A pesar de que la brecha educativa entre hombres y mujeres es cada vez más estrecha, estudios sobre igualdad de género muestran que este avance no está redundando en un mayor acceso de las mujeres a empleos de calidad y a cargos políticos relevantes. Un estudio realizado por la Universidad de Vermont que ha analizado durante décadas datos de más de 150 países concluye que las mujeres han alcanzado el 91% de la educación que reciben los hombres, pero solo el 70% de su tasa de empleo, y solo el 25% de su representación política.
Los hallazgos desafían el supuesto de que la educación, un sello distintivo de los esfuerzos internacionales de desarrollo, se traduce en igualdad de acceso a empleos bien remunerados, y sugieren que se requieren mayores intervenciones políticas para cerrar las brechas de género en materia política y laboral.
Según la autora del estudio Stephanie Seguino, economista de la Universidad de Vermont, la creencia de que los mercados corregirán estas lagunas no tiene en cuenta las normas de género centenarias y las jerarquías masculinas que la educación por sí sola no puede cambiar. «Claramente, la educación por sí sola no es suficiente para resolver este problema», asegura Seguino, cuyo estudio se publica en la revista Journal of African Development. «Necesitamos herramientas políticas concretas para romper las barreras de género, porque la ‘mano invisible’ del mercado no está funcionando».
El estudio ofrece dos razones clave para la menor empleabilidad femenina y sus ingresos inferiores. Por un lado, se produce una mayor exclusión de las mujeres de los empleos bien remunerados y, por otra, una cantidad desproporcionada de trabajo doméstico no remunerado, incluida la atención de niños y padres ancianos.
Seguino dice que se necesitan cambios en las políticas para nivelar el campo de juego, que incluye el permiso parental remunerado, guardería asequible y, potencialmente, cuotas de género.
La brecha de género es peor en el trabajo y la política
Para el estudio, Seguino analizó datos globales del Banco Mundial, la Organización Internacional del Trabajo entre los años 1990 y 2010. Según los datos analizados, el mayor progreso hacia la igualdad de género se ha realizado en educación y esperanza de vida. De hecho, en más de la mitad de los países del mundo, las tasas de educación femenina son ahora similares o superiores a las de los hombres, frente al 33% que se registraba en 1990.
A pesar de estos avances, las tasas de empleo de las mujeres son un 30% más bajas que las de los hombres e incluso inferiores en algunas regiones de Asia, América Latina, Oriente Medio y África. El estudio también revela que las mujeres enfrentan una creciente segregación laboral. La proporción de mujeres empleadas en el sector industrial con salarios relativamente altos en comparación con los hombres ha disminuido un 20% desde 1990.
«Sin un acceso igualitario al trabajo de calidad, las mujeres son vulnerables y carecen de poder. Además, su menor condición laboral perpetúa el estereotipo de que los hombres son los ganadores de la sociedad».
La brecha de género sigue siendo más amplia en la representación política. Si bien las mujeres han ido alcanzando mayores cotas de representación política (en número de escaños) en 1990 la representatividad era del 14% mientras que en la actualidad alcanza el 25%. Hay que destacar que en algunos países como Haití o Qatar, los cuerpos legislativos no tienen representación femenina.
«Sin mujeres, es más probable que los gobiernos gasten el dinero de los contribuyentes de manera que beneficie desproporcionadamente a los hombres, o al menos ignoren las cargas adicionales sobre las mujeres», agrega Seguino. «Necesitamos mujeres en el gobierno para garantizar que sus condiciones y necesidades de vida se vean reflejadas en estas políticas y decisiones de financiación».
El gasto público se revela como un asunto clave para fomentar la igualdad de género ya que las medidas de carácter político necesarias incluyen cuidado de niños económicamente asequible, permiso paternal remunerado, acceso al transporte público, clínicas de salud en zonas rurales e incluso cuotas de género.
Como ejemplo, la autora del estudio pone a Canadá, país que aumentó la representación femenina del gobierno al 50%. Otros países como Ruanda y Noruega también han adoptado cuotas políticas de género o representación equitativa de las mujeres en los consejos de administración.
Las mujeres ganan menos del 77% del salario masculino
Los hallazgos del estudio arrojan, además, nueva luz sobre la conocida estadística que afirma que las mujeres en EE. UU. ganan el 77% de lo que ganan los hombres. «Las mujeres realmente ganan mucho menos del 77% de lo que ganan los hombres», dice Seguino. «Los hombres acceden antes a empleos bien remunerados, por lo que las mujeres se ven obligadas a ocupar puestos peor remunerados. Y el desempleo femenino sigue siendo un 30% más alto que el de los hombres en todo el mundo, por lo que esas mujeres no pueden directamente ganarse el sustento».
En algunas naciones, la menor actividad industrial ha provocado la pérdida de empleos masculinos, mientras que el empleo de las mujeres ha aumentado a medida que el sector servicios se expande. Según Seguino, esto puede conducir a conflictos de género, ya que los hombres perciben que su capacidad para cumplir su papel como sostén de la familia se ve debilitada por el creciente empleo de las mujeres.
«Que los hombres acepten un trabajo que les paga menos es un verdadero desafío para su identidad de género, y eso puede crear un conflicto de género que rara vez discutimos», dice. Esto es crucial desde un punto de vista legislativo, agrega Seguino. «No tendremos el apoyo político para las inversiones y los cambios de política necesarios para mejorar el acceso de las mujeres al trabajo, si se supone que los legisladores están promoviendo el bienestar de las mujeres empeorando las condiciones de los hombres».
Referencia: University of Vermont. «Why education doesn’t bring women equal pay: Gender barriers in work and politics need policy action.» ScienceDaily. ScienceDaily, 15 April 2016