Miguel Puertas, hasta ahora director de Gestión Discrecional en la agencia de valores (antes EAF) Portocolom, ha salido de la entidad para crear su propia empresa de asesoramiento financiero. La nueva compañía, registrada en la CNMV con el nombre de Asset Growth EAF y con el número 239, está dedicada a proporcionar servicios de asesoramiento financiero a particulares y empresas.
“Mi principal motivación para crear un proyecto independiente radica en mi deseo de dedicarme exclusivamente a asesorar a clientes particulares del segmento de banca privada y a tesorerías de empresas”, explica a Funds Society. “Constituir una nueva EAF me permitirá centrarme en clientes donde puedo añadir mucho valor», comenta.
Ambos tipos de clientes son sofisticados y tienen unas necesidades de servicio muy específicas, según el experto, consecuencia de sus demandantes agendas de trabajo y deseo de consecución de unos objetivos empresariales o personales perfectamente definidos. “Para ellos, la planificación financiera es una herramienta clave para dar seguimiento a la consecución de esos objetivos personales y financieros a medio plazo”, indica Puertas.
“En ese sentido mi meta es mantener mi relación de confianza con los clientes a través del servicio, las herramientas utilizadas y los resultados obtenidos, como he venido haciendo desde 2012”, explica en una entrevista con Funds Society.
Vuelta a la independencia
De hecho, la trayectoria de Puertas ha evolucionado desde la independencia hacia la integración, volviendo ahora de nuevo a ser independiente, en la que será su segunda experiencia montando una EAF. Así, creó la primera en 2012, con el nombre también de Asset Growth, que en septiembre de 2017 se integró en Norgestion, aportando a la firma una nueva línea de negocio y siendo su consejero delegado. En febrero de 2020, Puertas abandonó el proyecto para unirse al área de inversiones de Portocolom, firma de la que ahora sale para volver a crear su propia empresa de asesoramiento.
La experiencia profesional de Miguel Puertas, de más de 25 años ha transcurrido en Madrid, Nueva York y Londres. Antes de fundar Asset Growth EAF en 2012, trabajó como responsable global de distribución de productos derivados sobre materias primas para BBVA en Madrid. Con anterioridad, estuvo viviendo ocho años en Nueva York y cinco en Londres, donde trabajó para Société Générale, Lehman Brothers y Morgan Stanley. Es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales (rama empresa) por la Universidad Autónoma de Madrid y tiene un Master en Administración de Empresas (MBA) por la escuela de negocios Stern School of Business de la New York University (NYU).
Eliminando conflictos de interés
Y ahora, por segunda vez al frente de una EAF, centrará sus esfuerzos en su nuevo proyecto, concebido como un multi family office: “El servicio de multi family office ofrecido por Asset Growth consiste en proporcionar asesoramiento patrimonial independiente a individuos y empresas que requieran servicios integrados de asesoramiento financiero sin conflictos de interés. Creemos que la mejor manera de evitarlos es no tener productos propios, no recibir ingresos o cualquier otro beneficio de terceros (y si se recibiesen devolvérselos íntegramente al cliente o utilizarlos para mejorar el servicio ofrecido) y tener un modelo de negocio sustentado exclusivamente por los ingresos percibidos de los clientes, tal y como lo concebimos en 2012, antes de la implementación, en 2018, de MiFID II”, explica.
Su asesoramiento patrimonial desarrolla estrategias de inversión a nivel global, tanto para renta variable como para renta fija o inversiones alternativas. “A menudo, con clientes que vienen de otras entidades nos encontramos con que sus carteras de inversión tienen un sesgo desproporcionado hacia España o Europa, dado el relativo poco peso específico que dichas geografías tienen en la contribución al PIB mundial, y contienen abundante producto propio (son los que más margen dejan a las entidades de las que vienen)”, advierte Puertas. “Nuestras carteras son más globales, con un importante peso en EE.UU. y China, así como en temáticas globales como ciencias de la salud, robótica e inteligencia artificial, tecnología, consumo asiático o biotecnología por nombrar algunas. Los vehículos utilizados para implementar las ideas de inversión comprenden fondos indexados para las clases de activos en las que es muy difícil batir al índice, fondos de inversión de terceros o inversiones directas en deuda”, añade.
EAF: la mejor opción
Aunque más limitada en sus funciones, y en un momento en el que muchas EAFs se convierten en agencias de valores o gestoras para aumentar sus actividades, Puertas ha seguido eligiendo la forma de EAF para su nuevo proyecto. “La figura de asesor financiero, aunque más limitada en cuanto a la operativa que permite, centra el servicio ofrecido en el cliente y en la consecución de sus necesidades personales y financieras”, explica.
“A diferencia de las entidades financieras, que todos necesitamos para guardar nuestros ahorros, no siempre necesitamos a un asesor financiero. Si la calidad de asesoramiento de una EAF no está a la altura del coste, esta tenderá a desaparecer. Esta exigencia obliga al asesor a centrarse al 100% en el cliente proporcionando un servicio de calidad que permita satisfacer las necesidades específicas de cada cliente”, añade.
Una integración no siempre fácil
Pero las EAFs no lo tienen fácil en un entorno de mayores complejidades regulatorias y de negocio, reconoce Puertas. “La principal dificultad que tienen las empresas de servicios profesionales en España está en la facturación. En Inglaterra, Alemania, Austria o Suiza los clientes están más acostumbrados a pagar por servicios profesionales. Demandan calidad en el servicio recibido, pero no se sorprenden de que haya que pagar por ellos. De hecho buscan hacerlo, porque saben que nadie trabaja gratis y que si no se paga explícitamente por algo se paga de forma implícita (típicamente más)”, explica. Y es que, en su opinión, en España nos cuesta algo más ver el valor en los servicios profesionales en general.
Otra dificultad que afrontan es la derivada de la normativa: “La carga regulatoria que soportan las empresas de servicios de inversión es muy elevada. En el caso de las EAFs al tener estructuras más reducidas hace que sea algo más difícil conseguir economías de escala”, explica.
Dificultades todas ellas que llevan a la integración, pero esos movimientos, reconoce Puertas, no siempre son fáciles.