A principios de 2025, ya se ha recorrido dos tercios del camino para alcanzar los 17 objetivos de desarrollo sostenible establecidos por las Naciones Unidas para 2030. Sin embargo, solo el 18% de ellos van por buena senda. En otras palabras, el compromiso filantrópico es más esencial que nunca, según el análisis de Maximilian Martin, director global de Filantropía del Grupo Lombard Odier.
Según su experiencia, al aprovechar nuevas oportunidades y movilizar activamente los recursos de sus fundaciones, los filántropos y las fundaciones benéficas pueden afrontar con mayor eficacia los retos actuales. «En un entorno global cada vez más marcado por el cambio climático, los conflictos armados, la disminución de la confianza en las instituciones establecidas y las tensiones sociales, es importante utilizar los fondos disponibles de la manera más eficaz posible para el bien común», destaca el expertos, quien recalca, además, que están surgiendo nuevas oportunidades prometedoras.
Utilizar todos los activos para crear un impacto
En su opinión, para tener un impacto social, las fundaciones filantrópicas suelen destinar fondos benéficos a sus beneficiarios en la sociedad civil. Y reconoce que algunas también llevan a cabo proyectos propios para el bien común. Para amplificar su impacto, están surgiendo otras formas de explotar el capital. «En primer lugar, las fundaciones pueden invertir parte de sus activos de forma específica para lograr objetivos sociales o medioambientales y, al mismo tiempo, generar un rendimiento. Si las fundaciones utilizan parte de su capital para inversiones de impacto, pueden contribuir al bien común más allá de sus donaciones anuales. Los principales temas de este enfoque, también conocido como inversión de impacto, incluyen la agricultura sostenible, las energías renovables, la conservación de la naturaleza, la microfinanciación o los servicios básicos asequibles y accesibles, como la educación, la sanidad o la vivienda”, explica Martin.
En este contexto, señala que un nuevo avance prometedor: «Además de la inversión, para la distribución de recursos, una fundación también puede considerar la implementación de otros instrumentos de financiación, como préstamos, garantías o inversiones de capital, más allá de las subvenciones, siempre que esto le ayude a alcanzar mejor sus objetivos de impacto social».
Si echamos un vistazo al otro lado del Atlántico, Martin destaca que el potencial que ha supuesto en Estados Unidos,las denominadas “inversiones relacionadas con programas». Según explica, han sido una práctica común desde un cambio en el marco legal en 1969.
“Estas inversiones son esenciales para el logro de la misión de la fundación y están directamente vinculadas a sus actividades libres de impuestos. Hay muchas aplicaciones: por ejemplo, préstamos a bajo interés o sin interés para estudiantes necesitados, inversiones de riesgo en proyectos de vivienda social para personas con bajos ingresos, o préstamos a bajo interés para pequeñas empresas propiedad de personas de entornos desfavorecidos para las que sería difícil obtener fondos comerciales a tipos de interés razonables. Para estimular la economía local, las fundaciones estadounidenses también pueden invertir en programas de apoyo a empresas de zonas de bajos ingresos en Estados Unidos y en el extranjero”, señala el experto de Lombard Odier.
La tecnología de la información y la IA cambian la filantropia
Desde su lanzamiento a finales de noviembre de 2022, ChatGPT y otros grandes modelos lingüísticos (LGM) también están impulsando una modernización de la forma en que la filantropía trata los datos y las partes interesadas, según el análisis. Además del uso completo del capital de la fundación para generar impacto, la aplicación sistemática de los avances en tecnología de la información e inteligencia artificial (IA) a las prácticas de financiación y recaudación de fondos representa otra oportunidad significativa para un despliegue más específico y rápido de los recursos filantrópicos.
“Las siguientes tendencias, extraídas de la práctica internacional, son particularmente relevantes: En primer lugar, la personalización basada en la IA significa que los donantes pueden agruparse de forma más inteligente según sus sensibilidades y ser abordados de forma más proactiva”, afirma Martin.
Durante siglos, el compromiso filantrópico se ha visto impulsado por una combinación de emociones, hechos objetivos y resultados concretos logrados a través de proyectos, según explica el experto. “Aquí también, el progreso puede ayudarnos a innovar al vincular las experiencias personales y colectivas con las emociones. Por ejemplo, la narración de historias a través de la realidad virtual y aumentada ofrece experiencias inmersivas para fomentar el compromiso general con un proyecto u organización filantrópica. Esto se irá generalizando gradualmente, sobre todo para atraer a los jóvenes filántropos”, añade.
La velocidad de adaptación, el principal desafío
Por último, el experto considera que muchos de los retos parecen ser cada vez más complejos y globales. Al mismo tiempo, cree que el adagio “piensa globalmente, actúa localmente” quizás nunca ha sido más relevante que hoy. «Frente a problemas como el cambio climático, la pobreza y la salud, la ambición y el apoyo óptimo de las fundaciones y organizaciones de beneficio público en el ecosistema son fundamentales hoy en día”, apunta.
Su principal conclusión es que la filantropía innovadora sin burocracia fomenta la confianza y alienta la participación. “En estos tiempos de reflexión, piense en una cinta transportadora cuya velocidad aumenta repentinamente en 2025. Para mantener el rumbo, los nuevos enfoques, como la focalización precisa que ha hecho posible la revolución digital, están demostrando ser invaluables. La inversión de impacto social y la inversión programática, que se han convertido en una práctica común en las últimas décadas, también están listas para revolucionar el panorama filantrópico. Ha llegado el momento de explotar todas las palancas de impacto», concluye.