España se estanca en la mejora de posiciones en el Global Retirement Index (GRI), publicado por Natixis IM y que mide cómo los países satisfacen de forma adecuada las expectativas, necesidades, metas y calidad económica de la jubilación.
España se coloca en el puesto 31 (de un total de 44 países), el mismo que en 2018, interrumpiendo así tres años consecutivos de mejoría de posiciones y se queda fuera de las 30 primeras naciones.
España es, de hecho, uno de los peores países de la eurozona y solo saca mejor nota que Chipre (33), Lituania (34), Letonia (35) y Grecia (41). Se trata de la séptima edición del Global Retirement Index desarrollado por Natixis IM y Core Data Research, que emplea 19 indicadores, agrupados en cuatro grandes subíndices: bienestar material (donde España se sitúa en el puesto 37); calidad financiera (puesto 24); salud (puesto 21) y calidad de vida (puesto 19).
Islandia ocupa el primer puesto en el ranking, superando a Suiza, que baja a la segunda posición. Islandia mejora en los subíndices de calidad financiera y salud y, aunque empeora en bienestar material, es el país con mayor puntuación en el este apartado por segundo año consecutivo.
Suiza es el único país que está en el top ten en los cuatro grandes subíndices y sobresale de manera particular en el indicador de gasto en salud por habitante. Noruega es el tercero en la lista, con un punto débil en el apartado de calidad financiera, donde figura en la posición 31.
El ranking está caracterizado por el predominio de Europa Occidental en los primeros puestos: los siguientes países en la clasificación son Irlanda, Nueva Zelanda, Suecia, Dinamarca, Canadá, Australia y Luxemburgo. Hay 15 países europeos entre las 25 primeras naciones.
Suspenso de España en bienestar material en la jubilación
El aspecto en el que España saca peor nota es en el bienestar material para vivir confortablemente en la jubilación, que se centra en parámetros como el desempleo, igualdad de ingresos y los ingresos per capita.
La puntuación de España en este apartado es del 40%, mientras que el promedio de la eurozona es 61,7% y solo un país, Grecia (14%), se sitúa en una posición peor que España dentro del área de la moneda única. Uno de los peores datos de España es el desempleo, donde el país obtiene una de las puntuaciones más bajas de los 44 países sometidos a estudio.
Con todo, España ha mejorado ligeramente en términos de bienestar material (obtuvo un resultado del 36% en 2018), gracias al avance en los indicadores como el de igualdad salarial. En lo que sí ha empeorado España es en el subíndice de Finanzas. Ha pasado del puesto 23 al 24, que incluye materias como el acceso a servicios financieros de calidad para preservar los ahorros y maximizar ingresos.
España ha empeorado sus indicadores de presión fiscal, endeudamiento público, gobernanza y dependencia de la tercera edad (porcentaje de mayores de 65 años en relación con la población en edad de trabajar), si bien en promedio se sitúa por encima de países como Alemania, Francia e Italia.
España, entre los países con mayor riesgo por longevidad
Las dinámicas sociales y económicas suponen un desafío para la seguridad en la jubilación: a una mayor esperanza de vida se une una tendencia a adelantar la jubilación, incrementando la presión sobre el gasto público. El gasto público en pensiones en la OCDE ha pasado del 5,5% en 1980 al 7,5% del PIB en 2015. El informe de Natixis Investment Managers destaca especialmente la situación de cuatro países que han incrementado su gasto en pensiones y tienen un mayor riesgo por longevidad, al haberse incrementado su esperanza de vida: Italia (16,2% del PIB); España (11%); Japón (9,4%) y Suiza (6,5%).
Entre las alternativas que Natixis Investment Managers expone para que países como España puedan mitigar este riesgo de longevidad destacan la posibilidad de que los individuos “trabajen más allá de la edad mínima de jubilación” y retrasar la edad mínima de jubilación “que puede ser el primer paso de una reforma del sistema de pensiones”.
