Las sociedades de todo el mundo están experimentando cambios profundos. Aunque la población de los países industrializados envejece cada vez más, muchos mercados emergentes florecen gracias a su joven población. Ejemplos como China, Japón o Arabia Saudí muestran cómo los inversores pueden aprovechar estas tendencias invirtiendo en tecnología o educación. Sin embargo, estos países tendrán que afrontar retos demográficos y responder rapidamente a las tendencias de crecimiento de su población.
China: la generación del boom se jubila
La generación a la que China debe su excepcional crecimiento está a punto de jubilarse. Durante tres décadas, China ha cosechado los frutos de una población activa amplia, joven y barata. Sin embargo, la política del hijo único de la década de 1970 ha hecho descarrillar su evolución demográfica. La población de China crece ahora apenas un 0,4%, la edad media es de 37 años y solo nacen 1,61 hijos por mujer.
Esta política también está influyendo en el bienestar de la población, ya que normalmente los padres recurren a sus hijos para que se hagan cargo de ellos durante la vejez pero, como consecuencia de esta ley, millones de hijos tendrán que afrontar esta tarea solos. A pesar de las tasas relativamente altas de ahorro de los hogares chinos, es improbable que sea suficiente para la vejez de la mayoría de las personas. Entretanto, el coste de la vida está aumentando, lo que provoca que los hogares estén endeudándose cada vez más.
La deuda del sector privado está aumentando en China
Fuente: www.ceicdata.com, Fidelity International, octubre de 2018
Preocupa y mucho que el tan aplaudido auge de la sociedad de consumo de China pueda haber tocado techo. Un informe de Fidelity destaca que la creciente popularidad de los productos baratos, como los fideos instantáneos, se considera un indicador de que cada vez se está concediendo menos importancia al consumo.
Un sistema de pensiones al límite de sus fuerzas
El sistema de pensiones de China no está preparado para el envejecimiento de la sociedad y, a consecuencia de ello, amenaza con frenar el aumento de la prosperidad. Aunque el gobierno pretende subir la edad de jubilación, los tres pilares del sistema de pensiones se tambalean desde hace tiempo.
El primer pilar es la pensión básica. Consiste en el fondo de pensiones gestionado por las provincias. Algunas provincias ya prevén déficits y, por si fuera poco, las rentabilidades que están consiguiendo son bajas. Además, el derecho a pensión no puede transferirse cuando los contribuyentes se mudan, por ejemplo, a otra provincia.
El segundo pilar son los fondos de pensiones de las empresas, mientras que el tercer pilar son las pensiones privadas. Sin embargo, estos dos pilares son testimoniales. Aunque los incentivos fiscales podrían ser más efectivos, la prioridad en este sentido es concienciar sobre las pensiones privadas y su importancia.
Japón: larga vida a la población activa
Japón tiene la población más envejecida del mundo y el porcentaje más alto de mayores de 65 años: 28%. En 2050, podría haber nada más que 1,5 asalariados por cada pensionista.
Fruto de esta tendencia el país nipón se enfrenta a una acusada escasez de trabajadores, debido a que la población no solo está envejeciendo, sino también menguando. Los cálculos del gobierno sugieren que la población podría pasar de los 127 millones de personas actuales a 86 millones en 2060.
La población de Japón está menguando, mientras que el porcentaje de personas mayores aumenta
Fuente: Fidelity Investor Education Institute, abril de 2018; previsiones del Instituto Nacional de Población y Seguridad Social de Japón.
Según los expertos de Fidelity, a corto plazo las mujeres podrían paliar la escasez crónica de mano de obra. Si trabajasen tanto como los hombres, el crecimiento económico podría aumentar casi un 13%. Sin embargo, para conseguir eso Japón tendría que abordar algunos problemas que persisten desde hace tiempo, como la falta de cuidados infantiles asequibles.
Otra de las soluciones, también a corto plazo, sería echar mano de trabajadores extranjeros. Aunque la inmigración sigue siendo un asunto controvertido en Japón, el gobierno ha relajado recientemente las normas de residencia para trabajadores cualificados de algunos sectores. El año pasado, el número de trabajadores extranjeros alcanzó los 1,28 millones, lo que supone un incremento del 18% con respecto al año anterior. Sin embargo, Japón marcha por detrás de Alemania en lo que respecta al porcentaje de trabajadores extranjeros.
