Los fondos de pensiones en España se encuentran ante la encrucijada de la rentabilidad. La deuda pública que en los últimos años ha sido fuente de consistentes retornos no va a seguir siéndolo y el reto llega por varios frentes. Por un lado, se trata de “educar” al partícipe en el hecho de que debe asumir mayores riesgos que hasta el momento, pero por otro, se trata de identificar aquellos activos y estrategias que permitan arañar parte de los rendimientos pasados.
Es una transición que ya se ha hecho en otros países, pero que en España todavía no se ha producido. “No todos los fondos de pensiones se han movido igual de rápido hacia inversiones alternativas. En este sentido, son los fondos nórdicos los que nos han marcado el camino”, afirma Deborah Shire, directora de Structured Finance de AXA Investment Managers, durante la jornada “Pensiones ante la encrucijada” organizada por AXA IM y Amundi AM en Madrid.
En su opinión, las inversiones alternativas han dejado de ser algo esotérico para convertirse en “mercados que han crecido enormemente como para ser ignorados”, argumenta Shire que señala al sector inmobiliario, las infraestructuras, la deuda corporativa como algunos de los más utilizados.
Como explica Alberto Gómez-Reino Cachafeiro, director de inversiones Asset Allocation Institucional de BBVA Global Asset Management, “en el sur de Europa ha habido hasta ahora una aproximación más conservadora, pero no es porque seamos más vagos sino porque el activo que mejor se ha comportado en los últimos años ha sido la renta fija. Ahora es cuando tenemos que plantearnos alternativas”.
Y precisamente las inversiones alternativas están desde hace algún tiempo en el radar de los gestores de fondos de pensiones. En palabras de Cirus Andreu Cabot, subdirector general y director de Asset Management y análisis de Banco Sabadell, “los activos alternativos pueden alcanzar el 25% de nuestras carteras” pasando a ser una parte principal y no residual de las mismas. “Son un buen mecanismo para intentar mejorar rentabilidades sin modificar el riesgo a largo plazo”, añade Cabot que cifra en un 0,5% anual la rentabilidad extra que pueden añadir al conjunto de la cartera.
Con todo, el experto puntualiza: “No son mágicos, no suben siempre, no producen ventajas milagrosas y, más al contrario, tienen limitaciones de uso”. En su opinión, son activos mucho más incorporables a perfiles de bajo riesgo que a los de alto riesgo, aunque no todo vale y señala a varios que merecen la pena el esfuerzo: commodities, capital privado, deuda privada y estilos de gestión en posiciones cortas por la vía de Hedge Funds. En resumen, “hay que escoger bien las asignaturas de las que uno quiere examinarse”, afirma.
Para Hubert Frederic, director de Amundi Energy Transition, las infraestructuras es uno de esos activos alternativos que más ha crecido en los últimos años en las carteras de fondos de pensiones. “Hay un creciente apetito por estos activos y la explicación es que la prima de liquidez es todavía atractiva. Además, en infraestructuras hay diferentes perfiles de riesgo generando los de mayor riesgo rentabilidades de entre el 8 y el 10% con una baja volatilidad”. Tanto es así que el experto avanza lo que podría convertirse en el principal riesgo de esta clase de activo: una burbuja de precios.
La prima de liquidez es, de hecho, uno de los puntos clave para incorporar activos alternativos a la cartera de un fondo de pensiones. “Todos los inversores están buscando alternativas y éstas se encarecen, es cierto que los múltiplos son más exigentes en capital privado, pero no están capturando sólo prima de liquidez sino también estrategias no accesibles desde productos más líquidos”.
Uno de los principales obstáculos está en la edad media del partícipe en los fondos de pensiones españoles que se sitúa en 50 años. “Si tengo un fondo de pensiones con partícipes a punto de jubilarse no puedo arriesgarme con inversiones a 10 años”, destaca Gómez-Reino Cachafeiro. Por eso cree que, en un plazo de cinco años, a medida que la edad del partícipe se reduzca, las inversiones alternativas alcanzaran mayor peso. “En diez años la mayor parte de los baby boomers no van a ser partícipes sino beneficiarios”, concluye Cabot.
Búsqueda de rentabilidad a través de gestión pasiva
Bajo la premisa de la ineficiencia de los índices de referencia, Fernando Aguado, director de inversiones de Fonditel, asegura que “hoy las carteras no se pueden construir igual y deben estar basadas en la eficiencia”. En este sentido destaca que en 2017 el 46% de las gestoras reconocen estar utilizando algún tipo de estrategia Smart Beta.
Para los gestores de fondos de pensiones estas estrategias persiguen evitar el llamado “Beta vago”, los sesgos de comportamiento del mercado o expresar convicciones de inversión a un coste más bajo. En opinión de Jonathan White, director adjunto de Rosenberg Equities, AXA Invesment Managers, la inversión por factores (volatilidad, calidad, momentum, value…) “exige diversificación y consistencia, que es lo que más valoran los clientes”.
Para Frédéric Hoogveld, especialista de inversiones Index y Smart Beta de Amundi, “a largo plazo la inversión por factores es buen idea, pero hay que tener en cuenta el carácter cíclico de los factores en función de su correlación con el mercado y con el ciclo económico”.
Sin embargo, como recuerda Aguado “hay que entender lo que te pide el cliente y éste está demasiado acostumbrado a los índices. Aunque sepas que no es lo más eficiente, no puedes abandonarlos”.
Desde el punto de vista de la gestión activa, José Luis Jiménez Guajardo-Fajardo, director general del área corporativa de inversiones de Mapfre, asegura que la inversión por factores “es un contrasentido conceptual de la gestión pasiva ya que primero dijeron que había que pegarse a los índices y ahora lo contrario”. En cualquier caso, lejos de mostrarse contrario a ella, afirma que “cuanto más se invierta en ella, más posibilidades tendremos los gestores activos de obtener rentabilidad”.