Las pensiones han ocupado los titulares en los últimos días por la retirada de 8.700 millones del Fondo de Reserva de la Seguridad Social y se ha reavivado el debate sobre la sostenibilidad del sistema y la necesidad de que los españoles ahorren para asegurarse el nivel de vida que desean durante la jubilación. Sobre este último aspecto, sobre el ahorro, las cifras de la industria de planes de pensiones revelan tres cuestiones importantes: los españoles no eligen los planes más rentables y su comportamiento financiero –no ahorrar de forma periódica y hacer las aportaciones con el paso cambiado- les cuesta dinero, explican los expertos de Abante.
La Seguridad Social tuvo que retirar 8.700 millones del Fondo de Reserva, lo que deja la ‘hucha’ con solo 25.176 millones. Esta cantidad únicamente sirve para cubrir las pensiones hasta finales del próximo año, advierten los expertos. El problema es que las cotizaciones, lo que ingresa el Estado, no cubren la paga extraordinaria y, por eso, en los últimos años se ha recurrido al Fondo de Reserva, que llegó a tener 66.815 millones en 2011. Estos datos, publicados a principios de julio, ponen el foco de atención en la necesidad de tomar medidas para incrementar los ingresos de un sistema del que cada vez dependen más personas como consecuencia del envejecimiento poblacional.
Otro de los temas que suele ir asociado a este debate es la necesidad de concienciar a los ciudadanos, explican en Abante: las pensiones del futuro serán inferiores, por lo que es conveniente ahorrar para preparar la jubilación. Este mensaje tiene sus detractores, ya que hay quienes critican los instrumentos de previsión social privados, argumentando que no son rentables y que son caros, entre otras cuestiones.
“Sin embargo, un repaso a los datos revela, en primer lugar, que existen planes de pensiones buenos que ofrecen rentabilidad a los inversores, pero que la mayoría de la gente no invierte en ellos. La segunda conclusión que podemos extraer haciendo un análisis detallado de la industria de pensiones es que el comportamiento financiero de los inversores condiciona, en muchas ocasiones, la rentabilidad que obtienen por su dinero: se aporta –en general- con el paso cambiado y no se aplica el ahorro periódico”, explican en la entidad.
Los más grandes no son los más rentables
Según Abante, existe una gran concentración, como sucede en el caso de los fondos de inversión, de ahorradores en unos pocos planes de pensiones. Así, los diez con más activos bajo gestión concentran más del 50% del total de partícipes para todas las categorías. En el caso de los productos de renta fija a largo plazo la concentración de inversores es del 74%. En cambio, en los diez planes más rentables (a cinco años) apenas invierte el 3% de las personas que tiene este tipo de productos (en concreto, el 2,78%), de acuerdo con los datos de Inverco. Esto pone de manifiesto que los ahorradores no están fijándose en aquellos productos que más les aportarían para su jubilación.
Si comparamos el rendimiento, vemos cómo en los planes con más patrimonio, la rentabilidad anualizada de los de renta variable a cinco años es del 5,99% y a diez, del 1,87%. Sin embargo, si nos fijamos en los planes más rentables (a cinco años), en los de renta variable el resultado anualizado es del 11,46% y a diez, del 4,90%. “Es decir, la mayoría de los ahorradores ha elegido planes que –de media- dan la mitad de rentabilidad, cuando podrían haber invertido en planes rentables que no son, además, mucho más caros (la comisión media de los primeros es del 1,27% y la de los segundos, del 1,38%)”, explican.
Esta cuestión es aún más evidente en el caso de los vehículos de renta fija mixta: los más grandes tuvieron una rentabilidad anualizada a cinco años del 2,04% y los más rentables, del 5,37%, más del doble. Y en este caso, la elección del plan más grande implica, además de una menor rentabilidad, un gasto mayor, dado que la comisión media es del 1,43%, mientras que en los más rentables a cinco años en esta categoría es del 0,63% (pagamos menos y obtenemos más beneficio).
Invertir con el paso cambiado
De los datos se desprende también que el comportamiento financiero de los inversores –cómo y cuándo deciden entrar en un producto- en muchas ocasiones juega en su contra. Sobre este aspecto, el primer punto a tener en cuenta es que, un gran número de veces compran un producto o activo cuando este está caro. Y tienden a vender cuando empieza la caída, lo que ocasiona pérdidas.
“Es decir, invertimos con el paso cambiado. De ahí la importancia de dejarse aconsejar por profesionales que nos ayuden a controlar unas emociones que nos llevan a seguir ‘a la manada’, lo que puede derivar en malas decisiones financieras”, explican en la entidad.
La importancia del ahorro periódico
Finalmente, uno de los principales errores que se observan en el comportamiento agregado de las personas que invierten en planes de pensiones es que no lo hacen de forma periódica o sistemática, sino que la mayoría de las aportaciones se concentra en el último trimestre del año y, más en concreto, en diciembre. Esto se debe a que tanto inversores como entidades ponen el foco en la ventaja fiscal de estos productos y se suele destinar a planes de pensiones el dinero que calculamos en los últimos días del año que podemos aprovechar para desgravarnos en la declaración de la renta.
“En este punto, cabe recordar que los planes de pensiones y otros productos de previsión social tienen beneficios fiscales en la aportación (se deducen de la base imponible general, es decir, Hacienda nos devuelve con la declaración de la renta parte del dinero invertido), precisamente para fomentar el ahorro para la jubilación. Y por esta razón presentan una serie de limitaciones en el rescate”. Así, todos los años se disparan las aportaciones a planes de pensiones entre octubre y diciembre. En 2015 se hicieron en dicho periodo más del 61% de los ingresos y contrataciones y en 2014, más del 60%. Es en este trimestre, cuando las entidades refuerzan la campaña de planes de pensiones, en el momento en que también se dispara el interés de los inversores, como se desprende de las estadísticas de búsquedas de este término en Internet.
Esta tendencia tiene, a largo plazo, un efecto negativo para los inversores, dice la firma: invertir solo en diciembre sale, en general, más caro que hacerlo de forma periódica (tomando como referencia la bolsa española). Es decir, esperar hasta diciembre y hacer toda la aportación en este mes sale ha salido, en los últimos diez años, un 0,73% más caro que realizar ingresos durante todo el año. Y en los últimos quince años el porcentaje se eleva hasta el 1,38%. Si tomamos como referencia el último trimestre, en la última década habría resultado un 0,95% más caro que el ahorro periódico, explica Abante en su informe.