En los últimos años se han realizado muchos estudios académicos, informes de organizaciones no gubernamentales (ONG) y planes industriales centrados en mejorar la gestión del agua y reducir el uso ineficiente de la misma. Sin embargo, todavía nos enfrentamos al problema de una crisis mundial por su escasez, como destaca el informe “Solutions for a Global Water Crisis” elaborado por Citi GPS.
En la última década ha habido mejoras en el uso de los recursos hídricos, pero todavía se estima que 800 millones de personas no tienen acceso a agua limpia y unos 4.000 millones viven con escasez de agua al menos un mes al año. Varias regiones también están agotando sus recursos de agua dulce a un ritmo muy rápido – muchas de las principales cuencas hidrográficas en los países desarrollados y en desarrollo, se enfrentan a niveles extremadamente altos de estrés hídrico.
El informe de Citi GPS sostiene que el agua está mal gestionada en muchos de estos lugares. Su precio está infravalorado, subvencionado y en algunos casos es gratuito. En muchas regiones este uso insostenible se hace patente cuando ocurre una crisis como una inundación o una sequía. Un ejemplo típico de esto es California, donde la sobre-extracción de agua subterránea ha sido en gran parte ignorada, hasta que una sequía golpeó la región, costando al estado aproximadamente 2.700 millones de dólares al año.
El agua es vital no sólo para la producción de alimentos, sino también para la producción de energía, para la extracción de materiales, para mantener los servicios de los ecosistemas acuáticos, para el sustento de las personas y no menos para la economía. A pesar de representar sólo un poco menos del 4% del PIB mundial en 2014, el sector agrícola consume la mayor parte de los recursos de agua dulce del mundo (estimados en un 70%), frente al 23% de la industria y el 8% para el uso municipal.
El negocio tal y como está diseñado actualmente tiene poco futuro ya que la demanda mundial de agua se espera que casi se duplique en los próximos 15 años. Con la disminución de los suministros en muchas regiones esto podría convertirse en una crisis mundial del agua que afecte a las comunidades, las industrias, la producción de alimentos y el medio ambiente. Hay, sin embargo, una serie de soluciones disponibles que, en palabras del profesor Keith Richards, pueden convertirlo en «sostenible, colaborativo y adaptativo».
La inversión en las infraestructuras necesarias es una parte de la solución. A nivel mundial, se necesitan entre 7,5 y 9,7 billones de dólares en inversiones relacionadas con el saneamiento y equipamiento. Por un lado, en los países desarrollados es necesario invertir para mejorar y mantener la infraestructura envejecida, mientras que en los países en desarrollo se necesitan inversiones para construir nuevas infraestructuras.
Otras soluciones incluyen la tarificación eficiente del agua, el desarrollo de acuerdos negociables para fomentar la asignación eficiente de agua y una regulación adecuada. La tecnología también tiene un papel importante que desempeñar – por ejemplo, los medidores inteligentes animan a los usuarios a comprender sus prácticas de consumo y la agricultura de precisión permite a los agricultores recopilar datos en tiempo real sobre el tiempo, el suelo y la madurez del cultivo.
No son pocas las soluciones, pero encontrar la combinación más adecuada es una cuestión de buen gobierno en cada comunidad. Es, sin embargo, imperativo que lo hagamos bien esta vez, ya que de lo contrario estaremos inmersos en una crisis mundial del agua.