Alexander Parkes fue el hombre que patentó el plástico, un material revolucionario y que ofrecía además, una alternativa más sostenible al marfil. Un siglo y medio después, el plástico ha pasado de ser un aliado para el medio ambiente a una clara amenaza. En ese tiempo, hemos volcado en vertederos 5.700 millones de toneladas del total de 8.300 millones de toneladas producidas.
Puede que el mundo esté empezando a darse cuenta del gran problema que esto supone, pero todavía hay un montón de ideas erróneas entorno al plástico. Alexis McGivern, miembro del Plastic Pollution Emissions Working Group y activista de la campaña Low-Plastic, arroja luz sobre la situación desmontando cuatro de los mitos más extendidos sobre este tema, en el blog de megatendencias de Pictet AM.
1. El plástico también es peligroso para los humanos, no solo para la vida marina
La serie de documentales de la BBC “Blue Planet II WIldlife” es famosa por aumentar la conciencia pública sobre los peligros de este desperdicio, presentando, por ejemplo, imágenes tan poderosas como la de una ballena muerta por la contaminación plástica. La contaminación de los océanos debido a este materiañ es un gran problema: las Naciones Unidas estiman que entre 10 y 20 millones de toneladas de plástico llegan a los océanos del mundo cada año, lo que ocasiona daños ambientales en los ecosistemas marinos por el valor de 13.000 millones de dólares.
Sin embargo, “el plástico es mucho más que un problema del océano” apunta McGivern. La contaminación por plásticos es también perjudicial para los animales terrestres, incluyendo a las personas dentro de este ciclo vital. Estos efectos perjudiciales no solo se producen por los efectos colaterales de los químicos que deja este material en nuestros alimentos a través de los empaquetados, si no que el proceso de manufacturación también es nocivo debido a la inhalación de nano y micro plásticos.
Numerosas investigaciones han asociado la exposición a Phthalates (un químico usado para hacer que el plástico sea flexible), con numerosos problemas como el alto riesgo de partos prematuros o un mayor riesgo de ser resistente a la insulina en adolescentes.
Uno de los compuestos del plástico que era de los más nocivos para nuestra salud, el Bisphenol A (BPA), ha sido eliminado en los procesos de producción actuales, sin embargo, ya empieza a haber señales de que sus sustitutivos, Bisphenol S y Bisphenol F, puede ser igual de perjudiciales para la salud de las personas.
2. No todo lo reciclable se recicla
De todo el plástico que se ha producido en la historia, solo el 6% se ha reciclado. Sin embargo, esta situación está mejorando y hoy en día el porcentaje ha ascendido a un 20%. Pero no es tan simple como parece. Para empezar, de los siete tipos de plásticos más conocidos, solo uno, el PET, se reutiliza explica McGivern. De hecho, tres de ellos no pueden ser reciclados, al menos completamente o de una manera rentable. “No todo el plástico se crea de la misma forma” apunta McGivern. “Algunos plásticos son como mantequilla, puedes derretirla, ponerla en la nevera y que vuelva a solidificarse, pero otros plásticos son como el pan. Cuando le das calor, por ejemplo, lo tuestas, se seca y se puede romper” explica la experta.
Además, señala que fundirlo con otros materiales también puede causar problemas.“Los vasos de café son demoniacos para la gestión de residuos. Es papel cubierto de plástico que además está pegado con pegamento y cuesta más reciclarlo que de producirlo, lo que claramente no es viable económicamente” explica.
Incluso para los plásticos que pueden reciclarse el panorama no siempre es fácil. La contaminación en las plantas de reciclaje es un gran problema, al igual que el diseño de los plásticos. Por ejemplo, el plástico negro, muy utilizado en la industria alimentaria por ser más estético, no puede ser reconocido por las clasificadoras automáticas.
3. Lo biodegradable no es la salida fácil
Si reciclar supone ese problema tan grande ¿deberíamos optar por plástico biodegradable? “La etiqueta biodegradable puede ser engañosa. La mayoría del plástico biodegradable no se biodegradará si lo dejas en tu jardín. Necesita ir a una fábrica de composición industrial, de las cuales hay muy pocas en el mundo”. Asimismo, la mayoría de los tests que miden si algo es compostable, no miden los efectos tóxicos que tiene para el suelo, por lo que esta opción tampoco es la más acertada.
4. Las alternativas al plástico no siempre son más verdes
Las tarifas de pago por las bolsas de plástico están cobrando más popularidad a medida que los gobiernos y los negocios las cobran para reducir su uso y ayudar al medio ambiente. En su lugar, usar una bolsa de tela en vez de una de plástico parece una opción mucho más verde, y puede serlo, siempre y cuando se use un número de veces considerable.
Según investigaciones procedentes de la Agencia de Protección Medioambiental Danesa, una bolsa de algodón convencional tendría que reutilizarse 52 veces para alcanzar el mismo nivel de emisiones de gases de efecto invernadero que una bolsa de plástico estándar de un solo uso.
Por ello, en comparación, las bolsas de papel son mucho mejores, sin embargo, las emisiones no son el único factor a tener en cuenta. Si tu bolsa acaba en un vertedero después de un solo uso, una bolsa de papel ocupará mucho más espacio que una de plástico “por lo que es incluso peor usar una bolsa de papel” explica McGivern.