Entre las medidas fiscales aprobadas en los Presupuestos Generales del Estado para el año 2021 figura la reducción del incentivo fiscal aparejado a las aportaciones a planes de pensiones. Estamos, a mi juicio, ante el comienzo del fin de este producto de ahorro para la jubilación que sobrevive con más pena que gloria y que tanto gusta a los bancos y aseguradoras pero, al parecer, tan poco a nuestros actuales gobernantes.
La fiscalidad: su único atractivo
La industria de planes y fondos de pensiones en España se mantiene por dos motivos: la iliquidez del producto que sólo puede rescatarse en el momento de la jubilación o en determinados casos extremos como paro de larga duración y suu ventaja fiscal que tenía como límite máximo 8.000 euros y ahora pasa a 2.000 euros como máximo para la reducción de la base imponible general por el montante aportado.
Gracias a lo anterior, los bancos y aseguradoras distribuidores de este producto financiero logran mantener las posiciones de los clientes e incluso aumentarlas. A esto último contribuye también la campaña de regalos que las entidades llevan a cabo cada final de año y que alguna vez he contado a colegas financieros extranjeros y me miraban como si les hablara de las finanzas de Marte. ¿Un ipad si trasladas tu ahorro para la jubilación a otro banco? Sin comentarios.
Además de regalos, en el actual ejercicio, las bonificaciones que paga la banca por traspasos de otras entidades alcanzan hasta un 5% de lo aportado. ¿Qué comisiones tiene generar el producto para afrontar tal coste de captación y que el neto final sea rentable para el banco distribuidor? Se entiende así mejor el hecho de que cuando en el segundo Gobierno de Rajoy se discutió en el sector financiero español sobre la posibilidad de crear una cuenta bancaria especifica para la jubilación en la que cada ahorrador aportara la cantidad que deseara y la distribuyera entre las inversiones de su gusto, se produjera tal presión del lobby banca-seguros que la propuesta de creación de ese instrumento de ahorro, loable a mi entender, fue eliminada.
Elevadas comisiones y baja rentabilidad
Los fondos de pensiones españoles se han caracterizado desde su nacimiento por un régimen de elevadas comisiones de gestión. Antes, con las rentabilidades de la renta fija más altas, las comisiones pasaban un poco más desapercibidas. Ahora, los ínfimos tipos de interés reinantes complican mucho la obtención de rentabilidad de un fondo de pensiones conservador o prudente, que es el preferido por la mayoría de españoles, y sus costes excesivos acaban por convertirle en un mal instrumento de ahorro.
El sesgo de las carteras de los fondos de pensiones hacia activos europeos y, hasta hace muy poco, especialmente hacia acciones españolas, tampoco ha ayudado a mejorar su rentabilidad dado el peor comportamiento de los citados activos con respecto a los mercados de renta variable y renta fija estadounidenses.
Necesidad de ahorro para la jubilación
El sistema de pensiones español está moribundo y con la contracción sin precedentes de la actividad económica que el COVID-19 está suponiendo se está acelerando su defunción. De ahí que el futuro de las pensiones y el debate sobre su sostenibilidad esté de nuevo sobre la mesa (no ayuda el indexar éstas al IPC como parece se ha determinado en la reciente reunión del Pacto de Toledo). La inflación está ahora bajo mínimos pero podría subir en el futuro y lastraría todavía más las cuentas de la Seguridad Social. Y no olvidemos que no sólo es necesario garantizar la sostenibilidad del sistema sino que lo verdaderamente importante es asegurar una pensión digna a todos los españoles.
Por tanto, parece razonable pensar que los sistemas complementarios que potencian el ahorro para la jubilación son más necesarios que nunca. Y es por ello todavía más incomprensible que se puedan tomar medidas como la que cito en esta columna que van dirigidas a reducir las ventajas fiscales ligadas a las aportaciones a planes y fondos de pensiones que son el único verdadero incentivo para su crecimiento.
Alternativas a los fondos de pensiones
Felizmente, los planes de pensiones no son el único vehículo para ahorrar a largo plazo y garantizarse una mejor jubilación. Hay otras alternativas, una buena cartera de fondos de inversión entre ellas, que con menos costes y mejor diversificación pueden facilitar ese extra que anhelamos todos los que aspiramos a jubilarnos algún día.
A modo de anécdota y buscando algo positivo en lo que está sucediendo, decir que la desaparición de los fondos de pensiones permitiría al menos evitar uno de los peores momentos que los empleados de banca sufren durante el año que no es otro que la campaña de captación de planes de pensiones.