Una población que envejece constituye, además del mayor reto al que se enfrentan las sociedades desarrolladas, una transformación de los patrones de consumo y de ahorro, tal y como pone de manifiesto el estudio de la Fundación de Estudios Financieros y Fidelity.
Durante la presentación en la Bolsa de Madrid, su autor Javier Santacruz ha explicado cómo el ejemplo de Japón es una “escuela de envejecimiento” para países como España, que se encuentra en una fase más temprana en términos de edad media de la población. En nuestro caso, esa edad medio se situará en el año 2019 próxima a los 46, años mientras que en el país nipón superará ampliamente los 48 años.
La principal conclusión del informe es que, a medida que la población envejece, se trasladan gastos corrientes a consumo a largo plazo o de bienes duraderos. “Conforme avanza la edad se incrementa el gasto en el hogar (electricidad, calefacción…), en sanidad y cae el gasto en bebidas, alcohol y tabaco”, ha explicado Santacruz.
Llama la atención cómo España es, de todos los países analizados, el que menos gasto destina a educación, tanto pública como privada, “separándose del resto de países”. En opinión del experto, “esto es un problema muy serio”. La reducción más notable en formación se produce entre los más jóvenes, mientras que las familias con hijos, a partir de 35-45 años, incrementan este gasto en menor proporción que nuestro entorno.
Respecto al gasto en sanidad, el estudio también revela conclusiones sorprendentes. A pesar de que crece en todas las franjas de edad, el aumento más llamativo (del 7%), corresponde a los hogares más jóvenes, con una edad media inferior a los 30 años, debido al mayor diagnóstico de enfermedades corrientes como el dentista, alergias, lesiones musculares o virus.
El gasto en alimentos de primera necesidad, que tiende a crecer conforme avanza la edad, no se ve reflejado en el caso de España, donde se registra una fuerte caída en alimentación, bebidas y tabaco en todas las franjas de edad. También en vestido y calzado se observa una reducción del gasto, consecuencia de la demanda de bienes de mayor valor añadido.
La renta de los jóvenes estancada, la de los jubilados crece
En los últimos diez años y como consecuencia de la crisis y el desempleo, la renta disponible de los jóvenes entre 18 y 24 años se ha estancado frente al aumento de la renta de los jubilados, que ha subido un 4% anual desde 2005. “Esto nos pone en alerta de cómo estamos de preparados para el futuro”, destaca Santacruz.
El estudio pone el foco en cómo, a pesar de que el proceso desendeudamiento de la economía española ha conllevado un aumento de la tasa de ahorro en los últimos años, este ahorro corresponde fundamentalmente a las empresas y las administraciones públicas. “El problema es el ahorro familiar porque mientras la renta disponible crece más de un 3%, el ahorro cae un 20%. Esto es muy peligroso, una auténtica barbaridad”.
Así, el estudio revela que más del 60% de los hogares españoles gastan más de los que ingresan, lo que les obliga a recurrir al endeudamiento de forma continua, especialmente para financiar la compra de vivienda. Esto explica hasta qué punto las familias españolas tienen unas necesidades de liquidez superiores a las alemanas o británicas. En este sentido, “asumimos un esfuerzo titánico en una inversión (la vivienda) que conlleva un riesgo oculto, que nos hace endeudarnos a largo plazo, con unas condiciones financieras cambiantes y sin evaluar con detenimiento la evolución que tendrá el mercado inmobiliario”, explica el experto.
Y esto suele coincidir, además, con el momento de consolidación laboral en el que debemos empezar a pensar en el ahorro a largo plazo.