La Comisión Europea ha publicado la sección dedicada al clima de su taxonomía de la UE, un sistema de clasificación dinámica que ayudará tanto a inversores como a empresas a identificar qué actividades económicas son medioambientalmente sostenibles y a cuantificar su impacto positivo.
Desarrollada por el Grupo Técnico de Expertos en finanzas sostenibles de la CE, el sector financiero podrá emplear la herramienta de clasificación de la taxonomía para dirigir el capital hacia objetivos medioambientales. Se ha diseñado con el fin de potenciar el crecimiento de la economía limpia mejorando el rendimiento medioambiental de las industrias y fomentando su transición hacia una economía libre de emisiones de carbono.
Establece los criterios de análisis técnico de aquellas actividades económicas que pudieran realizar una aportación sustancial a alguno de los seis objetivos medioambientales de la UE sin perjudicar al resto. Los objetivos son mitigar y adaptarse al cambio climático, el uso sostenible y protección de los recursos hídricos y marinos, la transición hacia una economía circular, la prevención y reciclado de residuos, la prevención y control de la contaminación así como la protección de los ecosistemas saludables.
Al ofrecer un marco coherente y definir un lenguaje común para los productos financieros sostenibles, esta taxonomía garantiza una transparencia total en lo que respecta a sus objetivos y repercusión, y pretende acabar con el “greenwashing”, o ecopostureo. Además, permite que los participantes del mercado financiero accedan a la información necesaria para tomar decisiones informadas sobre cómo asignar y cuantificar las inversiones medioambientalmente sostenibles.
En opinón de Helena Viñes Fiestas, responsable global de administración y política de BNP Paribas AM y miembro del Grupo Técnico de Expertos, «con la publicación de la primera fase de la taxonomía, relativa al cambio climático, se proporciona transparencia y orientación para que las inversiones futuras puedan encaminarse hacia objetivos sostenibles. Se trata de algo vital dado que Europa tiene que atraer unos 290.000 millones de euros al año de capital privado destinados a actividades sostenibles para tan solo cumplir con los objetivos relativos al cambio climático. Tanto los inversores como las empresas y el sector público saldrán beneficiados, y supone todo un hito a la hora de definir los productos financieros ecológicos.”