Ya casi nadie ve la televisión. O, al menos, no lo hacen (hacemos) de la forma en la que lo hacíamos antes: sentándonos frente al aparato y aceptando sin protestar el contenido que las cadenas decidían emitir. Ahora los que decidimos qué ver y cuándo somos los consumidores y esta tendencia, derivada de la “era Netflix” está causando estragos en los grupos de comunicación tradicionales.
Según datos recopilados por Fidelity, este año los consumidores estadounidenses dedicarán la mitad de su consumo de contenidos a los medios digitales y solo un tercio a la televisión, lo que supone un vuelco total con respecto a lo que ocurría hace cinco años; actualmente, la radio y los medios impresos suponen un 12% o menos cada uno.
Las nuevas plataformas más grandes, como Netflix, YouTube, Amazon Prime, Google, Facebook, etc., cuentan con canales de distribución muy consolidados y están centrándose en contenidos de alta calidad para atraer a los usuarios y que pasen más tiempo en ellas. La publicidad en vídeo está creciendo, por lo que, a mayor volumen de contenidos, mayor número de espectadores e ingresos publicitarios.
“Los creadores de contenidos (empresas de televisión y medios digitales), los consolidadores de contenidos (redes sociales) y los distribuidores de contenidos (empresas de telecomunicaciones y cable) se encuentran inmersos en una guerra despiadada por los contenidos, una batalla a lo Juego de Tronos por la supremacía en los contenidos digitales y la fidelidad de los usuarios”, afirma Jamie Lewis, analista asociado del sector de telecomunicaciones de EE.UU.
Sin embargo, estos nuevos canales necesitan que la red sea neutral para mantener su posición, de modo que los consumidores tengan libertad para acceder a sus páginas web y descargar la información a la misma velocidad, con independencia de la página en la que estén, algo que dista de estar garantizado con la nueva administración estadounidense. “Si desaparece la neutralidad de la red, las oportunidades para que los proveedores de telecomunicaciones se beneficien de un enfoque más diferenciado y cada vez más personalizado del suministro de contenidos se vuelven, de repente, más lucrativas”, añade Lewis.
Esta amenaza no ha pasado desapercibida a los proveedores de telecomunicaciones tradicionales, que en la última Encuesta de Analistas de Fidelity confirmaban sus planes para invertir más ante la expectativa de nuevos cambios en el sector y el marco normativo, por ejemplo, para poder beneficiarse más de la creación y distribución de contenidos. En opinión del experto, “el propio negocio de la distribución de contenidos no suele ser muy lucrativo para los proveedores de telecomunicaciones, pero sí les permite discriminar en precios de forma agresiva y ofrecer contenidos con publicidad segmentada a partir de su conocimiento sobre los espectadores”
Se necesitan, por lo tanto, más inversiones en nuevas tecnologías (cables de fibra óptica, 4G y 5G) y los modelos de negocio están cambiando, a lo que hay que sumar la posibilidad de nuevos movimientos de concentración. Desde Fidelity pronostican que seguirá habiendo un elevado volumen de fusiones y adquisiciones tras una serie de movimientos estratégicos de concentración. “Esta necesidad de contenidos es lo que ha llevado a AT&T a lanzar una oferta por Time Warner y da una idea de cómo espera Comcast monetizar cada vez más su inversión en NBC”, concluye Lewis.