluida la necesidad de identificar los recursos financieros necesarios para llevar a cabo las acciones planificadas y realizar un planteamiento adecuado para saber cómo obtenerlos. La definición de un plan de trabajo a largo plazo garantiza la estabilidad y perpetuidad de la fundación.
- Contar con asesoramiento financiero profesional para diseñar una estrategia de inversión adecuada
Todas las fundaciones e instituciones tienen la necesidad de contar con asesoramiento financiero personalizado, por parte de una entidad especializada que los acompañe y pueda ofrecer asesoramiento global del patrimonio y un desarrollo de la gestión patrimonial, que incluya servicios de consultoría, planificación financiera y fiscal, consolidación y agregación de posiciones y asesoramiento en activos líquidos e ilíquidos.
De hecho, la CNMV aprobó, mediante acuerdo en 2019, el Código de conducta relativo a las inversiones financieras de las entidades sin ánimo de lucro donde se establecen una serie de requisitos que deben cumplir. Se traduce en la obligación a estar asesoradas por profesionales especializados, preferiblemente por asesores externos, independientes y sin conflictos de interés y, además, a rendir cuentas anualmente sobre el grado de cumplimiento de los principios y las recomendaciones establecidas.
- Diseñar una correcta política de inversión
En cualquier fundación, la base de una buena gestión del patrimonio parte de coordinar una adecuada política de inversión. Por supuesto, se debe elaborar un presupuesto anual y realizar seguimiento del mismo para comprobar que se lleva a cabo. A partir de ahí, el principal objetivo debe ser que la entidad que ayude a la fundación a gestionar su patrimonio le acompañe en su proceso de profesionalización, ofreciendo asesoramiento global del patrimonio. Una de las claves está en la planificación patrimonial y en la diversificación, por lo que juega un papel importante el asesoramiento en ilíquidos con la máxima transparencia, y con independencia de la custodia de los activos y de la jurisdicción.
- El papel de la gestión endowments y los activos ilíquidos
La gestión endowments, un modelo exportado de las universidades americanas, está basado en la necesidad de apostar por un modelo de inversión en el largo plazo. En este sentido, los activos ilíquidos tienen un gran valor para este tipo de inversiones, que cuentan con un elevado control de la planificación estratégica, cuándo y cómo van a destinar los recursos a sus fines fundaciones (becas, reformas, ayudas, tecnología…). Estos activos generan un exceso de retorno y permiten llegar a activos reales y diversificar estrategias con la consiguiente descorrelación en las carteras. No obstante, en este modelo, la dispersión de rentabilidad es mucho más elevada que en las inversiones tradicionales, por lo que resulta necesario contar con un buen análisis del proyecto y del equipo que esté detrás en cada momento.
- Profesionalizar la fundación y dotarla de las mejores herramientas
Además de contar con el apoyo estratégico de una entidad especializada, resulta fundamental aportar formación continua en gestión de patrimonio y finanzas a todos los empleados de la institución y sus órganos de gobierno (patronatos) para fomentar las capacidades del equipo y profesionalizar al sector. Además, se debe poner en sus manos una tecnología pionera y las mejores herramientas de gestión, como implementar software de contabilidad y gestión financiera, por ejemplo.
- Implementar prácticas de buena gobernanza
Se debe crear un código ético para asegurar el cumplimiento de la transparencia y la rendición de cuentas. Además, hay que establecer unas políticas claras y documentadas para la toma de decisiones. Las buenas prácticas de gobierno corporativo ofrecen una mayor seguridad económica y jurídica.
- Realizar auditorías externas, evaluaciones, y asegurar el cumplimiento legal y regulatorio
Con el fin de dotar a la fundación de una transparencia absoluta, se tienen que contratar auditorías externas para revisar la gestión financiera y examinar de forma periódica los resultados. Además, hay que asegurar todo el cumplimiento de las obligaciones fiscales y legales y mantenerse al día de las normativas y regulaciones aplicables.