Con el freno de la actividad, el teletrabajo, los nuevos patrones de consumo y la incertidumbre sobre el futuro se ha registrado un aumento considerable del ahorro forzoso y del ahorro por precaución. Esta situación abre un nuevo debate sobre la amenaza del ahorro para la salida de la crisis económica.
Desde Value School defienden la teoría del ahorro como método de crecimiento económico y bienestar social. Para el experto en formación financiera de Value School, Luis Alberto Iglesias: “En España el ahorro es especialmente contra cíclico. Los españoles ahorran en las épocas de vacas flacas y consumen más, reduciendo su ahorro hasta mínimos, en épocas de vacas gordas. En lugar de aprovechar las épocas de bonanza y auge de la economía para aumentar nuestro ahorro, optamos por apretarnos el cinturón cuando la recesión -y a veces hasta la depresión- reduce nuestros ingresos, recorta nuestros salarios o nos deja sin empleo y nos aboca a vivir de subsidios o ayudas estatales. Y no es lo más sensato. Los ahorradores deberían, al contrario, crear un robusto colchón de ahorro para imprevistos cuando mejor van las cosas, que les permitiría mantener su nivel de vida y gasto cuando las circunstancias empeoren”.
Son muchos los analistas que defienden la teoría paradójica según la cual ahorrar provoca un menor nivel de consumo y, por tanto, deprime la actividad económica y su capacidad para mejorar. Para Value School esta ideología sobre el gasto como principal motor de la economía no es correcta y aseguran que el ahorro no lastra la recuperación.
Cuando se cree que es el gasto hace crecer a la economía, se inyecta dinero en el sistema para estimular la economía. Pero, estas medidas de estímulos de los bancos centrales y de los gobiernos siempre terminan provocando inflación y generando mucha deuda.
El ahorro mantenido en forma de saldos positivos de tesorería en las cuentas corrientes y depósitos a plazos facilita la financiación e impulsa la recuperación económica y la creación de riqueza en la sociedad. Además, el ahorro acumulado en periodos de actividad permite amortiguar los efectos de las crisis y mantener un nivel de vida y gasto.
“Los enemigos el ahorro piensan que los ahorradores aborrecen consumir. Nada más lejos de la realidad. El ahorrador ahorra ahora para consumir más tarde, y normalmente en bienes y servicios de mayor valor y sofisticación”, añade Iglesias.
Sin embargo, advierten sobre la ineficiencia de las huchas. “Las cuentas corrientes y depósitos en que guardamos nuestro ahorro tienen un agujero invisible por el que se escapa a chorros más o menos copiosos lo que con tanto esfuerzo acumulamos: los economistas lo llaman inflación y es el motivo por el que desde hace décadas ahorrar no es suficiente”, comenta Luis Alberto Iglesias.
Según datos de Inverco, en el tercer trimestre de 2020 los españoles mantenían en efectivo, cuentas corrientes y depósitos a plazo, casi 1 billón de euros que desde enero a diciembre de 2020 perdieron un 0,4% de su poder adquisitivo (cifra moderada gracias al nivel de inflación anormalmente bajo). No obstante, de enero de 2018 a diciembre de 2020, la pérdida acumulada de poder adquisitivo ocasionada por la inflación ascendió al 2,5%. Por este motivo, ahorrar no es suficiente y requiere una protección contra esa perdida de valor para ser eficiente. El dinero ahorrado debe protegerse en productos de inversión cuyo rendimiento, después de gastos y comisiones, sea igual o superior que la tasa media de inflación esperada para no perder dinero. Cualquier inversión que produzca menos de un 2,5% anual en promedio, nos hará perder dinero.