Son tiempos de encuestas, estudios e informes sobre el futuro de las pensiones de jubilación, la necesidad de ahorrar para complementarlas y la puesta en valor de los planes de pensiones. En casi todas ellas, se concluye que los españoles estamos preocupados acerca de la sostenibilidad y la suficiencia de las pensiones públicas, pero al mismo tiempo la tasa de ahorro sigue siendo baja. ¿Por qué si tanto nos preocupa el importe de la pensión que vamos a recibir, no hacemos lo suficiente para remediarlo? Hay muchas respuestas posibles: los bajos salarios, la baja rentabilidad que ofrecen los planes de pensiones, las altas comisiones…
Sin embargo, quizá hay otro tipo de explicación de tipo psicológico que se nos escapa. Durante un encuentro con inversiones organizado por Abante, Belén Alarcón, directora de Asesoramiento Patrimonial de la firma, apuntaba directamente al funcionamiento de nuestro cerebro. “Nuestro cerebro tiene una parte emocional y otra racional que es la que piensa a largo plazo. Esta parte racional es mucho más perezosa y deja para más adelante la toma de decisiones”, explicó.
Alarcón invitó a los asistentes a utilizar alguno de los simuladores de esperanza de vida existentes que, como éste de Unespa, nos permiten confirmar lo que todos sabemos con cifras más concretas. En función de nuestro lugar de residencia, estilo de vida y género nuestra esperanza de vida se acerca cada vez más a los 100 años y esa longevidad tiene diferentes implicaciones.
Por un lado, señala Alarcón, “tendremos vidas más largas y más caras” y, por otro, las pensiones públicas que recibiremos serás más bajas. “Las reformas de la Seguridad Social ya han reducido entre un 30% y un 50% el importe de las pensiones”, afirma.
La experta invita a los ahorradores a plantearse un escenario con tres vértices: más ahorro, alargamiento de la vida laboral más allá de los 65 años (por ejemplo, a través de un reciclaje profesional que nos permita seguir obteniendo ingresos parciales) o la asunción de mayor riesgo en nuestras inversiones. En este sentido, opina que “ser conservadores con nuestra inversión nos dificultará aún más la consecución de nuestro objetivo”.
Además, Alarcon recomienda que “cuando elijamos productos de ahorro para la jubilación distingamos los que ofrecen beneficios en la aportación como los planes de pensiones de aquellos cuyo beneficio está en el rescate como los Planes de Ahorro 5, por ejemplo”.
Por su parte, Ángel Olea, de inversiones de Abante, ha advertido no sólo sobre el bajo nivel de ahorro de los españoles sino sobre la ineficiencia de los planes de pensiones. “La mayoría tienen un perfil ultraconservador que es curioso porque es el vehículo que dispone de un mayor plazo de tiempo para invertir”, explica.
Olea destaca que, en materia de planes de pensiones, “no se elige bien el producto” y el ahorrador se deja seducir por el amplio y variado catálogo de regalos promocionales de las entidades financieras a la hora de contratar un plan de pensiones. Esto se traduce en que “hay una exposición altísima muy pocos productos” mientras que “los diez planes de pensiones más rentables tienen poquísimo dinero”.
Para Olea, no elegir bien el producto tiene sus consecuencias y así, afirma que “Entre tener un producto bancario con una gestión no especializada y un buen producto puede haber una diferencia de rentabilidad de entre el 1,5% y el 11,46%”.