La crisis financiera mundial tuvo una clara consecuencia para los reguladores del sector financiero: intensificaron la normativa para proteger al inversor. Esta filosofía es la que está arraigada en MiFID II, a la que las entidades y gestoras siguen adaptándose en España, pese a que su transposición no está del todo terminada.
Para las entidades, el reto no consiste solo en adaptarse a lo que pide la nueva legislación europea, sino en hacerlo dentro de un entorno totalmente diferente y caracterizado por un mercado más competitivo, nuevos hábitos de consumo y de inversión del cliente, y nuevas competencia por parte de los supervisores. Cómo se están enfrentando las gestoras a este cambio global fue uno de los temas que se trataron durante el Foro Broseta de Wealth Management, celebrado recientemente en Madrid.
En este sentido, según Carlos Trinchant, director de Asesoría Jurídica de Arcano Wealth Advisors, el objetivo es recuperar la confianza del inversor y la normativa lo encauza por la transparencia y la protección. “Esta normativa es la historia de un fracaso porque la primera directiva no logró los objetivos que se había marcado y esta segunda lo que hace es plantear esos objetivos de una forma mucho más rigurosa”.
Para Jorge Gordo, director de Banca Privada de BBVA, la gran aportación de esta directiva es que “se va a lograr que se haga más asesoramiento”, algo que, en su opinión, “nos ha ayudado a ordenar nuestros propios modelos de servicios financieros”. Por eso, considera que, hasta que se trasponga totalmente la directiva en España, “veremos más movimientos entre agencias de valores, más conversaciones entre ellas y las gestoras, y más integraciones. Por la parte de banca privada, considero que el ritmo de adaptación es adecuado”.
En opinión de Fernando Álvarez-Ude, director de Asesoría Jurídica en A&G Banca Privada, hay tres elementos determinantes que se refuerzan con esta normativa: la transparencia, el conflicto de interés y la profesionalidad. “Reforzar estos tres elementos básicos de nuestro negocio permite volver también a lo básico: actuar en interés de los clientes”, señala.
A la hora de implementar en sus negocios MiFID II, todos coinciden en que, pese al arduo trabajo, ha sido más sencillo porque dentro de su filosofía ya estaba entender el asesoramiento como algo de valor añadido que ofrecer al cliente y por lo que tiene que pagar. En cambio, señalan a la gran banca de retail como el tipo de entidad que más impacto sufrirá con la directiva europea.
Trinchant no obvia los retos que también les ha supuesto para la banca privada. Por eso destaca que uno de los retos no es tanto lo que decía la norma como lo que no decía. “La norma dice cosas muy obvias que todos ya aplicamos, pero en la práctica supone tomar decisiones estratégicas muy importantes. El asesoramiento y si cobrar o no servicios de análisis son ejemplos de esas decisiones estratégicas a las que todo el sector se ha enfrentado. Por nuestra parte, nos movemos en el asesoramiento independiente”, afirma.
En opinión de Álvarez-Ude no todas las entidades podrán seguir el ritmo de esta adaptación que además de suponer replanteamientos de modelos de negocios, también tiene una dosis adaptación tecnológica, de nuevos procesos internos y nuevos roles.
Impacto en el cliente
Mucho se ha hablado en el sector de cómo las entidades están haciéndose a MiFID II, pero poco de qué percepción está teniendo el cliente. En opinión de estos expertos, será fundamental cómo se canalice toda esa transparencia e información al cliente. Consideran que lo importante no es solo que se haga, si no que se haga de una forma clara, comprensible y accesible.
“MiFID II conllevará también un cambio de cultura financiera, en la que todos tendremos que hacer una labor divulgativa”, recuerda Juan Antonio López, asesor senior de Broseta. En este sentido Gordo insiste en que “desde febrero de 2018, el cliente tiene más información de lo que tenía antes; incluso su vocabulario ha aumento. La información que va recibir el próximo año será mejor y más abundante, pero lo importante es que sea sencilla de entender, y en eso tenemos aún mucho trabajo. Se trata de ser transparentes, claros y sencillos”.
Por último Álvarez-Ude destaca que la otra gran ventaja para el cliente será un aumento de la competencia en el mercado. “La excesiva presión sobre los márgenes a la baja hará que ciertos competidores se vayan a productos o servicios más baratos, por lo que el cliente se queda fuera de ciertos servicios de calidad. Creo que esto no va a pasar en la banca privada, porque está pensada para hacer un traje a medida, pero en ciertos sectores podemos caer en que los clientes interpreten que lo único que pueden optar sean a los roboadvisors”.