La Asociación de banqueros internacionales de Florida, FIBA, ha celebrado recientemente en Miami una de sus conferencias más multitudinarias y prestigiosas de su agenda, FIBA Anti-Money Laundering Compliance Conference, a la que han asistido casi 1.500 profesionales y casi 100 ponentes, representando a directivos de la industria financiera internacional, supervisores, reguladores, políticos y otros expertos.
Entre las principales conclusiones de las sesiones que tuvieron lugar en el hotel Intercontinental de Miami se incluye el convencimiento de que no existen lagunas en la reglamentación que lucha contra el blanqueo de capitales (AML, por sus siglas en inglés), ya que los países de América Latina han avanzado satisfactoriamente en este ámbito, aunque queda trabajo por hacer en términos de implementación efectiva.
A lo largo de las diferentes jornadas también se concluyó que se está mejorando en el ámbito del intercambio de información; y que el hecho de que los asuntos cibernéticos se estén entrelazando con AML exige una mayor colaboración entre los equipos de las instituciones financieras dedicados a ambos asuntos; que, aunque KYCC (conocer al cliente de su cliente) no es un estándar obligatorio de debido cumplimiento, es razonable para eliminar alertas; y que los reguladores buscarán más colaboración público/privada pues no pueden hacer el trabajo ellos solos.
Los ponentes señalaron la importancia del intercambio de información dentro de los bancos internacionalmente activos y la necesidad de la clara evaluación del riesgo; además de recomendar que “se documente todo, se documente todo y se documente todo”. En cuanto a las relaciones de corresponsalía, se señaló que la transparencia y el momento oportuno de hacer las cosas marcarán una gran diferencia para las instituciones financieras extranjeras en sus relaciones con los bancos corresponsales.
Por otro lado, se consideró que mientras que la innovación es «lo primero y central» en los bancos más grandes, la supervivencia es la principal preocupación para los bancos más pequeños, aunque el riesgo de no disponer de las capacidades adecuadas representa una amenaza real tanto para las grandes como para las pequeñas entidades.
Una última conclusión: la tecnología es una gran herramienta; sin embargo, no debe reemplazar el juicio humano.