La pandemia de COVID-19 ha costado mucho a las personas mayores, aunque en todos los países de la OCDE se han protegido bien las pensiones de los jubilados. Según un nuevo informe de la OCDE, los derechos de pensión futuros también se salvaguardaron, gracias a la excepcional respuesta política a la crisis.
Sin embargo, en el informe «Pensions at a Glance» de la OCDE, se afirma que persiste la presión financiera a largo plazo impuesta por el envejecimiento. Además, el financiamiento de las pensiones se deterioró durante la pandemia debido a la pérdida de contribuciones y los déficits se cubrieron sobre todo con presupuestos del Estado. Con todo, el informe advierte de que colocar a los sistemas de pensiones sobre una base sólida para el futuro requerirá tomar decisiones políticas dolorosas.
Si bien el aumento de la esperanza de vida en la vejez se desaceleró desde 2010, se prevé que en las próximas dos décadas prevalecerá un rápido ritmo de envejecimiento. Se estima que en 2060 la población en edad de trabajar se habrá reducido más de una cuarta parte en la mayoría de los países del sur, centro y este de Europa, así como en Japón y Corea.
El impacto en los jóvenes
Los jóvenes resultaron muy afectados por la crisis y sus prestaciones futuras podrían reducirse, sobre todo si la pandemia provoca secuelas a largo plazo y dificultades para desarrollar su trayectoria laboral. Permitir el retiro anticipado de los ahorros acumulados para las pensiones con el fin de compensar las dificultades económicas —como ha sucedido en algunos países como Chile—, también puede generar problemas a largo plazo: a menos que estos retiros se compensen con un mayor ahorro futuro, las prestaciones de jubilación disminuirán, advierte la OCDE.
Los regímenes obligatorios brindan a los trabajadores con un salario medio una tasa neta de sustitución futura promedio del 62% a lo largo de toda su vida laboral, la cual varía entre menos del 40% en Chile, Estonia, Irlanda, Japón, Corea, Lituania y Polonia, y el 90% o más en Hungría, Portugal y Turquía.
Con base en las medidas adoptadas en materia legislativa, se prevé que a mediados de la década de 2060, la edad normalizada de jubilación en los países de la OCDE aumentará cerca de dos años en promedio. En el futuro, la edad normalizada de jubilación será de 69 años o más en Dinamarca, Estonia, Italia y los Países Bajos. En Colombia, Luxemburgo y Eslovenia se permitirá que los hombres se jubilen a los 62 años. En tanto, en Colombia, Hungría, Israel, Polonia y Suiza, las mujeres mantendrán una edad normalizada de jubilación inferior a la de los hombres. En los dos últimos años, muchos países, como Estonia, Grecia, Hungría, México, Polonia y Eslovenia, reformaron en gran medida las prestaciones de jubilación vinculadas con los ingresos. Asimismo, Chile, Alemania, Letonia y México incrementaron la protección del ingreso de los trabajadores con una baja remuneración.
Por otra parte, las medidas relativas a la edad de jubilación fueron limitadas: Suecia aumentó la edad mínima de jubilación para recibir una pension pública vinculada con los ingresos; en los Países Bajos se pospuso el aumento que habían previsto y se aminoró el ritmo de la futura conexión con la esperanza de vida; Irlanda derogó el aumento previsto de 66 a 68 años; Dinamarca, Irlanda, Italia y Lituania ampliaron las opciones de jubilación anticipada.
En el informe se afirma que el mayor reto a largo plazo en torno a las pensiones sigue siendo ofrecer pensiones sostenibles en los aspectos financiero y social en el futuro. Muchos países han incorporado mecanismos de ajuste automático en sus sistemas de pensiones que cambian sus parámetros, como la edad de jubilación, las prestaciones o los tipos de contribución, al modificarse los indicadores demográficos, económicos o financieros. Estos mecanismos de ajuste automático son esenciales para ayudar a afrontar los efectos del envejecimiento.
Cerca de dos tercios de los países de la OCDE utilizan alguna forma mecanismos de ajuste automático en sus regímenes de pensiones, mediante los cuales ajustan la edad de jubilación, los niveles de las prestaciones y los tipos de contribución y ponen en funcionamiento un mecanismo de equilibrio también automático. De acuerdo con el análisis de la OCDE, a lo largo de los años, los mecanismos de ajuste automático en ocasiones se suspendieron o incluso se eliminaron para evitar realizar recortes en las prestaciones de jubilación y aumentar la edad de jubilación. Sin embargo, si se toma en cuenta la alternativa de recurrir a cambios discrecionales, el diseño y la aplicación de los mecanismos de ajuste automático podrían orientarse a generar cambios menos erráticos, más transparentes y equitativos a través de las generaciones.