2019 ha comenzado con una economía global que da señales de fortaleza desde el punto de vista cíclico. Sin embargo, hay varias razones que llevan a pensar que el crecimiento relativamente robusto de los últimos dos años se debilitará. En este sentido, el análisis de Hans Bevers, economista jefe de Bank Degroof Petercam, apunta que los próximos meses veremos una ralentización de la economía mundial.
En primer lugar, Bevers apunta, lo que él llama, la “absorción de la sobrecacapidad”. Según explica, “hoy en día, la sobrecapacidad masiva resultante de la Gran Recesión ha disminuido en gran medida. Las estimaciones al respecto no son evidentes, pero según la mayoría de las instituciones internacionales, la brecha de producción (la diferencia entre la actividad económica real y la actividad económica potencial) se cumple casi por completo en la mayoría de las regiones. Lógicamente, esto significa que el margen de recuperación económica ha disminuido considerablemente”.
En segundo lugar, señala el progresivo endurecimiento de la política monetaria. Tras la subida de tipos realizada por la Fed en diciembre de 2018, para este año, debería continuar por la misma senda ascendente. Sin embargo, este aumento en los tipos de interés debería empezar a pesar sobre la actividad económica. En Europa, de momento, la política monetaria sigue siendo extremadamente flexible.
Otro elemento que tendrá un gran influencia sobre la marcha de la economía global será, según Bevers, los efectos de la retirada del estímulo fiscal de Estados Unidos. “La economía estadounidense está en una fase de expansión cíclica. Los indicadores de confianza se dispararon, la actividad económica en el segundo y tercer trimestre superó el 3% y la tasa de desempleo se redujo a niveles históricamente bajos. Los principales esfuerzos por estimular la economía mediante la política fiscal de Trump se están haciendo este año, pero el efecto disminuirá en los próximos ejercicios”, explica.
Las dos últimas razones que destaca Bevers son la desaceleración económica de China y las tensiones comerciales. Sobre China, explica que el crecimiento del crédito ha disminuido, lo cual aún no ha tenido un impacto significativo en el país; sin embargo, la historia nos muestra que la consecuencia siempre ha sido una desaceleración de la actividad económica. Por ello, el gobierno chino ya ha tomado medidas de estímulo monetario y fiscal para anticiparse a la situación.
Muy relacionado con China está el riesgo de las tensiones comerciales, que tanto puede frena el crecimiento global. “Por supuesto, la amenaza de un proteccionismo cada vez más fuerte no está ayudando a estimular el crecimiento. Trump impuso aranceles a la importación sobre el acero y el aluminio, puso patas arriba la cumbre del G7 en Canadá y promovió impuestos a los productos chinos por valor de 250.000 millones de dólares. El futuro no está claro, pero, en cualquier caso, los indicadores de confianza sugieren una tendencia a la baja en el crecimiento del comercio mundial”, concluye el economista jefe de Bank Degroof Petercam.