Si mantenemos el modelo de producción lineal, el cual lleva con nosotros más de tres siglos, para 2050 necesitaremos tres planetas Tierra para sobrevivir, ya necesitamos casi dos y no los tenemos. Así lo alerta el Banco Mundial, si no cambiamos y seguimos creciendo como hasta ahora en población y en consumo nuestra vida será insostenible.
Por ello, dentro de las tendencias que identifica KPMG, las cuales marcarán esta década, se encuentra el cambio hacia un modelo de producción circular. Frente a la vieja concepción de crear, usar y tirar, la economía circular exige contemplar desde el principio todo el circuito de la cadena de valor: desde el uso de los materiales, el diseño del producto, la forma y modelo de producción, el consumo energético, pasando por el modelo de consumo y distribución, reparación y reutilización para que vuelva de nuevo al circuito del proceso productivo y se cierre el círculo.
El modelo de economía circular va lentamente sumando adeptos entre los países, las empresas y los ciudadanos, pero, según informan desde KPMG, ha llegado el momento de que adquiera mayor velocidad.
“La economía circular es una más de las manifestaciones de esa creciente preocupación medioambiental que, lejos de estar en su apogeo, está en sus inicios. Cuando dentro de diez o veinte años miremos atrás nos daremos cuenta de que estamos al principio de una transformación profunda de los modelos de producción y de consumo de nuestras economías. Una transformación que requiere que los empresarios y directivos estén persuadidos de la importancia del medioambiente desde la convicción, la conveniencia o la coacción», reflexiona Ramón Pueyo, socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España.
«Ahora se dan los tres planos: la regulación lo exige; las razones económicas para el cambio son evidentes y cada vez más empresas y directivos actúan por convicción. Las compañías deben entender cuáles son los impactos medioambientales que generan y analizar cómo pueden minimizarlos pensando en el ciclo completo de la cadena de valor del producto o servicio”, detalla.
La sostenibilidad ha dejado de ser una opción para convertirse en una obligación
Aunque desde el punto de vista académico e institucional se ha recorrido un gran camino –el concepto economía circular data de los 80 y recibió un espaldarazo en 2015 con la firma del Acuerdo de París sobre el Clima y la Agenda 2030 con los Objetivos de Desarrollo Sostenible-, su aplicación práctica es muy reciente, como muestran los estudios de sus dos principales impulsores, la fundación Ellen MacArthur y el World Economic Forum.
Actualmente, apenas el 9,1% de la economía mundial es circular, según la medición del Think Tank Circle Economy recogida en su informe 2019 Circularity Gap Report. El estudio detalla una hoja de ruta para cerrar el círculo y materializar el beneficio de 1,8 billones de euros que se calcula que traerá consigo la economía circular solo en la Unión Europea.
“Vamos en la dirección en la que la sostenibilidad ha dejado de ser una opción para convertirse en una obligación. Hoy nadie se atreve a decir que el cambio climático es una patraña. En 2030 miraremos a los que en 2020 decían que el cambio climático no es relevante como hoy miramos a los que dicen que la Tierra es plana”, añade Pueyo.
La economía circular no versa exclusivamente sobre reciclar, implica innovar en el proceso de la cadena de valor y redefinir los modelos de producción, consumo y de negocio. Es decir, que exige un giro casi de 180º en prácticas, procesos y hasta estrategias empresariales. “Hay que replantearse todo. Desde el tipo de materiales que se utilizan en el proceso de elaboración, la energía utilizada y consumida, el proceso de recuperación de los diferentes materiales para re-integrarlos de nuevo en el ciclo productivo, el impacto que todo esto genera en el medio ambiente, cómo, cuándo y de qué manera se consume, cómo se podría ajustar mejor la producción a la demanda, cómo se podría alargar el ciclo de vida del producto… todo”, explica Enrique Porta, socio responsable de Consumo de KPMG en España.
Poco a poco, las empresas empiezan a adoptar un pensamiento circular. «Están analizando todo su proceso, pasando de un modelo «push«, tendente a fabricar mucho y barato para inundar el mercado, a un sistema «pull», que implica adaptar el modelo productivo a lo que realmente el consumidor necesita”, añade el socio de Consumo. Y si se ajusta a la demanda, se reducen o eliminan los excedentes.
Otro ejemplo es la innovación en el «packaging», eliminando los plásticos y buscando materiales biodegradables para reducir el impacto nocivo. “Las marcas de gran consumo se han convertido en los primeros dinamizadores de la búsqueda de soluciones alternativas al uso de plástico como envoltorios, que no es fácil de eliminar porque ese es su vehículo principal de comunicación con el consumidor, pero sí que están diseñando nuevas fórmulas de presentación de productos o sistemas de recuperación y reintegro de los residuos en el ciclo productivo”, comenta el responsable del sector Consumo de KPMG.
La transición a lo circular vendrá marcada por la tendencia de compartir en lugar de poseer
Lentamente, pero cada vez más compañías y sectores se suman al pensamiento circular. La clave del pensamiento circular es concebir los materiales como algo que debe pasar no una sino muchas veces por el circuito económico. Algo que facilita esta transición circular es la tendencia a compartir en lugar de adquirir en propiedad. “Se está pasando del “poseer” al “utilizar” en función de la necesidad en un momento dado, lo que otorga mucha más flexibilidad y accesibilidad a los consumidores, que decidimos qué y cómo consumimos en cada momento, pero a las empresas esto les exige repensar su modelo de negocio”, dice Porta.
Hasta ahora el empuje ha venido desde la regulación y los consumidores. Ahora les toca a las empresas. “Son cada vez más conscientes y están liderando la transformación. En parte porque las empresas están constituidas de individuos, de empleados que también son consumidores conscientes y que tienen el mismo nivel de exigencia que los propios consumidores y empujan a las empresas para que caminen en la dirección correcta”.
“Avanzaremos en la dirección correcta en el momento en el que la preocupación por cuestiones como el cambio climático, la diversidad, la igualdad o por los derechos humanos se desprenda de ese componente ideológico que todavía arrastra y que resulta tan nocivo. A todos nos irá mucho mejor cuando quitemos ideología y política a cosas que no la tienen en absoluto”, reflexiona Ramón Pueyo.