España está envejeciendo, vivimos más y vivimos mejor. Hay personas que incluso afirman que en pocos años cuando tengamos 80, nos sentiremos como treintañeros. Ante este cambio demográfico tan grande, muchos sistemas o industrias entran en jaque y se pone en duda la futura supervivencia del ahorro a largo plazo o las pensiones. Estos expertos señalan que, ante esta victoria contra la vejez, las personas podrían trabajar todo el tiempo que quisieran y, por lo tanto, simplemente se tomarían periodos de la vida sabáticos, para tener hijos o para formarse o simplemente para disfrutar, que combinarían con períodos de trabajo, por lo que las pensiones perderían todo el sentido.
Sin embargo, Pilar González de Frutos, presidenta de Unespa, en su discurso dentro del «III encuentro económico-asegurador. Futuro económico y tendencias en el sector asegurador” organizado por la mutualidad de la abogacía, ha afirmado que ella no contempla este escenario, “no veo el fin de la industria de las pensiones por ningún lado. Porque si los superhombres del futuro, ésos que van a tener 32 años incluso cuando haga ya un siglo que nacieron, pretenden no pasarse toda esa vida trabajando e instrumentar periodos de descanso o placer, ¿cómo piensan financiar esos momentos sin ingresos?”.
Siguiendo este hilo, la experta ha señalado que los ciudadanos de este siglo tienen la obligación de diferir rentas sí o sí, ya que su dinero les tiene que durar 10 años más que a su padre y 20 más que a su abuelo. “En realidad, el gasto que diferimos hoy nos tiene que llegar para el mismo tiempo que ayer más 0,0007 partes más. No parece mucho, cierto; pero es un efecto constante, que nunca para”, ha explicado. Ante esto, Pilar González de Frutos considera que los ciudadanos tienen dos opciones: o estar pendiente de ese 0,0007 silencioso o transferirle ese trabajo a un tercero, que es el asegurador de vida.
Los retos de la industria
En este sentido, la presidenta de Unespa, se sorprende de que se ponga en duda los dos mecanismos que más se necesitan, las pensiones de reparto y el ahorro a través del seguro de vida. Pero sí opina que vayan a sufrir numerosos retos y dificultades. En su opinión, el primero son los tipos de interés ya que es la principal materia prima de la que están hechos los seguros de ahorro, y para que el interés compuesto se despliegue hacen falta tipos de interés reales positivos.
“En Europa, en general en el mundo desarrollado, hemos renunciado a esto y hemos preferido un estatus quo macroeconómico basado en recibir chutes constantes de demanda para las deudas públicas, y así no tener que salir al balcón y decirle al electorado que hay que pisar el freno del gasto”, ha señalado González. Cuyas consecuencias, según señala, las veremos en el próximo periodo recesivo, que “nos pillará sin herramientas monetarias que usar para quebrar el ciclo”, añade. Sin duda estos son retos importantes, pero según la experta, no ponen al seguro en cuestión.
“Lo que da sentido a un producto o servicio es que sea necesario para quien puede comprarlo. Las necesidades de ahorro son crecientes y eso quiere decir que la sociedad española seguirá ahorrando; es más, lo deseable es que incremente su ahorro y lo diversifique, procesos que potencialmente beneficiarán al seguro”, añade.
Sin embargo, en este ambiente prolongado de tipos bajos, para la presidenta de Unespa la cuestión es si queremos, como país, que existan alternativas de ahorro para los ciudadanos en las que éstos no tengan que cargar personalmente con los riesgos financieros. “Si la respuesta es que sí, si las condiciones financieras presentan una situación plana, la única alternativa viable es que el reto se adopte mediante la colaboración entre los ámbitos público y privado en el diseño de productos que sean técnicamente sólidos y eficientes, a la vez que estén fiscalmente bien tratados”, explica. Para garantizar todo esto, la experta ha demandado que se necesita que los aseguradores sean excelentes gestores. Los reguladores, por lo tanto, deben de ser conscientes de para qué se ofrecen los productos de ahorro, cuál es su función social, y plantearse la mejor manera de seguir garantizando esa función, “sin erosionar nunca el mandato fundamental de todo mercado asegurador, que es la solvencia”, explica.
En este sentido, Pilar González, afirma que los aseguradores están trabajando con el objetivo de que la sociedad española cuente con una red de apoyo social a través de la previsión de la que ahora mismo carece. “Para conseguir esto hace falta no sólo que los empresarios inventemos oferta, innovemos y emprendamos; hace falta que un sector como éste, fuertemente regulado y supervisado, cuente con la complicidad crítica de los que hacen las normas”, demanda González.
El segundo elemento que la experta considera importante en este entorno es el proceso de adaptación del seguro de vida a los desplazamientos de la longevidad. “Éste es un proceso que no es nuevo; lo hemos hecho otras veces. El problema que genera este proceso es su convergencia con la situación de los tipos que nos obliga a estar especialmente vigilantes en torno a la necesidad de actualizar los parámetros por los que calculamos mortalidad y supervivencia. La vía ideal para llevarlo al mejor de los resultados posibles, que no es otra que el diálogo entre industria, supervisor y regulador, para acompasar el proceso a plazos razonables que no generen disrupciones en los procesos de negocio”, ha señalado.
Con todos estos asuntos pendientes sobre la mesa, la presidenta de Unespa ha señalado que tienen una agenda compleja pero que las entidades europeas también tienen un papel que desempeñar. “Es un ejercicio crucial por parte de las autoridades europeas a la hora de lanzar proyectos para conseguir instrumentalizar dentro del sector asegurador y otros inversores institucionales las estrategias de inversiones con valor ambiental, social y de gobernanza; eso que, tomando la parte por el todo, solemos llamar «bonos verdes». El año que viene, 2020, será el año de la revisión del proceso solvencia II, después de tres años de plena vigencia y aplicación en el mercado, con ajustes que se adivinan de gran importancia; y, por último, pero no por ello menos importante, en los próximos meses o años deberemos ver el desarrollo definitivo de las nuevas normas internacionales de información financiera, un proceso muy exigente que con seguridad pondrá a las entidades a prueba”, ha concluido.