Hay una gran diferencia entre las carteras de los inversores institucionales en los fondos de empleo en España respecto a los inversores de otros países. Según un análisis de Mercer, mientras los primeros buscan la diversificación mediante los activos de renta fija defensiva (43%) combinado con activos de renta variable global (36%), los inversores extranjeros, en especial los anglosajones, encuentran esta diversificación a través de los activos no cotizados (25%) y los alternativos (20%), además de los anteriormente mencionados.
Según los expertos de la entidad, se trata de una estrategia que, además, en el actual entorno de tipos de interés bajos, tiene poco sentido aplicar.
En España, el desarrollo y ampliación de la inversión de los fondos de pensiones en activos no cotizados es una asignatura pendiente. En la actualidad, los activos no cotizados sólo ocupan un 7% de las carteras. Algo que los expertos de Mercer tachan de “sorprendente” ya que la inversión en mercados privados resulta muy adecuada para los fondos de pensiones, gracias a que ambos se caracterizan por su iliquidez y rentabilidad a largo plazo. Además, son activos óptimos para invertir de forma responsable gracias a la capacidad de influencia que permiten en los comités de gestión.
“Las comisiones de control de los fondos de empleo españoles deben familiarizarse con este tipo de activos ya que los intereses del inversor y el gestor están mejor alineados. Para que este último sea remunerado, primero deberá retribuir al inversor por encima de un mínimo de rentabilidad acordado”, expresa Jorge Bernaldo de Quirós, responsable de inversiones en Mercer.
Las ventajas de los activos no cotizados
Los mercados no cotizados permiten acceso a oportunidades más amplias que los mercados cotizados, ofrecen una prima de iliquidez para recompensar la fidelidad de la inversión a largo plazo e implican una menor volatilidad. Por este motivo ofrecen una mejor relación rentabilidad riesgo.
Con un comportamiento similar al de la renta variable, el capital privado (acciones de una compañía que no cotiza) es el activo que mayor rentabilidad ofrece (del 10 al 13%) sin embargo también exige una mayor permanencia (entre 10 y 12 años); le sigue la inversión en activos inmobiliarios, con una rentabilidad que oscila entre el 8 y el 11%, la inversión en infraestructura (del 7 al 10%) y la deuda privada (entre el 6 y el 9%).
Entre otras ventajas, la deuda privada genera mayores flujos de capital y más recurrentes; los activos inmobiliarios permiten el acceso a tipos de activo más nicho o de megatendencia, como son centros logísticos o residencias de ancianos respectivamente, así como inversiones oportunistas en mercados emergentes.
Por su parte la inversión en proyectos de infraestructura genera flujos de capital más predecibles y la demanda no está tan ligada al ciclo económico. Desde Mercer destacan como de los 3,7 billones de dólares necesarios para infraestructuras en el mundo hasta el año 2035, existe un déficit de inversión de 5.500 millones, lo que ofrece grandes primas de liquidez a los inversores que entren en este mercado.
Sin embargo, teniendo en cuenta que los activos privados no son fácilmente accesibles, desde Mercer indican que es necesaria una monitorización constante para poder aprovechar la ventana de entrada. «Para invertir en este tipo de activos es importante que el inversor analice el nivel de rentabilidad, así como el nivel de iliquidez que puede soportar y tener la capacidad de diseñar una cartera robusta y bien diversificada», recomiendan.
En este sentido, Mercer aconseja la implementación en base a un programa de inversión recurrente que persiga una exposición a este tipo de activos estable y con un riesgo diversificado en distintas añadas. «Un due dillegence riguroso, como el practicado por los especialistas de Mercer, asegura la selección de los mejores gestores y la inversión en fondos con el mejor rating, así como la incorporación eficaz de factores ASG para una inversión responsable», apuntan.
A través del producto PIP (Private Investment Partners), Mercer ofrece acceso a la inversión en mercados no cotizados mediante fondos de fondos diversificados en tres regiones clave: América del Norte, Europa y Asia.