A diferencia de lo que ocurre con otras empresas de servicios de inversión, como sociedades de valores, agencias de valores o sociedades gestoras de cartera, las EAFIs o empresas de asesoramiento españolas son las únicas que crecen en número desde el año 2009 y hasta finales del tercer trimestre de este año. “Ya hay 172 EAFIs, un número que ha crecido desde que se ha conocido el anteproyecto de MiFID II, con números de clientes -tanto minoristas como profesionales- también al alza, y de forma más estable que otras entidades”, afirmaba David Gassó, presidente de Economistas Asesores Financieros (EAF-CGE), esta mañana en el marco de la presentación del “Estudio de las Empresas de Asesoramiento Financiero en España 2017”, realizado en colaboración con la EAFI C&R Investment Financial Advisor.
El experto, en su repaso por los datos de 2016, restaba importancia a la caída de los ingresos por asesoramiento en el último año del que disponen datos (2016) -debido a las cifras distorsionadoras de una sola entidad y una tendencia “no extensible al resto de EAFIs”-, recordaba que desde 2010 estas entidades han doblado su patrimonio asesorado (desde 15.000 a casi 30.000 millones), así como la tendencia de transformación en otras figuras (el año pasado, tres se transformaron en agencias de valores y otras tres en gestoras) y ponía en valor su actividad como “profesionales que creen en lo que hacen, algo que se nota en el alto nivel de recursos propios y el bajo número de reclamaciones” (el año pasado, captaron el 0,1% de todas las quejas, lo que muestra según Gassó “su profesionalidad y poca conflictividad”).
Las amenazas
Pero este crecimiento continuado de los últimos años afronta varias amenazas que podrían poner en riesgo esa tendencia, principalmente las derivadas del intrusismo en el sector, las limitaciones de la figura y de las consecuencias, prohibiciones o inacciones de la normativa MiFID II. “Vivimos un momento apasionante pero también lleno de incertidumbres. En primer lugar, porque España es el país de los intrusos. Esperábamos que MiFID II le pusiera remedio pero no es así: lo deja igual y hasta lo empeora”, denuncia Albert Ricart, fundador de la EAFI C&R y principal autor del estudio. Otra de sus críticas son las restricciones que afronta la figura, limitada a asesorar sobre activos financieros y con restricciones para ofrecer un verdadero servicio patrimonial global, lo que obliga a algunas entidades a constituir empresas paralelas para hacer esa gestión patrimonial.
Y sobre MiFID II, dos críticas muy claras: la falta de concreción en el debate sobre la independencia (cuyo factor decisivo no está necesariamente en los incentivos), y, sobre todo, la prohibición expresa de tener agentes, mientras las sociedades de valores tienen de media 140 y las agencias, 10. “No se entiende que a unas se les permita y a otras no, sobre todo cuando es un factor muy relevante para poder crecer”, denuncia. Un apoyo que vendría muy bien sobre todo para un sector compuesto por entidades que, de media, son microempresas con cifras muy límitadas de facturación, ingresos y beneficios. Así, la EAFI media en 2016 continúa siendo una microempresa que factura 306.084,61 euros, con unos beneficios medios de 17.569,10 euros, que da empleo a tres profesionales, que tiene unos fondos propios de 150.428,90 euros y que asesora un patrimonio de sus clientes entre 60 y 100 millones de euros.
“Es inmoral que a un sector formado por microempresas no se le permita crecer, y la forma para hacerlo, teniendo en cuenta la imposibilidad de afrontar los costes derivados de contratar a comerciales, es tener agentes. O, al menos, prescriptores o colaboradores”, reivindica Ricart. Una reivindicación que viene acompañada de una invitación a los agentes a convertirse o unirse a las EAFIs: “Ahora quedará en el sector un grupo huérfano. Un agente va a ser un empleado de una entidad a coste variable con MiFID II, pues cambia mucho su esquema. Las EAFIs podrían ser una solución y una salida para aquellos que se consideren independientes”, añade. El experto llama a reflexionar y unirse (con fusiones, asociaciones o colaboraciones) para superar las dificultades.
