En 2030 más de dos terceras partes de la población mundial vivirán en ciudades, desde donde se emite más del 70% de los gases de efecto invernadero y se genera la mayor parte de los residuos y vertidos que contaminan la tierra y las aguas.
Un documental elaborado por NESI Global Forum muestra cómo los diferentes modelos de la nueva economía, como la economía circular, la economía del bien común, las finanzas sostenibles, el consumo colaborativo o la bioconstrucción, ofrecen soluciones reales para convertir las ciudades en lugares más sostenibles, más saludables y más habitables. El documental Ciudad 2030: Nueva Economía y Cambio Climático es una producción realizada con el apoyo de la Fundación Biodiversidad que pretende recrear cómo sería la ciudad ideal en 2030.
Según Diego Isabel, fundador y director de NESI Global Forum, el documental «ha recogido interesantes reflexiones acerca de cómo serán nuestras ciudades dentro de 12 años y del importante papel que las nuevas economías pueden desempeñar para convertirlas en un lugar mejor para vivir, más humano y más respetuoso con el medio ambiente».
Durante su presentación, Nicola Cerantola, fundador de Ecologing, lo explicaba así: «Necesitamos liderar nuevos modelos más resilientes y viables en el tiempo, nuevas formas de producir, consumir y gestionar los recursos, la energía, el agua y los residuos. El actual paradigma económico de extracción, producción y consumo es ambiental y socialmente insostenible. Las nuevas economías nos ofrecen una posible solución. La economía circular, que pretende eliminar el concepto de residuo, es una de las más prometedoras en la lucha contra el cambio climático”.
Cerantola ha puesto en valor las nuevas tecnologías de fabricación digital, como la manufactura aditiva, que permiten el retorno a la producción con materiales disponibles localmente y regenerados “Se trata una industria 4.0, distribuida y descentralizada que acorta las cadenas de suministro y convierte las urbes en prosumidoras: es decir, no sólo consumen, sino que producen lo que necesitan”, ha explicado.
Por su parte, Daniela Pavlova, gerente de SANNAS, Asociación de Empresas por el Triple Balance, ha centrado su intervención en el punto de vista más antropológico de las ciudades, destacando la importancia de las relaciones entre los habitantes de una ciudad y el entorno urbano. Así, ha recordado que “durante décadas, la planificación estratégica del crecimiento de las ciudades ha ignorado la dimensión humana. Cuanto más crecía una ciudad, más coches había por habitante, más carriles para automóviles en sus centros y más carreteras en sus periferias. Las ciudades perdieron sus espacios comunes, sus zonas peatonales y con ello perdieron su imagen vital y sana. Una ciudad invadida por automóviles es una ciudad muerta e insegura”.
Por ello, su planteamiento de ciudad ideal para 2030 no tiene que ver sólo con la mejora de la calidad del aire o la reducción de la contaminación auditiva y lumínica, sino, y, sobre todo, con crear «ciudades vivas». “Tenemos que activar la vida de nuestras ciudades. Más zonas peatonales significa más gente que pasea, observa, se para e interactúa con su entorno. Así es como devolveremos la función principal de la ciudad, que no es otra que ser nuestro ecosistema, un ambiente humano y salubre”, ha asegurado.
Otro de los participantes en el debate ha sido Iñaki Alonso, director de SATT Arquitectos, quien ha recogido la responsabilidad de la arquitectura en la construcción de ciudades más sostenibles: “La arquitectura es la causante del 40% de las emisiones de CO2, y su impacto en el medio ambiente se focaliza en dos ámbitos: la energía que gasta el edificio y la energía que consume en su construcción. Tenemos que descarbonizar la construcción, ir hacia una construcción que mitigue el cambio climático. La tendencia ha de ser construir edificios pasivos, que gasten lo mínimo posible y que el coste energético en el uso del edificio sea el menor”.
Finalmente, Sandra Castañeda, directora de desarrollo corporativo de Triodos Bank España, ha aportado el enfoque del papel de las finanzas como palanca para el cambio, a través de la financiación de impacto: “Tenemos que ser capaces de alinear al sector financiero en la misma dirección para limitar el cambio climático en el marco de los objetivos del Acuerdo de París sobre el Clima y para aplicar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sólo a través de unas normas financieras más eficaces es posible animar a las entidades a que sopesen adecuadamente el impacto social de sus actividades, y a que mejoren la comunicación con sus clientes, para el desarrollo de una sociedad verdaderamente sostenible”, ha subrayado.