La crisis sanitaria también ha sacudido el mundo de la filantropía. Los ciudadanos de todo el mundo hemos despertado del letargo y hemos acudido a ayudar a aquellos que más lo han necesitado y lo necesitarán. Muchas empresas han dado un paso al frente y han reconvertido sus procesos de producción para abastecer hospitales, otras han movido sin descanso campañas para captar donaciones y de una forma u otra todos hemos arrimado el hombro por nuestros vecinos.
¿La solidaridad ha venido para quedarse?
La filantropía tiene muchos años, pero parece que sale de su escondite cuando llegan fuertes catástrofes para volver a recobrar la timidez una vez se resuelven. Sin embargo, algunos expertos consideran que esta crisis sin precedentes puede que también tenga resultados de la misma naturaleza. Según señala David Levy, fundador y director general de Diverinvest y creador de Migranodearena.org, esta catástrofe, que afecta a todos por igual, nos ha permitido ser testigos de la creación de una situación nueva en la que la solidaridad se multiplicaba.
Joan Fontrodona, director del Departamento de Ética Empresarial de IESE Business School, recuerda los cientos de casos de empresas que han puesto toda la carne en el asador para paliar los efectos de la crisis, dejando de lado sus propios negocios. “De alguna forma se ha despertado un sentido solidario, estamos en una situación extraordinaria que ha generado comportamientos extraordinarios”. Sin embargo, Fontrodona no cree que esto suponga un antes y un después en la filantropía, pero está seguro de que a muchos de aquellos que la han probado “les entrará el gusanillo”.
Respecto a qué cambios introducirá la pandemia, Fontrodona considera que esta nueva sensibilidad social llevará a que haya menos críticas cuando alguien es filántropo. «Ojalá también haya un mayor apoyo institucional que de alguna forma favorezca estas iniciativas”, completa. Levy, por su parte, se muestra más optimista: “¿La solidaridad está para quedarse? Soy optimista y creo que sí habrá un cambio”, añade.
Lo cierto es que el sector ha experimentado una gran profesionalización. Según explica Joan Fontrodona, la filantropía ha cambiado a una visión mucho más comercial y se entiende como una transacción donde el donante pide una especie de rendición de cuentas de lo que se está haciendo. “Por eso ha derivado en otros conceptos como inversiones con impacto. Aunque es cierto que siempre habrá espacio para la filantropía clásica del dar sin esperar nada a cambio”, expresa.
Pero esta nueva concepción ha hecho que la filantropía cargue con algunos lastres que no dejan que se desarrolle como debería. Juan Cardona, director Senior del Área de Liderazgo y Posicionamiento Corporativo de LLYC Madrid, resume esos tópicos con tan solo una palabra “filantrocapitalismo”. Según Cardona, «el devolver a la sociedad lo que hemos recibido” de Rockefeller ha sido sustituido por la inversión de impacto de Bill Gates.
“A raíz de la última crisis económica se generó una cierta sensación de que se estaba configurando un entramado de poder al margen de la democracia, por ejemplo, si Bill Gates decide que se tiene que investigar la malaria, todo el mundo lo hace. Por otro lado, siempre están de fondo las dudas de hasta qué punto esto forma parte de una ayuda o es un entramado para evadir impuestos”, explica Cardona. Supuestos que, para el experto, perjudican a la filantropía y a la gente que la practica.
Una oportunidad para ser líderes
Cardona explica que una de las cuestiones que más se planteaban era cómo quitarse esas etiquetas, una pregunta que el COVID-19 se ha encargado de responder y, más allá del choque de realidad, el impacto en la sociedad y la pérdida de vidas, considera que es una gran oportunidad para demostrar que lo privado no se opone a lo público y de superar el cuestionamiento democrático. “Es una oportunidad para que los filántropos muestren que están tanto en las vacas gordas como en las flacas. El filántropo tiene un rol en la recuperación y una oportunidad de liderazgo a nivel psicológico”, apunta.
Según detalla, los psicólogos dicen que cuando el entorno es complejo el cerebro se paraliza, como no sabemos lo que viene, no sabemos cómo reaccionar y cómo movernos. En este sentido, considera que todo lo que sean puntos de referencia van a ser de gran ayuda para la sociedad. “El filántropo tiene la oportunidad de lanzar mensajes de optimismo, de ilusión y de confianza”, asegura.