Es importante conocer y saber cuáles son los retos a los que se enfrenta el sistema de pensiones público para planificar nuestro futuro. El primer pilar de las pensiones es la cobertura que nos ofrece el estado, pero esta no debe ser nuestra única fuente de ingresos, también debemos tener en cuenta el segundo pilar, los planes de empleo, y el tercer pilar, el ahorro individual. A estos tres pilares básicos de la pensión, desde Willis Towers Watson (WTW) añaden uno más, la innovación.
Este último hace referencia a las nuevas soluciones tecnológicas que atraen el interés de personas más jóvenes. No generan grandes rentas, pero si es importante a la hora de concienciar. Algunos ejemplos son el ahorro por consumo o redondeo.
El peso de estos pilares no es igual, y forman una pirámide en la que la cobertura del estado está en la base, seguida de la previsión social empresarial, la individual y, por último, la innovación. Sin embargo, según alertan desde WTW esta jerarquía debe reconfigurarse debido a los problemas de sostenibilidad al que se enfrenta el sistema público de pensiones.
¿Cómo es nuestro sistema público?
Nuestro sistema es de reparto y se basa en el principio de la solidaridad intergeneracional, donde las prestaciones de los jubilados se financian con las contribuciones de los trabajadores de ese momento.
Asimismo, se basa en tres principios más: el principio de proporcionalidad contributiva (cuanto más cotizas más percibes, aunque tiene limitaciones, ya que hay una pensión máxima), el principio de gestión pública y el de suficiencia. Además, el sistema tiene dos niveles de prestación. El primero es el contributivo, dirigido las personas que han ido realizando cotizaciones, y el no contributivo, orientado a aquellas personas que no pueden acceder porque no han cotizado lo suficiente o no han cotizado.
Las reformas del sistema en los últimos años
En 2011 se introdujo una reforma a través de la cual la edad de jubilación aumentaría progresivamente hasta llegar en 2027 a los 67 años. En ese momento, los trabajadores con 38 años y medio sí tendrán derecho a jubilarse con 65 años.
En 2013 se introdujeron dos concetos nuevos: el índice de revalorización de las pensiones y el factor de sostenibilidad. El primero, según han explicado los expertos de la entidad, hace que el incremento anual de las pensiones deje de estar vinculado a IPC, y se establece una fórmula que tiene en cuenta la “salud de las cuentas de la Seguridad Social”. Sin embargo, este mecanismo está suspendido desde 2018 en favor del IPC y hay escasas expectativas de que se vuelva a adoptar, optándose en su lugar por una media del IPC de los últimos 3 años.
El factor de sostenibilidad vincula la cuantía de las pensiones a la evolución de la esperanza de vida. En la medida que aumenta la esperanza de vida, disminuye la cuantía de las pensiones dado que se presume que se van a percibir durante más tiempo. Iba a entrar en vigor en 2019, pero se ha retrasado a una fecha “no posterior al 1 de enero de 2023”. Sin embargo, desde la Unión Europea se apremia a incorporar una medida correctora de este tipo.
Los desafíos del sistema
El principal desafío es demográfico. En 2050 tendremos más de 15 millones de mayores de 65 y el año que viene comienza a jubilarse el baby boom, la cohorte generacional más numerosa, con carreras largas y sueldos más altos. “Es algo a lo que se están enfrentando todos los países desarrollados y poco se puede hacer con medidas de corto plazo, por lo que será necesario el ahorro complementario”, señala Rafael Villanueva, Manager en el área de Retirement de WTW, en uno de los webinar organizados por la entidad dentro de su programa School of Pensions.
La nómina mensual de las pensiones contributivas excede los 10.000 millones de euros, un 61% más de lo que se gastaba en 2008. El déficit de la Seguridad Social a cierre de 2020 era de 29.685 millones de euros (2,6% del PIB), un récord histórico. Este déficit quedó notablemente paliado por las transferencias procedentes del Estado, de 22.000 millones de euros.
“Esta situación de déficit exigirá buscar nuevas vías de financiación (impuestos o deuda), dado que se afronta con un saldo en el Fondo de Reserva de la Seguridad Social que no permitiría abordar una nómina mensual”, recuerda Villanueva.
¿Qué se van a encontrar los futuros pensionistas?
Existe una dualidad en cuanto a la sostenibilidad y la suficiencia de las pensiones. ¿Se debe asegurar una u otra? “En este entorno, y bajo consenso de muy diversos organismos, la tasa de sustitución de las pensiones tenderá a converger con la de países del entorno, pudiendo bajar del 50% a mediados del presente siglo. Esto supone un descenso del 30% en las tres próximas décadas”, explica Villanueva.
En este escenario, el ahorro complementario deberá cubrir esa brecha, debiendo asumir el individuo la responsabilidad personal de complementar sus ingresos hasta un nivel suficiente. Una jubilación tranquila pasará por haber ahorrado durante toda la vida profesional.
Existe consenso en que el sistema deberá seguir cambiando para adaptarse a estos retos. Sin embargo, hay algunas medidas que se plantean que no contribuyen a la sostenibilidad del sistema. Por ejemplo, suspender el Índice de Revalorización de las Pensiones y el Factor de Sostenibilidad solo hará ahondar en el déficit de la Seguridad Social, alertan desde WTW.
La edad de jubilación, posiblemente, seguirá aumentando. Algunos expertos hablan de vincular la edad de jubilación a la esperanza de vida. En cualquier caso, se pretende acercar la edad efectiva de jubilación a la edad legal de jubilación, ya que la primera sigue siendo sensiblemente inferior a la segunda, por el efecto de las jubilaciones anticipadas. Se encuentra, en media, en 64,5 años. En este sentido, el Gobierno maneja dos medidas no excluyentes: penalizar más las jubilaciones anticipadas y bonificar más la jubilación diferida.
También podríamos ver cómo se implementa una fórmula de cálculo de la pensión basada en la vida laboral completa. Entre 2013 y 2022 el periodo de cotizaciones computables está aumentando desde los últimos 15 años de vida laboral hasta los últimos 25. El gobierno ha declarado que valora incrementar de nuevo este periodo, hasta los últimos 35 años.
Desde el lado de los ingresos, podría producirse la eliminación del tope de la base de cotización. Actualmente, se encuentra topada a 4.070,10 euros, por lo que cualquier salario por encima de dicho nivel no cotiza a la Seguridad Social. Destopar la base máxima tendría importante incidencia en los costes laborales y debería además ir acompañada de un incremento en la pensión máxima para no dañar la contributividad del sistema.