Y es que la esperanza de vida en la OCDE después de los 65 años ha pasado de 14,4 años en 1970 a 19,8 años en 2016 y continúa incrementándose, lo que supone un desafío no solo para las finanzas públicas, sino para la propia seguridad económica individual de las personas en la tercera edad. “Los ciudadanos necesitan hacer cálculos cuidadosos. El volumen que creen que necesitarán ahorrar para la jubilación puede no ser suficiente debido al incremento de su esperanza de vida”, advierte este informe.
Según el estudio «deberían ahorrar más en sus primeros años de vida laboral y si esto no es suficiente o se están acercando a la edad mínima de jubilación, probablemente tengan que trabajar más allá de la edad a la que esperaban jubilarse”. “Los individuos que no hayan ahorrado lo suficiente afrontan el riesgo de vivir en la pobreza (…). Las personas deben entender y aceptar esa dura realidad”, concluyen en la gestora.
No en vano, la dependencia de la tercera edad en la OCDE ha crecido de menos del 15% en 1960 hasta el 25% en la actualidad y la tendencia es que prácticamente se habrá duplicado en 2050 (alcanzando el 48%).
Este es uno de los grandes desequilibrios de la OCDE que más amenaza la seguridad en la jubilación, propiciando un entorno de caída en la recaudación de los ingresos fiscales relacionados con la seguridad social y las nóminas, obligando a numerosos países a endeudarse para afrontar los gastos sociales.
Las mujeres son un colectivo especialmente amenazado por estas dinámicas demográficas, con un riesgo mayor de caer en la pobreza y exclusión. “Las mujeres afrontan una serie única de obstáculos que amenazan su seguridad en edades avanzadas”, reconoce Natixis Investment Managers.
Entre estos factores destacan un mayor nivel de desempleo, discriminación salarial y un rol histórico de amas de casa, que hace muchas mujeres tengan menos dinero ahorrado para su jubilación.
La incorporación de los criterios ESG, determinante para la sostenibilidad del ahorro a largo plazo
Una de las claves del informe es que mientras un entorno favorable para la inversión es extremadamente importante para la seguridad económica en la jubilación, este ambiente solo será estable duradero en la presencia de instituciones sólidas, bajos niveles de corrupción, sólidos derechos de propiedad privada y fuerte marco regulatorio. En definitiva, una buena gobernanza es una condición imprescindible para una fortaleza financiera de largo plazo.
En esta línea, la directora general de Natixis Investment Managers para la Península Ibérica y Latinoamérica y del área US Offshore, Sophie del Campo, recalca que “los criterios de ESG [responsabilidad social, medioambiental y de gobernanza] son estratégicos y determinantes para la sostenibilidad del ahorro y las finanzas a largo plazo”.
Según Del Campo, «la sociedad avanza hacia un grado cada vez mayor de concienciación, los inversores particulares son cada vez más exigentes para que sus inversiones sean acordes a sus valores personales. Por otra parte, incorporar criterios ESG puede muy ventajoso para las carteras de inversión”.
De hecho, el estudio de Natixis Investment Managers ESG Fund Universe in Spain, ha demostrado que las carteras que incorporan criterios ESG logran, en término medio, mayor rentabilidad que las carteras equivalentes que no incorporan dichas exigencias, ofrecen más descorrelación y proporcionan una mejor relación entre rentabilidad y riesgo. “Creemos firmemente que los principios ESG podrían servir como
catalizadores de nuevas estrategias para los ahorradores”, concluye Sophie del Campo.
Eso sí, las necesidades particulares de cada inversor pueden variar mucho. En este sentido, Natixis Investment Managers ofrece a los inversores un abanico de soluciones basadas en su modelo multi-affiliate, que abarca más de 20 gestoras especializadas con estrategias tan diversas como las basadas en exposición a renta variable tradicional, soluciones de retorno absoluto, real estate, renta fija global, crédito privado, grandes tendencias globales.