Los planes de pensiones permiten reducir directamente de la base imponible del IRPF las aportaciones realizadas durante el año anterior, con un máximo de 8.000 euros o el 30% de los rendimientos netos del trabajo.
Como recuerdan desde Inverco, el diferimiento fiscal durante 20, 30 ó 40 años supone una ventaja fiscal muy relevante, ya que, aunque las prestaciones se gravan al tipo marginal del IRPF, se perciben durante la jubilación (fase en la que los impuestos generalmente son inferiores a los de la etapa activa). «Este diferimiento fiscal permite rentabilizar durante todos esos años las bonificaciones fiscales de cada ejercicio, y amplificar dichos rendimientos debido al efecto que genera el ‘interés compuesto'», explica Inverco.
Por lo tanto, el ahorro fiscal generado año a año (en forma de menor pago en la declaración o de mayor devolución) reinvertido en el propio (o en otro plan de pensiones) hace que el importe acumulado en el momento de la jubilación sea un 40% superior.
a) Con aportaciones de 1.000 euros anuales (menos de 3 euros al día)
Un partícipe que haga una aportación anual de 1.000 euros acumularía un capital de 26.870 euros después de 20 años, sin reinvertir las deducciones fiscales anuales. No obstante, reinvirtiendo en el plan de pensiones, o en otro, el ahorro fiscal de cada año, el saldo final acumulado ascendería a 37.326 euros, es decir, un 40% más.
Por lo tanto, el saldo final acumulado es un 40% superior si se reinvirtiera todos los años el ahorro fiscal.
b) Con aportaciones de 2.000 euros anuales (algo más de 5 euros al día)
Lógicamente, si se duplica la aportación anual hasta los 2.000 euros, el importe acumulado se incrementa proporcionalmente. En este caso, la diferencia que supone la reinversión en el capital acumulado a 40 años, supera los 60.000 euros.
Inverco realiza esta proyección bajo el supuesto de una rentabilidad media anual de los planes de pensiones del 3% y para un tramo de 20.200 a 35.200 euros de base imponible en el IRPF, al que le corresponde un tipo marginal del 30%.