Según el trabajo “Digital Disruption. How Fintech Is Forcing Banking To a Tipping Point” publicado por Citi, los roboadvisors o gestores de inversión que ofrecen carteras de inversión personalizadas -gracias a la tecnología y normalmente compuestas por ETFs- basándose en algoritmos, tienen una comisión de administración de entre el 0,25% y el 0,50% anual en Estados Unidos, variando en función de los activos invertidos en la plataforma. Además, los inversores pagan las comisiones correspondientes a los ETFs -entre un cero y un 0,15%- en aquellos casos en que sea de aplicación, mientras que en Europa las comisiones de las ofertas existentes hasta la fecha son algo más elevadas. Pero su limitada oferta actual (planificación básica e inversión principalmente en ETFs) hace que el banco americano piense que sólo resultarán atractivos para los individuos con menos activos para invertir.
Su propuesta de valor requiere balances mínimos muy pequeños en las cuentas y comisiones bajas a cambio de una inversión personalizada en ETFs que, además de sus bajos costes y facilidad de uso, permiten diversificar y rebalancear eficazmente las carteras, incorporar estrategias de optimización fiscal hasta ahora solo asequibles a grandes patrimonios, y ampliar la base de inversores incorporando una nueva capa de menores patrimonios al mercado de la gestión.
Según el banco, la industria global de la gestión de activos maneja 69 billones de dólares repartidos en diferentes clases de activos: los fondos acaparan 30,4 billones y los ETFs 2,6, respectivamente. Y Estados Unidos supone el 73% de los activos totales invertidos en ETFs.
En contraposición, la participación de los roboadvisors era -en marzo de este año- de 20.000 millones de dólares. Schwab Intelligent Porfolios, el líder del mercado, gestionaba 4.000 millones, Betterment superaba los 3.000 y Wealthfront los 2.600 millones de dólares. Las incorporación de las nuevas generaciones a la industria hará que, según Schwab, el mercado potencial estadounidense para los roboadvisors crezca hasta los 400.000 millones en los próximos años. Las estimaciones de McKinsey contemplan un mercado global de 13,5 billones, de los que 6,4 corresponderían a Estados Unidos, 3,4 a Asia, 3,3 a Europa, 0,4 a Austria y 0,1 billones a América Latina.
El trabajo de Citi defiende que los roboadvisors jugarán un papel complementario y no sustitutivo al de los asesores físicos: “Vemos el advenimiento del roboadvisory como un ejemplo de automatización que mejora la productividad de los asesores de inversión tradicionales, y no como un riesgo significativo de sustitución de puestos de trabajo. Observamos que el número de empleos de Personal Financial Advisor se duplicaron en Estados Unidos entre 2000 y 2010, pero sin embargo se espera que aumenten sólo un 27% entre 2012 y 2022. En ese mismo primer periodo de tiempo, los analistas financieros crecieron un 38%, pero sólo se espera que aumenten un 16% entre 2012 y 2022”.
Por otro lado, el banco opina que los inversores más sofisticados y de mayor patrimonio “siempre exigirán asesoramiento cara a cara”. Sin embargo, defiende que los servicios ofrecidos por los asesores pueden ser ampliados por las herramientas virtuales y de roboadvisory, aumentando la productividad de los asesores individuales y la capacidad de atender a más clientes, o de una manera más fácil y/o sofisticada.
Para el mass market, o inversores cuyos activos les impiden buscar un asesoramiento más costoso y distinguido, los autores del estudio opinan que la tecnología, en forma de roboadvisor, ofrece una solución útil. Para muchas empresas de asesoramiento, la oferta de un servicio de roboadvisory podría ser una herramienta útil para la adquisición de clientes, permitiéndoles prestar un servicio a clientes más jóvenes / con menos activos, muchos de los cuales verán crecer su riqueza hasta necesitar un servicio completo de asesoramiento personalizado en el futuro.