El Observatorio Empresarial para el Crecimiento Inclusivo (OEPCI) aborda en su IV informe los problemas de la pobreza y la desigualdad. ¿Qué entendemos por pobreza? ¿Cómo se mide? Y, sobre todo: ¿cómo puede contribuir a reducirla el sector privado? Son algunas de las cuestiones que aborda la publicación “Crecimiento inclusivo. En busca de una prosperidad compartida”.
El informe del OEPCI profundiza en el concepto de “crecimiento inclusivo”, facilitando la adhesión a esta forma de hacer empresa. También visibiliza la situación de pobreza y desigualdad en España, agravada por el COVID-19. Por último, trata de guiar a las empresas en su compromiso con el crecimiento inclusivo a través de sus negocios, más allá de la filantropía y la acción social.
Mónica Gil-Casares, coordinadora del proyecto y directora de Investigación en CODESPA, explica: “En el Observatorio investigamos y difundimos prácticas de empresas –incluso de aquellas aún no asociadas a esta iniciativa– que buscan promover el crecimiento inclusivo desde el corazón de su negocio y hacia todos sus grupos de interés”. La desigualdad es tratada en la publicación del OEPCI desde las perspectivas sociológica, política y económica.
Debate sobre cómo se mide la desigualdad
En relación con la desigualdad económica, uno de los baremos más utilizados es el índice de Gini, que no considera nuevas formas de pobreza presentes en nuestro país, como la pobreza laboral, infantil o energética. Para mejorar la medición de la desigualdad, nació el Índice de Desarrollo Inclusivo (IDI), promovido por el Foro Económico Mundial. Esta herramienta añade al análisis otras variables, como la esperanza de vida, los índices de pobreza y la ratio de dependencia. En comparación con el resto de países europeos, España no sale bien parada, concretamente, ocupa la posición 26 de 29.
El informe también menciona el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El IPM considera dimensiones como la educación, la asistencia sanitaria y el grado de bienestar social. Por su parte, el Indicador AROPE de la Red Europea de Lucha contra la pobreza y la Exclusión social (EAPN) ofrece una radiografía del impacto de la pobreza y la exclusión social en España. Según los registros, en nuestro país, el porcentaje de españoles en situación de pobreza relativa es del 26%.
Peter Drucker difundió en su famoso libro The Practice of Management, en 1954, que lo que no se mide no se conoce y, por tanto, no se puede mejorar. Medir la contribución social supone un gran reto y a la vez una gran oportunidad para las empresas. El OEPCI también ha querido contribuir a estas propuestas de medición, con una herramienta para medir el grado de crecimiento inclusivo en las empresas. En palabras de Gil-Casares, el proyecto, ahora en fase piloto, “responde a una necesidad que está presente en muchas corporaciones: medir su impacto social; tener datos para potenciar la “S” de los criterios ASG (ambientales, sociales y de buen gobierno corporativo)”.
Desigualdad y COVID-19
Con el COVID-19 han surgido nuevos indicadores que reflejan la pobreza o desigualdad. Por ejemplo, tener o no tener ordenador puede ser un indicador para acceder a la educación. En definitiva, esta pandemia ha hecho más visible la pobreza y la vulnerabilidad.
El Banco Mundial calcula que 115 millones de personas caerán en situación de pobreza extrema (menos de 1,90 dólares al día) por causa del COVID-19. Esa visibilidad –se lee en el informe– puede transformarse en oportunidad para enmendar la situación: “Conseguirlo es responsabilidad de todos (…). El sector empresarial –por ser el que principalmente genera riqueza y puestos de trabajo– debe asumir el liderazgo en ese esfuerzo, para que, junto a la necesaria y rápida reactivación económica, se logre un crecimiento económico que beneficie a todos sin dejar a nadie atrás”.