Según la reciente publicación de Boston Consulting Group «Flipping The Script on Climate Action», los costes económicos del cambio climático superan ampliamente el impacto económico que representaría una fuerte inversión con el objetivo de descarbonizar el planeta.
Los nuevos avances y desarrollos en las tecnologías bajas en carbono han demostrado que la reducción de emisiones tiene cada vez más un impacto económico positivo. Para muchos países, esa reducción de emisiones se traduce en un aumento del PIB. El informe en el que se plasman estas conclusiones ha sido difundido por el nuevo Centro para la Acción Climática (CCA, por sus siglas en inglés) de BCG, un centro experto especializado que tiene como objetivo ayudar a las empresas, gobiernos y organizaciones del sector social a liderar la transformación tecnológica y económica necesaria para abordar la creciente amenaza del cambio climático.
«Se trata de un desafío global para las próximas décadas, uno de los temas más críticos para muchos de nuestros clientes y un claro imperativo de liderazgo para BCG», destaca el coautor de la publicación Michel Frédeau, Líder Global de Clima y Medioambiente de BCG. «La buena noticia es que las grandes reducciones de emisiones no sólo son posibles, sino que también tienen sentido desde el punto de vista económico».
El precio de no cuidar el planeta
La publicación analiza las disyuntivas a las que se enfrentan los distintos agentes a la hora de abordar el cambio climático y muestra que el calentamiento no controlado reducirá el PIB global en 2100 hasta en un 30%, con riesgos adicionales significativos dados los efectos de gran alcance del aumento global de la temperatura y nuevas pruebas que apuntan continuamente a impactos negativos más dramáticos de lo previsto.
En comparación directa, estas cifras son mucho mayores que los costes económicos de tomar medidas. Según el informe, la mayoría de los países ya pueden cumplir con alrededor del 80% de las exigencias del Acuerdo de París sin necesidad de recurrir a tecnologías no maduras o aún no desarrolladas. Por ello, es probable que el impacto económico relativo de la reducción drástica de las emisiones de CO2 sea ligeramente negativo o incluso positivo para muchos países (representará alrededor del +/- 1% del PIB nacional en 2050).
Basándose en este impacto económico positivo, los autores del informe exhortan a los gobiernos, las compañías y los inversores a que intensifiquen sus esfuerzos para reducir las emisiones de CO2. En ausencia de un marco regulativo internacional y un precio global de las emisiones, los gobiernos deben tomar medidas unilaterales mediante la adopción de esquemas de fijación de precios sobre las emisiones de CO2 a nivel nacional, subsidios a tecnologías verdes y modelos de regulación a nivel sectorial vigentes. Por su parte, las empresas deben definir una hoja de ruta propia hacia la reducción total de sus emisiones y acelerar las iniciativas que ya tienen un impacto económico positivo o neutro, al tiempo que desarrollan las nuevas tecnologías que desempeñarán un papel cada vez más importante en las próximas décadas. Aquellos sectores con dificultades para reducir emisiones deben tomar medidas y asociarse con competidores, clientes y proveedores en iniciativas que permitan compartir los riesgos de las grandes inversiones en la investigación y el despliegue de nuevas tecnologías.
“Necesitamos una ofensiva climática integral”
Dada la urgencia a la hora de actuar contra el cambio climático, BCG ha integrado su capital intelectual, liderazgo en innovación, y experiencia en esta área en un Centro para la Acción Climática. El CCA respaldará el impulso global para la descarbonización y ofrecerá a las organizaciones herramientas para lograr reducir las emisiones de dióxido de carbono al enfocarse en tres áreas: estrategia comercial, operaciones y participación de todos los agentes implicados. También trabajará con los gobiernos, las ONG y los grupos del sector social para definir e implantar estrategias que logren reducir las emisiones.
A medida que las empresas reorienten su estrategia para impulsar su propia transformación hacia modelos operativos con bajas emisiones de carbono, CCA trabajará con ellas para evaluar el impacto comercial y de cartera en una variedad de escenarios climáticos futuros. En lo que respecta a las operaciones, el CCA ayudará a las empresas a identificar y seguir el camino más rentable para la reducción de emisiones, tanto en sus propias operaciones, como en sus cadenas de suministro. Asimismo, colaborará con las organizaciones en sus esfuerzos para comprometerse con la agenda de acción sobre el cambio climático de sus stakeholders internos y externos.
«El Centro para Acción Climática de BCG se ha creado en un momento crítico, cuando tanto las empresas como los gobiernos necesitan acelerar los avances para reducir las emisiones de carbono», afirma Patrick Herhold, Managing director y partner de BCG. “Como detallamos en nuestra publicación, se está generando un impulso real de las empresas con bajas emisiones, a medida que estas reinventan sus modelos de negocio y descarbonizan sus operaciones. El CCA se involucrará con los líderes empresariales y gubernamentales y será un catalizador del impacto climático”