El Gobierno y los agentes sociales ya han llegado a un acuerdo para reformar algunos aspectos del sistema de pensiones. Entre las medidas destacan la revalorización de las pensiones ligándolas al IPC, la derogación del factor de sostenibilidad, medidas para alinear la edad efectiva con la edad ordinaria de jubilación y acabar con los gastos impropios de la seguridad social.
Las reformas en el sistema de pensiones son necesarias, ya que los ingresos siguen cayendo y los gastos del sistema de pensiones público siguen aumentando. Como resultado, nos encontramos con un déficit en 2020 de más de 30.000 millones de euros, lo que equivale al 2,7% del PIB, según datos que ha arrojado Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico en BBVA Research, en un encuentro organizado por la entidad. Para aterrizar las cifras, el experto ha señalado que este déficit equivale a casi 3.500 euros al año por pensionista y 1.600 por cotizante. Unos datos que evidencian la necesidad de una reforma en el sistema, tal y como también demanda la Unión Europea.
Los primeros pasos del gobierno se han materializado en un acuerdo entre el Ministerio y los agentes sociales, pero Doménech insiste en que no se le puede llamar reforma integral, ya que el sistema seguirá teniendo un déficit contributivo. La previsión apunta, además, que si no hacemos nada ese déficit podría crecer en otros 4 puntos adicionales.
El sistema no está equilibrado, el valor de lo que se ha cotizado a lo largo de la vida laboral es menor a la pensión que se recibe. “El déficit actuarial existe y nos tenemos que enfrentar al aumento de la esperanza de vida y la jubilación del babyboom, lo que puede provocar que ese déficit se vaya al 5% o 6% y tendremos que financiarlo si no contenemos el gasto”, advierte.
Ligar las pensiones al IPC
Para José Antonio Herce, presidente del Instituto BBVA de Pensiones, el sistema está en plena y creciente insuficiencia financiera y hay que obtener la manera de hacerlo sostenible, preservando la suficiencia y adecuación de las pensiones. En este sentido, el experto ha criticado la propuesta de mantener el poder adquisitivo ligando las pensiones a la inflación, ya que insiste en que por “enésima vez comprobamos que cuando la inflación es negativa las pensiones no se van a tocar, esa falta de simetría es un verdadero problema”.
Respecto a la actualización de la inflación, Herce admite que hay que asegurar que se mantenga el poder adquisitivo de los pensionistas, pero se pregunta cómo se pagarán esas actualizaciones que acumuladas en el tiempo representarían 3 o 4 puntos porcentuales en el déficit. “Esto no es una reforma amplia, es una primera entrega de una reforma que no sabemos cuánto se extenderá y cómo el diálogo social atenderá estos acuerdos”, lamenta.
Doménech considera que es una medida legítima, pero insiste en que ese compromiso tiene que ir acompañado de medidas compensatorias que garanticen su sostenibilidad. “Lo estamos haciendo sin asegurar la autosuficiencia del sistema. Es una medida sin una contrapartida de financiación. Se financia con déficit y todo apunta a que será creciente. Es algo totalmente asimétrico y hay que asegurar al mismo tiempo la sostenibilidad del sistema”.
Por su parte, Laura Núñez, directora del Observatorio del Ahorro Familiar, añade que «me parece una aberración que cuando el IPC baja no se toquen las pensiones, si mantenemos el nivel de vida a través del IPC hagámoslo hacia arriba pero también hacia abajo”, propone. Sin embargo, tampoco considera que pueda llegar a ser el índice más adecuado. “Es a nivel nacional, pero en cada región es diferente. Por ejemplo, puede subir el transporte que afecta al IPC, pero los jubilados en muchas regiones tienen acceso al transporte con mucho descuento”, explica.
Herce considera que el IRPF cumplía una misión importante pero tampoco se aplicaba de forma simétrica. “Se diseña todo de aquella manera para no dotar al sistema de mecanismos automáticos que puedan contrarrestar las condiciones futuras. Un IPC para pensionistas quizás no es mala idea, pero como empecemos a discriminar todo el mundo va a reivindicar un IPC para sus rentas. Hay que ser coherente y no poner a ningún colectivo por encima de los demás. Resulta que los pensionistas son lo que menos sufren las recesiones, de manera que esos abonos gratuitos igual los necesitan los jóvenes. De hecho, la pobreza entre pensionistas esta más aliviada gracias a la seguridad social que la pobreza entre los jóvenes”, explica.
La importancia de contar con información y salud financiera
Para Laura Núñez no haber trasladado a la ciudadanía la gravedad y dimensión del problema ha sido uno de los mayores fallos. “Tenemos 9 millones de pensionistas, una mano de obra de 19 millones de trabajadores, pero en 15 años tendremos 10 millones de personas más siendo pensionistas y ahí está la dimensión del problema, es duplicar la cifra actual”, alerta.
“Si no lo arreglamos esto no tiene futuro, el problema es serio y hay que abordarlo desde un punto de vista global, no se pueden poner parches retrasando el problema porque te encontrarás con un agujero mucho más grande”, añade. El sistema de pensiones depende a su vez de otros sistemas como el mercado de trabajo o el sistema productivo, por lo que Núñez insiste en que la reforma de las pensiones no puede hacerse sin una del sistema de trabajo.
“Deberíamos optar por una mayor flexibilidad que potencie el empleo a tiempo parcial. Se habla de alargar las jubilaciones, es cierto que hay un porcentaje alto que solicita la pensión anticipada, pero según el último informe del Banco de España, la vida media laboral de las personas que pidieron la anticipación voluntaria era de 42 años, muy alejado de los 34 años que de media tienen las pensiones ordinarias”, explica. Respecto a la posibilidad de ligar la edad de jubilación a la esperanza de vida, Núñez señala que habría que tener en cuenta la esperanza de vida saludable.
Rafael Doménech señala que tenemos que aspirar a planificar nuestra vida formativa, laboral y financiera para tomar las mejores decisiones. Para ello, necesitamos buena información y que este sistema sobre la base de tres pilares, nos de información anual de cuánto se ha cotizado, ahorrado, cuál sería nuestra pensión y cómo varía al retrasarla o adelantarla. “La información es fundamental para asegurar que en la etapa de jubilación mantengamos el mismo nivel de renta y bienestar”, insiste.
Según alerta Núñez, la población no es consciente. El ahorro financiero es muy bajo, el 50% de la población tiene un ahorro financiero inferior a 9.000 euros y este ahorro es más precautorio que provisional, además, un tercio de la población no ahorra nada. «Es cierto que hay correlación entre el nivel salarial y el ahorro, pero hay familias que con rentas más altas no ahorran y al revés. Hace falta conciencia y tener la costumbre. Hay que cambiar los hábitos y tenemos una tarea pendiente, el Estado debería usar las políticas que tienen como la fiscal”, explica Núñez.
Si hay un sistema que los expertos de BBVA no se cansan de recomendar es el de reparto basado en cuentas nocionales. Entre las ventajas de este sistema Doménech señala que cada euro cotizado por un asalariado o por un autónomo valen lo mismo y dan lugar al mismo derecho pensionable, además de ser más justo y transparente. “Esto es muy importante en una sociedad con transiciones más frecuentes de trabajadores a ocupaciones por cuenta propia o por cuenta ajena”, señala.