En general, y aunque puede ser el revulsivo para esas uniones, el experto es crítico con una normativa que desvirtuará las exigencias de formación (él defiende el modelo anglosajón, con varios formadores y uno o dos certificadores, frente a la amalgama de titulaciones aceptadas por la CNMV), y que sobre todo incrementará los costes para las EAFIs y llevará a que disminuyan aún más sus ingresos, haciendo incluso algunos negocios “inviables”. Entre las medidas de la normativa que supondrán costes al sector, está la retirada de la “i” de la palabra EAFI, que podría suponer entre 15.000 y 48.000 euros para las entidades, derivados de los cambios de web, logos o papeleo. “Es inmoral y no aporta nada”, comenta.
Otros costes pueden derivarse de que las EAFIS que se declaren independientes van a tener que invertir en tecnología. “Ya no van a valer las hojas Excel que algunas utilizan para medir riesgos y reportar. El coste mensual de una licencia de una plataforma para una EAFI media puede ser des 1.500 a 4.500 euros mensuales”, dice Ricart. Respecto a la bajada de ingresos, señala otra posible consecuencia: puede ser que haya bancos que no quieran trabajar con EAFIS que se declaren Independientes, porque no pueden o no quieren proveer de una “suficiente gama de producto”, lo que implicaría que, “o se suben las tarifas a los clientes o absorbe la EAFI el coste de no percibir retrocesiones”. Pero, en resumen, el impacto de costes de MiFID II va a depender de cada EAFI y su estrategia.
Con todo, desde el Consejo General de Economistas entienden que MiFID II también puede ser una oportunidad porque –frente a otras entidades que prestan servicios de inversión y no solo de asesoramiento–las EAFIs ya venían cumpliendo este requisito de independencia desde el principio, para prestar un servicio de calidad a sus clientes sin conflictos de interés.
Datos a la baja
Sea como fuere, MiFID II será un desafío, en un entorno en el que la facturación, beneficio e ingresos de las EAFIs han bajado en 2016. Según el estudio, la EAFI media en 2016 sufrió una caída del 16% en la facturación (reducida al 4,3% al excluir a ETS y Arcano), frente a la caída del 3,7% de un año antes; del 57,8% en el beneficio (datos excluyendo a las dos mayores EAFIs), del 1,4% en los fondos propios y del 1,9% en el empleo.
Concentración
Otro dato clave del estudio es la concentración del sector, que se relaja de forma importante al retirar de la muestra a las dos mayores, ETS y Arcano, pero que sigue siendo fuerte, puesto que 30 EAFIs –en torno al 15% de entidades, en número- suponen en torno al 72% de toda la facturación del sector. De hecho,las quince primeras empresas representan el 57,03% de la facturación, el 88,91% de los beneficios, el 43,37% de los fondos propios y el 45,57% de los empleados. Ricart considera excesivos los recursos propios (que en algunos casos superan el 60% de la facturación) si bien habla de lo bien capitalizado que está el sector.
“En base al análisis los datos obtenidos de las cuentas anuales auditadas de 2016, se ha constatado que existe una gran dispersión en el tamaño de las EAFI. Mientras que hay ocho que facturan más de 1 millón de euros, que supone el 46% de la facturación del total de las personas jurídicas analizadas, hay 50 entidades que facturan menos de 150.000 euros y que suponen el 7% del total. La EAFI media factura 306.084 euros con unos beneficios de 17.568 euros, y solo 39 EAFIs de las 123 analizadas han facturado más de la media”, añade Ricart.
Otro dato importante: a partir de los datos de la CNMV de facturación y patrimonio asesorado en 2016, la comisión media aplicada a los clientes del total de EAFIs analizadas da un 0,18% y asesora a un patrimonio medio de sus clientes de entre 61 y 167 millones de euros.