Christine Lagarde ya se ha estrenado como nueva presidenta del Banco Central Europeo. La abogada, economista, política francesa y ex directora del FMI sustituirá a Mario Draghi en un entorno en el que la política monetaria juega un papel vital en la economía de la eurozona. En sus ocho años de mandato su misión será gestionar las condiciones monetarias de esta región.
En su primera reunión de política monetaria como presidenta, Lagarde hizo gala de un tono notoriamente más conciliador dirigido a las voces discrepantes que existen en el Consejo de Gobierno y señaló que tendría en cuenta las opiniones de todos los miembros durante su mandato.
Lagarde toma el poder en un momento complicado ya que nunca el Consejo de Gobierno había estado tan dividido como ahora, sumado a que el BCE posee poca voluntad y menos herramientas para hacer más en caso de que la economía vuelva a dar muestras de debilidad.
Aunque Lagarde hereda un crecimiento débil, las perspectivas para 2020 son más positivas y se pronostica un crecimiento en torno al 1,4% para la zona euro. Asimismo, la entidad apunta a una recuperación gradual del crecimiento y la inflación en el periodo cubierto. Esta coyuntura menos pesimista se podría describir muy bien con lo que Lagarde llamó “riesgos orientados a la baja, pero algo menos pronunciados” y debería darle más tiempo para amoldarse a sus nuevas funciones.
¿Qué diferencia a Lagarde de Draghi?
La primera rueda de prensa a la que se enfrentó Lagarde como presidenta del BCE brindó una ocasión para comparar a ambas personalidades. Por un lado, la personalidad carismática del ex presidente del BCE chocó con la actitud diplomática de Lagarde, quién con firmeza y elegancia insistió que aportaría su “estilo propio”.
Las primeras impresiones apuntan a una continuidad de la política monetaria, donde se prevé que el BCE mantenga la cautela. Sin embargo, el mercado tardará algún tiempo en desarrollar una adecuada comprensión del estilo de Lagarde, su discurso y su forma de transmitir mensajes clave.
Los retos de la presidenta del BCE
Puesto que la política monetaria discurre con un rumbo más o menos trazado y se prevén pocos cambios durante los próximos meses, Lagarde tendrá que dedicar la primera parte de su mandato a recomponer el consenso dentro del Consejo de Gobierno después de que muchos de sus miembros expresaran su desacuerdo con la última ronda de estímulos cuantitativos y tipos negativos que aplicó Draghi.
Para ello, lanzó un mensaje a los miembros del consejo partidarios del endurecimiento monetario que podrían haber quedado fuera de foco con Draghi al declarar que una característica de su mandato será tener en cuenta las opiniones de todo el consejo.
En relación con este punto clave en concreto, el resultado de la revisión de la estrategia del BCE, será analizado con lupa. Esta revisión “amplia” se desarrollará a lo largo de 2020 y aunque carece de un marco concreto en estos momentos, permitirá a Lagarde dejar su sello en el BCE. También permitirá evaluar los efectos secundarios negativos de las políticas monetarias ejecutadas hasta ahora.
En un momento en el que los tipos de interés negativos están empezando a hacer mella en el ahorrador medio, como hemos visto, por ejemplo, en Alemania, el BCE tendrá que esforzarse más para defender sus políticas ante el público. En ausencia de un deterioro significativo de las perspectivas macroeconómicas o una nueva escalada de la guerra comercial, el BCE tratará de llevar más lejos su paquete de medidas monetarias sin reacciones negativas y sin efectos positivos obvios para la economía más allá de la inflación de los precios de los activos.
Entre las diversas opciones, desde Fidelity consideran que los recortes de los tipos de interés son más probables que un refuerzo del programa cuantitativo. Los primeros son menos dañinos para los balances de los bancos si se compensan con unos tipos diferenciados adecuados, mientras que el segundo se enfrenta a obstáculos de capacidad y legislativos. Sin embargo, aunque en estos momentos los estímulos monetarios tienen pocas probabilidades de alterar lo que ocurre en el plano macroeconómico, no pueden retirarse así como así.
Lagarde insta a los gobiernos que tienen margen en sus cuentas a elevar el gasto público
Como si de una cinta se tratara, el BCE tiene que correr solo para poder mantenerse y lo mismo le ocurre a muchos otros bancos centrales. Por lo tanto, el testigo está en manos de los gobiernos de la zona euro, que han comenzado a tomar conciencia de la necesidad de elevar el gasto público como medida de apoyo. Lagarde reforzó de nuevo este mensaje ya institucionalizado en el BCE instando a actuar a los gobiernos con margen en sus cuentas. Sin embargo, es improbable que se materialice a corto plazo un paquete de medidas presupuestarias; en su lugar, desde Fidelity esperan planes de gasto más dirigidos, como los que se han puesto en marcha en Alemania recientemente.