Japón se centra en la longevidad
El envejecimiento poblacional es un reto de primer orden para el estado. El primer ministro Shinzo Abe ha creado un “Consejo para diseñar una sociedad donde se vive 100 años”. Muchas de las recomendaciones realizadas por el grupo de expertos pasan en última instancia por mantener a los mayores empleados durante más tiempo.
Por consiguiente, Abe pretende aumentar gradualmente la edad de jubilación hasta 70 años o más. Sin embargo, en primer lugar, eso requeriría una revisión de la legislación laboral y los modelos salariales basados en la antigüedad. En una encuesta realizada en 2017, el 37% de los jóvenes japoneses señaló que esperaban trabajar durante toda su vida. Esto puede sonar pesimista, pero el gobierno está haciendo todo lo posible para permitirles hacer precisamente eso.
Arabia Saudí: una población joven no garantiza el crecimiento
Por otro lado, según explican desde Fidelity, las tendencias demográficas de Arabia Saudí son muy diferentes. La población del país ha crecido más del doble durante los últimos 30 años y el 58% de los saudíes tiene menos de 30 años.
A medida que crece la población, también lo hacen las necesidades de empleo. Arabia Saudí, un país con 14 millones de trabajadores, debe crear medio millón de puestos de trabajo durante los próximos cinco años para mantener el ritmo de crecimiento de la población activa, según un informe del Fondo Monetario Internacional.
Tradicionalmente, muchos jóvenes saudíes han encontrado empleo en el sector público. A la vista del descenso de los ingresos derivados de la producción de petróleo, el estado tendrá dificultades para absorber a todos los que se incorporen al mercado laboral. El reino necesita urgentemente ampliar su economía, atraer inversores extranjeros, mejorar la educación y aumentar drásticamente el número de empleos en el sector privado. Sin embargo, un empleo sin seguridad en la economía libre no goza del prestigio que disfrutan los que consiguen un puesto en el sector público.
La falta de empleos choca con una población donde existe un alto nivel de capacidad sin utilizar. Los hombres saudíes suelen jubilarse a la edad de 50 años y las mujeres no suelen trabajar.
Fuente: Banco Mundial, Fidelity International, septiembre de 2018, cifras de 2017.
El estado está intentando facilitar la integración de la mujer en el mercado laboral y recientemente se les ha dado permiso, por ejemplo, para conduciral tiempo que están aumentando las opciones de cuidado infantil. Sin embargo, el ritmo de cambio cultural es muy lento.
A ojos de los expertos de Fidelity, cuando los petrodólares ya no llenen las arcas públicas, entonces el cambio cultural será inevitable. El estado quiere compensar la reducción del margen financiero con mayores libertades sociales. El año pasado se celebró en Arabia Saudí el primer concierto en directo en 25 años, mientras que a las niñas se les permite ahora hacer educación física. Desde el punto de vista del estado, esta política social es un ejercicio de equilibrismo.
La política va por detrás de los cambios demográficos
Los ejemplos de China, Japón y Arabia Saudí demuestran que los estados a veces no están lo suficientemente preparados para los cambios demográficos. Por ejemplo, en Alemania, la fortaleza de la economía y el aumento de la inmigración hacen que se mantenga aparcada la polémica reforma de las pensiones. Sin embargo, según Fidelity, posponer unas reformas necesarias no es la solución: las tendencias demográficas como el envejecimiento poblacional no pueden detenerse o revertirse.
Por este motivo, este informe señala como esencial sentar unas bases estables para los sistemas de seguridad social, una mayor participación de la mujer en el mercado laboral y la creación de puestos adecuados a cada edad que pueden asegurar el crecimiento futuro y estimular el consumo.
Aunque los cambios demográficos son un reto para los gobiernos y las sociedades, también brindan oportunidades de inversión. Los países con poblaciones jóvenes pueden esperar que aumente el consumo, mientras que las sociedades envejecidas gastan más dinero en salud y en tecnologías para adaptar puestos de trabajo, viviendas e infraestructuras a las necesidades de las generaciones de mayor edad.