Con motivo del cumplimiento de 12 años desde el nacimiento de las primeras empresas de asesoramiento financiero, Aseafi, en su congreso anual, reservó una mesa para analizar cómo han evolucionado estas empresas y la figura del asesor financiero. Los ponentes coincidieron en que la pandemia ha reforzado el papel de los asesores financieros, pero reconocen que aún queda camino por recorrer.
Según explicó Sonsoles Santamaría, directora general de Negocio de Tressis, a pesar de que aún queda mucho desarrollo por ver en la industria del asesoramiento, la pandemia ha puesto mucho más en valor la figura del asesor y la necesidad de su formación. “Los clientes quieren cada vez más alguien cerca a la hora de tomar decisiones de inversión. Estamos convencidos de que será un servicio que se potencie y gane mayor protagonismo en las entidades para acompañar a los clientes”, prevé.
Por su parte, Helena Calaforra, directora de Caser Asesores, asegura que es un sector con una capacidad de innovación fortísima y en continua transformación. “La figura del agente financiero se está desarrollando cada vez más. Hace unos años no era muy popular porque “el banco me lo hace gratis”, pero cada vez se pone más en valor, así como a la educación financiera”, explica.
Santamaría también ha observado cómo en los últimos años la cultura financiera está incrementando gradualmente gracias, en parte, al incremento de la educación financiera de los asesores. “En ese sentido, MIFID II dio un paso importante en la actualización de los conocimientos de los asesores y la formación continua. Es algo que hace que el asesor ponga más foco en que el cliente entienda”, señala.
Reducción y especialización
En su reflexión sobre la evolución de las EAFs y los agentes, José Luis Jiménez Guajardo-Fajardo, director general del área corporativa de Inversiones de Mapfre, destacó cómo fruto de la complejidad de la regulación y las inversiones que se tienen que realizar, ha tenido lugar una especie de selección natural provocando una concentración y cierta reducción y especialización.
Tomando como ejemplo la experiencia de Reino Unido, donde se implantó una regulación parecida a MIFID II, Jiménez relata cómo el número de asesores financieros se redujo de una manera sustancial. «Quedaron dos polos opuestos: el señor que tenía mucho dinero y podía pagar a un independiente, y el otro que se quedó sin ningún servicio porque la regulación había llevado a que el cliente no pudiese soportar los costes, quedándose una gran parte de la población sin posibilidad de asesoramiento”, relata.
Esa experiencia, según el experto, lo vemos aquí con MIFID II y el trabajo que está empezando MIFID III. «En España, se observa una cierta tendencia estructural a que haya menos participantes y a que sean más grandes, tanto en este sector como en la banca. Terminaremos con poca oferta, poca diversidad y perderemos riqueza. En este momento se nos viene encima otra ola en la que se buscarán socios y sinergias que puedan ayudar a las EAFs a hacer una mejor labor con su cliente, pero aprovechando otros recursos como las economías de escala y eso da valor añadido”, advierte.
Asimismo, el experto de Mapfre detecta una necesidad mayor de asesoramiento independiente y planificación ante la falta de cultura financiera. «Debemos buscar esa mayor planificación y servicios para el cliente y buscar esas alianzas para dar un mejor servicio», aconseja.
El papel del asesoramiento en la inversión sostenible
Los ponentes coincidieron en que al desarrollo de la sostenibilidad en el sector del asesoramiento todavía le queda mucho camino para madurar. “Tanto los conocimientos de los asesores como de los clientes y cómo lo mediremos están muy verdes y tenemos que pegar una acelerón importante. Debemos solicitarle al supervisor y al regulador que establezca criterios de medición lo antes posible para que haya cuantos menos grises posibles”, demanda Santamaría.
Asimismo, recuerda la responsabilidad de los asesores de formarse para poder explicarle al cliente qué puede elegir y cuáles serán las consecuencias. “Creo que la crisis del COVID-19 es de las primeras en las que no ha entrado en cuestionamiento el papel del sistema financiero y debemos aprovechar el protagonismo y la responsabilidad de canalizar las inversiones. Además, puede ser una palanca importante para el impulso del asesoramiento”, concluye.