El futuro de las pensiones es uno de los mayores desafíos al que se enfrentará la sociedad en las próximas décadas. Por ello, es necesario que los gobiernos abran espacio para la reflexión en torno a la implementación de las medidas que les darán viabilidad, según concluye el informe Sistemas de Pensiones en perspectiva global, que ha presentado Mapfre Economics y ha sido editado por Fundación Mapfre.
La demografía se sitúa como el principal factor desestabilizador, pero a él se suman otros como el empleo, el nivel de renta o el entorno de tipos de interés que contribuyen a hacer más apremiante la atención de la sostenibilidad de largo plazo de los sistemas de pensiones de jubilación.
En el estudio, que analiza a fondo los sistemas de pensiones de 11 países, se afirma que “es indispensable avanzar cuanto antes hacia una reformulación de los sistemas de pensiones de jubilación que les provea de sostenibilidad y estabilidad en el largo plazo (y, en consecuencia, de mayor equidad), con un mejor balance entre los pilares que los conforman, de forma tal que se limite y mitigue el impacto de la materialización de los riesgos inherentes a su funcionamiento”.
El informe del servicio de estudios de Mapfre también elabora un “Indicador de presión sobre los sistemas de pensiones de jubilación” en base a parámetros de suficiencia y sostenibilidad de los sistemas de pensiones de 45 países.
De los resultados de este análisis se desprende que Europa occidental, junto con Japón y Corea del Sur, son las regiones que muestran la mayor presión, con los sistemas de Europa del Este y Grecia en las primeras posiciones, seguidos de países como Italia, Francia, Portugal o España con altos niveles de presión para la reforma, estos últimos básicamente por la evolución demográfica y demás indicadores relacionados con su sostenibilidad, a lo que se une la escasez de activos en planes de jubilación.
En América Latina, los sistemas de Chile y México presentan un nivel de presión moderado, procedente, básicamente, de los indicadores de insuficiencia de las pensiones para las rentas bajas y medias. En Brasil, la presión hacia la reforma es algo mayor (aunque moderada, en parte por haber acometido parte de esta en los años recientes), y procede de factores relacionados con la sostenibilidad presupuestaria y financiera, así como de la insuficiencia de activos en planes de jubilación.
El factor demográfico es consecuencia de las drásticas caídas de la tasa de fertilidad, combinada con la reducción generalizada de las tasas de mortalidad y su efecto positivo en la esperanza de vida de la población que alcanza la edad de jubilación. La actual pandemia, se explica en el informe, “no parece que será suficiente como para alterar la conclusión principal respecto al aumento sostenido de la longevidad”.
Balance entre pilares
Ante la presión de los riesgos demográficos, económicos y financieros que enfrentan todos los sistemas de pensiones en el mundo, el camino de reforma que ofrece mayores posibilidades de brindar sostenibilidad y estabilidad en el medio y largo plazo, pasa, según el estudio de Mapfre Economics, por “crear un mejor balance entre los diferentes pilares, como forma para redistribuir los riesgos a los que dichos sistemas se encuentran expuestos y, en última instancia, poder absorber de mejor forma los efectos derivados de su potencial materialización”.
Desde un punto de vista instrumental, el objetivo de conformar un mejor balance entre riesgos puede resumirse en los siguientes principios de carácter general:
Mantenimiento y fortalecimiento de un esquema básico de apoyo social (Pilar 0), es decir, de un apoyo mínimo solidario y no contributivo dirigido a los estratos de trabajadores que no logren concluir la carrera laboral que les habría permitido el acceso a una pensión de origen contributivo.
Racionalización de un primer pilar contributivo que combine la solidaridad intergeneracional con el esfuerzo del ahorro individual, aproximando así las prestaciones del sistema a las contribuciones individuales al mismo. En este proceso, medidas como el ajuste de la edad de jubilación (la que mayor sensibilidad ha mostrado para alcanzar ese objetivo), junto con el ajuste en las tasas de contribución, constituyen las dos herramientas esenciales.
Generación de estímulos para que las empresas creen y gestionen (directa, o indirectamente a través de gestores profesionales) planes de pensión complementaria de tipo contributivo (especialmente de contribución definida) que se constituyan en un suplemento a las pensiones contributivas del primer pilar.
Aplicación de incentivos al ahorro individual y voluntario de medio y largo plazo, que los trabajadores hagan a través de gestores profesionales en productos financieros orientados a la generación de ingresos en la etapa de la jubilación que complementen las pensiones provenientes del primero y segundo pilar.