El 20 de marzo se celebró el Día Internacional de la Felicidad. Este año, dado que el mundo está envuelto en la crisis sanitaria más grave de los últimos cien años se ha escrito muy poco al respecto. No es momento para hablar de felicidad. Sin embargo, fiel a su cita la SDSN de Naciones Unidas publicó ese día la octava edición del Informe Mundial de la Felicidad, que se nutre de una encuesta realizada por Gallup a miles de ciudadanos de 153 países a los que se les hacen las siguientes preguntas: En una escala de cero a diez, ¿crees que estás viviendo una buena vida? ¿Estás llevando la clase de vida que te gustaría? La encuesta no hace preguntas sobre la situación económica o social del encuestado, ni si goza de buena salud, o de libertad de expresión. Se centra en su estado de felicidad respecto a la vida que lleva.
El informe, que tiene más de 200 páginas y puede descargarse en este link, trata de explicar por qué Finlandia es el país más feliz del mundo, o por qué los costarricenses son más felices que los franceses, o por qué los españoles y los guatemaltecos, por ejemplo, tienen prácticamente el mismo nivel de felicidad a pesar de tener realidades sociales y económicas muy distintas.
Estos son los doce países más felices del planeta, según la última edición de 2020.
Jeffrey Sachs, profesor de la Universidad de Columbia y uno de los creadores y co-editores de esta iniciativa, destaca que muchos de los países que se encuentran en el lo alto de la lista de los más felices son países del norte de Europa, en los que el sistema económico y social es muy afín con la definición de desarrollo sostenible. Son países social-demócratas (no confundir el concepto, que es lo que se destaca aquí, con los partidos políticos que llevan esa etiqueta). Son países que además de ser prósperos también son socialmente inclusivos y respetuosos con el medioambiente.
Sumando a la tabla de los doce países más felices, una tabla con los doce países más sostenibles (según el último informe disponible de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, que data de 2019), se pueden ver muchas coincidencias. Los países que además de estar en la lista de los doce más sostenibles, estaban en la lista de los doce más felices, se representan en la siguiente tabla con su bandera, mientras que los que solo están en la lista de sostenibilidad se representan solo con su nombre. Siete, más de la mitad, están en ambas listas, cimentando la idea de que el desarrollo sostenible tiene como último fin traer la felicidad y el bienestar de la humanidad mediante la consecución de tres objetivos: la prosperidad, la inclusión social y la protección del medioambiente.
Sin embargo, también llama la atención que los doce países más felices del mundo son, a todas vistas, países muy ricos. Es verdad que uno de los objetivos del desarrollo sostenible es la prosperidad, ¿pero será el componente más importante para ser feliz? Para seguir con este análisis, es relevante incluir una lista con los doce países más ricos del planeta, medidos por el Fondo Monetario Internacional en su estimación para 2019 según su PIB per capita nominal (en dólares).
Nuevamente, en la tabla se representan con bandera solo las naciones que son muy felices. De entre las más ricas del planeta suman ocho que a su vez, son muy felices. Hay cuatro países: Dinamarca, Noruega, Holanda y Suecia, que lo tienen todo. Son felices, sostenibles y muy ricos. Parece evidente que el dinero es muy importante a la hora de ser feliz, pero claramente no lo es todo. Ni Qatar, ni Estados Unidos, ni Singapur, que están entre los doce más ricos, se posicionan entre el 10% más feliz del planeta. Tampoco están entre los más sostenibles (de hecho Singapur y Qatar tienen una puntuación bastante mala según ese índice, y Estados Unidos puede mejorar muchísimo, no queda muy lejos de China). Irlanda está en el límite puesto que sí puntúa bastante bien en la tabla de la felicidad (#16) y de la sostenibilidad (#19). Llama la atención que todos los países que son top ricos y top sostenibles, son también top felices.
Jeffrey Sachs es un gran defensor del desarrollo sostenible como alternativa al capitalismo global. Para él, el capitalismo global se alimenta de la ambición y produce tremendas desigualdades. Las grandes corporaciones son en su opinión las que dominan el mundo, actuando con impunidad en contra de la equidad social, la inclusión y la protección de la naturaleza.
Según el co-editor del Informe Mundial de la Felicidad, hay varios matices, distintos del dinero, que nos ayudan a ser felices. Por ejemplo, un sistema social que proporciona un entorno de apoyo al individuo y las familias, la expectativa de gozar de una vida larga y saludable, la libertad a la hora de elegir qué hacemos con nuestra vida o incluso factores mucho menos obvios, como la generosidad de la sociedad o la percepción del nivel de corrupción de nuestros políticos.
América Latina es un ejemplo de cómo el entramado social aporta felicidad. Según el modelo, en su conjunto los países de América Latina deberían ser menos felices de lo que son. Mariano Rojas, profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en su sede en México, y co-editor del informe, dedicaba un capítulo entero de la edición de 2018 a explicar como la estructura familiar y social por la que varias generaciones se ayudan y apoyan tanto en el ámbito familiar como laboral, son esenciales para aportar felicidad.
Otra conclusión importante del informe es que las valoraciones sobre la felicidad vital son bastante estables por países y regiones en el tiempo. Sin embargo, el estado de ánimo es mucho más volátil. Curiosamente, el estado de ánimo negativo de la población mundial está aumentando. Una encuesta paralela, de la que se ofrecen resultados también en este informe, pregunta al encuestado si en el día de ayer se sentía preocupado, triste o enfadado. Es notable ver que desde 2006, año en que se comenzó esta encuesta, hasta 2019, la población mundial ha ido incrementando su nivel de tristeza y preocupación casi de forma constante, especialmente desde 2010. El nivel de enfado de la población también aumenta, sobre todo desde 2014, pero su contribución a un estado de ánimo negativo es mucho menor. De los tres estados de ánimo negativos el más predominante es el de la preocupación.
Para concluir, una nota sobre los dos países que están a la cabeza y a la cola en variación de su nivel de felicidad, desde el periodo 2008-2012, hasta el que va de 2017 a 2019. El ganador absoluto es Benin, uno de los países más pobres del mundo, pero también una de las democracias más estables de África. En la cola, perdiendo más puntos de felicidad que ninguna otra nación está Venezuela, las razones son obvias. Venezuela era el vigésimo país más feliz del mundo en 2013, puesto que hoy ocupa Bélgica. Ahora está en el número 99, entre Camerún y Argelia