El ahorro que necesitaremos para seguir manteniendo nuestro nivel de vida una vez que nos jubilemos depende del país en el que vivamos y, por supuesto, de su sistema de pensiones. Según un estudio realizado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), si las políticas de los gobiernos no cambian, la población envejecida aumentará el gasto público de las pensiones en algo más de un 2% del PIB mundial en el año 2050 y son, precisamente los sistemas de pensiones más generosos los que desincentivan el ahorro privado.
El estudio del FMI ha recogido datos de 80 países que han servido para mapear los ahorros públicos (gubernamentales) y privados en los países durante los próximos 30 años, dado el envejecimiento de la población y el diseño de los sistemas de pensiones. La principal conclusión es que las características de los sistemas de pensiones marcan notablemente e influyen en las tendencias de ahorro de las familias.
El estudio saca a la luz que las pensiones públicas generosas llevan a una reducción tanto del ahorro público, como del ahorro privado, al no existir una motivación para ahorrar, ya que los jubilados deben depender menos de sus propios ahorros. Por el contrario, las pensiones públicas bajas pueden aumentar el ahorro privado, ya que inducen a las personas a ahorrar más para su jubilación, principalmente autofinanciada.
En países con pensiones públicas generosas, reducir la jubilación anticipada o ajustar el tamaño de los beneficios de pensión ayudaría a abordar en el futuro el déficit de fondos, Sin embargo, tales reformas han hecho que las pensiones no sean tan generosas y ahora para que los trabajadores actuales puedan mantener su nivel de vida en la jubilación, tendrán que trabajar más tiempo y ahorrar más.
Para abordar esta situación, los autores del informe recomiendan poner en marcha dos mecanismos: por un lado, aumentar la edad media de jubilación de 63 a 68 años en el año 2050, año en el que la esperanza de vida habrá aumentado 3 años y, por otro, ahorrar un 6% adicional de las ingresos cada año.