Las redes sociales y las nuevas tecnologías generan muchas inquietudes, pero también han aportado grandes beneficios a la salud mental de niños y adolescentes. Esta fue una de las cuestiones que quiso dejar claras María Concepción Guisasola, doctora en medicina y coordinadora científica de la Fundación Alicia Koplowitz, durante la rueda de prensa en la que presentó las XIV Jornadas Científicas, que se celebrarán los días 24 y 25 de octubre en el Auditorio Castellana 33 de la Mutua Madrileña.
Las ponencias y mesas redondas se centrarán en el «Impacto de las Redes Sociales y las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la salud mental infanto-juvenil» y, como novedad, se entregará el I Premio a la Investigación Alicia Koplowitz, que estará dotado con 3.000 euros y distinguirá el mejor trabajo de investigación científica publicado en 2018 por jóvenes investigadores (menos de 40 años) socios de la Asociación de Científicos en Salud Mental del Niño y Adolescente – Fundación Alicia Koplowitz.
Durante su intervención, la doctora Guisasola explicó, basándose en publicaciones de investigadores, que el uso de internet, “y especialmente de las redes sociales”, favorece la práctica de violaciones, entre las que incluyó la intromisión en las cuentas de los sitios de las redes sociales, la creación de perfiles falsos para provocar, las amenazas e, incluso, las invitaciones al suicidio. Por eso, el Comité Organizador de las XIV Jornadas Científicas se decantó por abordar el impacto de redes sociales y TIC en la salud mental infanto-juvenil, “buscando dar respuesta a las inquietudes de los padres respecto a la salud mental de sus hijos, dado que el uso y abuso de las nuevas tecnologías y la realidad virtual generan muchos interrogantes” a los progenitores.
La coordinadora científica de la Fundación Alicia Koplowitz justificó también la temática de las Jornadas en que las adicciones relacionadas con los usos tecnológicos están creciendo exponencialmente desde 1995, época en la que se les aplicó el término «adicción a Internet’, reconocida por la OMS como una enfermedad de salud en la undécima revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades.
Además, ofreció datos de varios estudios y encuestas sobre el uso de internet por los jóvenes, como un informe la Unión Internacional de Telecomunicaciones de 2017 que muestra que Internet lo utiliza el 80% de la población de entre 15 y 24 años de 104 países estudiados, otro de Brasil que eleva esta cifra a más del 82% entre los 15 y los 19 años y uno más de EE.UU. que la aumenta al 93% en el caso de los adolescentes de entre 12 y 17 años.
Guisasola citó, asimismo, otros análisis que reflejan que el uso de las redes sociales se ha convertido “en una importante actividad de ocio” que genera una necesidad de estar conectado constantemente, “lo que ha llevado a los investigadores a apreciar un empobrecimiento de las habilidades sociales”, ya que los individuos siempre están conectados a través de la tecnología, “pero en realidad están aislados”.
Ante esta situación, señaló que los expertos consideran que “existe una creciente evidencia científica que sugiere que el uso excesivo de las redes sociales o de contactos puede conducir a síntomas tradicionalmente asociados con las adicciones o sustancias”. Entre esos síntomas, enumeró la pérdida de la capacidad de control, modificación del estado de ánimo, tolerancia, abstinencia y recaída, que entran dentro de los componentes de la citada adicción a Internet.
Guisasola repasó, por otra parte, otras dolencias que recientes investigaciones han asociado al uso excesivo de las redes sociales, como el FOMO (fear of missing out, miedo a perderse algo), “un temor generalizado a que otros puedan estar teniendo experiencias gratificantes de las cuales uno está ausente”, o la Nomofobia, “temor intenso a estar sin el teléfono móvil”, y, “por supuesto”, el ciberbullying, al que calificó como un “problema social, además de un problema de salud pública”. Este último, explicó, es aún más grave que el acoso común, ya que se realiza bajo el escudo del “anonimato”.
Pese a todo lo anterior, el Comité Organizador de las Jornadas Científicas ha querido romper una lanza en favor de los avances tecnológicos y su influencia en los menores. En este sentido, Guisasola apuntó que “las redes sociales y las nuevas tecnologías han aportado grandes avances y beneficios a la salud mental de niños y adolescentes, especialmente desde el punto de vista de la detección precoz, el diagnóstico y el tratamiento”. Como ejemplo de ello, destacó la labor del Proyecto DetectaWeb, un protocolo de detección dirigido y desarrollado por psiquiatras y psicólogos españoles en el que han colaborado colegas holandeses. Permite detectar prematuramente y prevenir futuros trastornos emocionales, lo que ahorra costes y ofrece más agilidad en la evaluación y análisis de resultados.
Por lo que respecta a los tratamientos, enumeró como ventajas de las TIC la capacidad para llegar a quien lo necesite con costes razonables o la facilidad para implementar las intervenciones diseñadas para abordar diferentes trastornos psicológicos. Unos beneficios cuyo potencial es mayor en el caso de niños y adolescentes debido a que son “nativos digitales”. Como ejemplos, enumeró la eficacia de las aplicaciones de realidad virtual como herramienta de intervención en el ámbito de la psicología clínica y de la salud, demostrada desde hace casi dos décadas, o el uso de los «serious games» para promocionar la salud en diversos campos.
No obstante, destacó que las aplicaciones basadas en TIC diseñadas para mejorar las intervenciones con niños o adolescentes todavía no han logrado la misma expansión que en el caso de los adultos, por lo que auguró que “experimentarán un desarrollo notable en un futuro próximo”.