Desde la pasada primavera numerosas ciudades europeas han caído rendidas a la invasión del patinete y España no ha tardado en unirse a este fenómeno buscando aligerar el tráfico de las grandes ciudades con una alternativa sostenible, ya que en su mayoría estos vehículso dependen de energía eléctrica.
Comenzó en Madrid y Barcelona y pronto Valencia, Sevilla o Málaga ha sido sus nuevos huéspedes. Actualmente conviven ya varias empresas que ofrecen un servicio similar pero se prevé que llegarán más en los próximos meses ante el éxito que en poco tiempo han alcanzado.
La empresa estadounidense Lime.S, que fue fundada en Florida hace apenas un año, es una de las que ha aterrizado en las aceras españolas dispuesta a llenarlas de patinetes eléctricos de color verde lima. Cuenta con más de 3 millones de usuarios y 6 millones de recorridos al año y después de consolidarse como líder del scooter sharing en Estados Unidos, ahora busca ampliar sus cifras en el territorio europeo.
Los españoles no se han quedado atrás y también han apostado por este negocio. Algunas firmas de origen español como Eskay o UFO ya ocupan las calles de nuestro país.
Pero la multiplicación de estos patinetes no está libre de polémica. Los usuarios más fieles ya se han quejado del elevado precio de cada viaje, ya que algunas empresas cobran 1 euro por el desbloqueo más 15 céntimos por minuto.
Además, la nueva Ordenanza de Movilidad Sostenible que acaba de aprobar el Ayuntamiento de Madrid regula su uso, velocidad y las zonas de estacionamiento. El consistorio asegura que esta nueva ordenanza era necesaria, ya que “es necesario regular las nuevas realidades que han ido surgiendo” en materia de movilidad. En concreto, se prohibe la circulación de los patinetes eléctricos por las aceras y solo se podrán utilizar en las calles que tengan un límite de velocidad de entre 20 y 30 kilómetros por hora y en los carriles bici, lo que supone un 80% de las calles madrileñas. El uso de casco no será obligatorio, pero desde las empresas de patinetes y el Ayuntamiento se recomienda su uso.
Peligrosos y caros: los prejuicios que rodean a los patinetes
Lo cierto es que los patinetes eléctricos tienen dos caras. Muchos los consideran invasores de las aceras, protestan porque se amontonen aparcados en las aceras o temen que pasen por su lado demasiado rápido. Quienes los defienden, argumentan su comodidad, bajo precio, respeto por el medio ambiente y la descongestión del tráfico que facilitan. “Nuestro producto está más cerca de una moto que de un patinete”, afirman Emilio Santías, Jose Antonio Santías y Juan Jiménez, fundadores de Eskay, la firma española que ha lanzado un servicio low cost de lujo.
El modelo de patinete desarrollado por Eskay, con su sistema de frenado y un tipo de rueda que permiten más adherencia y estabilidad, hace que circular por la calzada deje de ser un deporte de riesgo. De hecho, la empresa desde el inicio se ha negado rotundamente a que con sus patinetes se circule por la acera. «No son juguetes, son un medio de transporte que puede alcanzar los 30 kilómetros por hora», señalan.
Dispuestos a romper el mercado, Eskay no cobra el famoso euro por desbloqueo del patinete, lo que hace que sus viajes sean más asequibles. “Los patinetes están hechos para gente trabajadora, no todos nos podemos permitir gastar tanto dinero, queremos dar una movilidad real, sin atracos y útil”, afiman. Respecto a la ordenanza municipal madrileña, Santías admite que «es muy restrictiva, pero servirá de modelo para otras ciudades».
A los enamorados del coche, el patinete les advierte que el cambio climático está cerca, a los amantes de la bicicleta que llegar sudado al trabajo quizás no sea la mejor idea y a quienes prefieren dar un paseo, les invita a probar una forma de moverse mucho más divertida.