El Instituto de Investigación de Credit Suisse (CSRI) ha publicado un estudio en el que ha hecho un llamamiento para que se replanteen urgentemente los sistemas de pensiones ante el envejecimiento de las sociedades.
Lo que hasta ahora había sido principalmente un problema en los países desarrollados, también se está convirtiendo en una preocupación para el mundo en desarrollo. Los gobiernos de todo el mundo tendrán que abordar las cuestiones relacionadas con esta tendencia: cómo garantizar la seguridad financiera de un número cada vez mayor de jubilados y cómo establecer un sistema de pensiones sostenible para las generaciones futuras. Estas son algunas de las cuestiones que el CSRI considera más llamativas:
Las sociedades envejecidas y la ola de jubilación
Como resultado de la disminución de las tasas de fertilidad y el aumento de la esperanza de vida, la proporción de jubilados en la población ha aumentado, en el mundo desarrollado ha pasado del 7,7% en 1950 a más del 19% en la actualidad y se estima que alcanzará aproximadamente el 27% en 2050. Por el contrario, la proporción era del 3,8% en las regiones en desarrollo en 1950 y se prevé que aumente hasta el 7,4% en 2020. Aunque serán los países desarrollados los que experimenten primero el impacto, los que están en desarrollo vivirán el proceso de una forma mucho más acelerada.
Una de las principales víctimas de esta tendencia demográfica es el sistema de pensiones, ya que el aumento del número de pensionistas contrasta con la continua disminución del número de contribuyentes. Además, las prestaciones tendrán que pagarse durante un período de tiempo más largo y sin un cambio en la productividad, esta evolución también tendrá un impacto negativo en el crecimiento económico. Además, según el informe, cuanto más se retrase el debate, más difícil será alcanzar una solución.
El largo camino hacia una jubilación sostenible
Muchos países ya han reaccionado reformando sus sistemas de pensiones y entre las tendencias generales de reforma más populares se encuentra el paso de los sistemas de prestaciones definidas a los de contribuciones definidas.
En general, las cuatro opciones siguientes, que ha resumido el estudio, pueden hacer que los sistemas de pensiones sean más sostenibles. En primer lugar, se podría alentar u obligar a las personas a ahorrar más para la jubilación durante su vida laboral. En segundo lugar, se podrían movilizar fondos adicionales mediante el aumento de los impuestos. Sin embargo, dado que los impuestos ya son elevados en muchos países de la OCDE, es poco probable que este enfoque ofrezca una solución. En tercer lugar, el aumento de la edad de jubilación sería un enfoque obvio para reducir las brechas de financiación, y podría complementarse con incentivos para animar a las personas a trabajar más tiempo. Cuarto, la gente podría aceptar pensiones más bajas en el futuro para garantizar la sostenibilidad del sistema a largo plazo. Pero por lo general, se requerirá una combinación de medidas para garantizar que los futuros pensionistas sigan disfrutando del nivel de vida al que están acostumbrados.
La edad no es lo que solía ser
La edad cronológica (determinada por la fecha de calendario en que nació una persona y medida en días, meses y años) no logra captar información sobre el bienestar de un individuo. Por lo tanto, basar la edad normal de jubilación en un umbral universal y rígido no está a la altura de la multidimensionalidad de esta.
Cuando los responsables de la formulación de políticas no abordan esta multidimensionalidad, dichas políticas pueden conducir a la desigualdad, creando ganadores y perdedores: mientras que las personas sanas disfrutarán de los beneficios de una vida laboral más larga, las personas menos sanas pueden verse seriamente afectadas por los años adicionales en la fuerza laboral, y el hecho de no trabajar conduce a una reducción de los ingresos de la vejez.
Actitudes hacia la jubilación
Según el informe, los habitantes de los países desarrollados parecen estar más preocupados por la sostenibilidad de sus sistemas de pensiones. Son conscientes de la necesidad de llevar a cabo dolorosas reformas y ya han visto algunas medidas aplicadas en sus propios países. Por consiguiente, sus expectativas en cuanto a las prestaciones de jubilación en el futuro son algo menores. Por el contrario, en varios países en desarrollo, los sistemas de jubilación todavía están madurando y las generaciones más jóvenes esperan lograr una mejor cobertura.
El rostro cambiante de la jubilación
Durante gran parte de la historia de la humanidad, la vida ha consistido en, como máximo, dos etapas: la educación y el trabajo. Sólo durante el siglo pasado la jubilación ha completado el ciclo de vida de tres etapas en muchos países del mundo. Pero con el aumento de la esperanza de vida, es posible que el camino tradicional de tres etapas no se adapte a la nueva realidad.
Posibilitar nuevas trayectorias vitales en un enfoque de múltiples etapas es una opción que podría hacer mucho más atractiva una vida laboral prolongada y, por lo tanto, contribuir a aliviar la tensión de los sistemas de pensiones. Esto también conlleva nuevos retos: las personas deben invertir regularmente en sus capacidades y en su salud para seguir siendo aptas para el empleo.