La disminución de la natalidad, el aumento continuado de la longevidad y la jubilación de los baby boomers son tres factores que nos plantearán retos económicos y sociales muy considerables. Son desafíos comunes en muchos países, pero en España el reto toma una dimensión más relevante debido a nuestra elevada esperanza de vida y baja tasa de natalidad.
Para Óscar Arce, director general del Estudios Económicos del Banco de España (BdE), el reto demográfico, junto al sostenible, serán los mayores desafíos a los que se enfrentará la economía española, según ha explicado en el I Foro sobre envejecimiento de la Fundación Edad&Vida.
Uno de los efectos más notorios que tendrán estas tendencias demográficas será el aumento de la tasa de dependencia. “Partimos de una situación favorable con una persona por encima de 65 años por cada 3 en edad de trabajar, pero la tasa va a sufrir una aceleración muy significativa. En 2050 tendremos una de las tasas de dependencia más elevadas de nuestro entorno. Una tendencia marcada también por el flujo de los baby boomers”, advierte Arce.
Dentro de 30 años habrá dos personas mayores de 65 por cada tres personas en edad de trabajar. “Desde el punto de vista del manejo de muchas políticas económicas, en especial las pensiones, supone un reto de primerísimo orden”, destaca. La tasa de dependencia ejercerá una presión muy elevada sobre el sistema y hará que la relación entre ingresos y gastos sea cada vez más complicada.
Estos cambios demográficos también traerán retos de primer orden en el consumo, el ahorro y la inversión. “El hecho de saber que viviremos más tiempo durante la jubilación nos llevará a ahorrar más en esa fase y la gran incógnita es qué sucederá con el nivel de ahorro total y los tipos de interés cuando no seamos sociedades que están envejeciendo sino sociedades envejecidas”, analiza el experto del BdE.
El envejecimiento puede tener impactos significativos en aspectos de la economía que no relacionaríamos con la demografía, por ejemplo, en la política monetaria. Según explica Arce, mientras las sociedades envejecen aumenta el ahorro, lo que puede provocar que bajen los tipos de interés naturales, algo que se podría ver como positivo, pero que plantea retos a la política monetaria muy importantes.
En el plano fiscal también habrá consecuencias. Conforme se envejece aumenta el peso de las rentas procedentes del capital frente a las del ahorro, las cuales tienen un gravamen más bajo. Asimismo, se podría producir una alteración de los ingresos fiscales debido a que la cesta de consumo de los mayores es muy distinta.
La política tampoco quedará exenta de las consecuencias del envejecimiento poblacional. “El hecho de que el peso de los mayores sea más alto y, según el CIS, que los mayores se movilicen más políticamente planteará retos para adoptar ciertas reformas, especialmente aquellas con implicaciones intergeneracionales”, apunta Arce.
Asimismo, según relata, el envejecimiento poblacional es un fenómeno que suele venir asociado con menores tasas de empleo e innovación, por lo que el impacto del envejecimiento podría ser negativo sobre el crecimiento de la economía de un país. Para paliar los posibles efectos negativos, Arce receta formación continua. Parece ser que las habilidades cognitivas para el uso productivo de las nuevas tecnologías están menos presentes en los trabajadores más mayores y determinadas habilidades se erosionan conforme nos hacemos mayores, lo que hace fundamental invertir en formación.
“Es algo que aumentará nuestra vida económica útil, que será fundamental conforme vivimos más y llegamos en mejores condiciones a la vejez, por lo que tiene sentido que debamos aumentar nuestro tiempo de actividad económica”, señala. Este es uno de los grandes objetivos de la sociedad española, ya que, comparado con la zona euro, somos de los países que menos invierten en formación continua, especialmente entre los trabajadores de más edad.
La economía plateada y sus oportunidades
Una vez explorados los retos que plantea el envejecimiento poblacional, Iñaki Ortega, profesor universitario y autor de la “Revolución de las Canas”, ha presentado todas las oportunidades que trae lo que él llama: la economía de las canas. En esta economía se engloba toda actividad económica que satisface las necesidades de los mayores de 50 años y ya representa el 25% del PIB de Europa, es decir, uno de cada cuatro euros proviene de la economía plateada, y supone un 30% de los empleos. Si fuese un país, en breve sería la tercera economía del mundo.
Para Ortega, España está en la mejor posición para liderar la economía plateada en el mundo. Si nos fijamos en la demanda, nos encontraremos muchas oportunidades basadas en necesidades insatisfechas o que no existían. “No hay oferta de calidad de bienes y servicios para mayores de 60 años que ahora tienen más salud y trabajan”, alerta Ortega. En este contexto, hay oportunidades para empresas que quieran beneficiarse de una población alta, con capacidad de consumo, patrimonio y con necesidades insatisfechas en muchos ámbitos como el ocio, la cultura, el turismo, las finanzas y seguros, la alimentación, el aprendizaje etc.
Pero también habrá oportunidades en el mercado de trabajo y el crecimiento del PIB. Según relata Ortega, en España hay 15 millones de mayores de 55 años y solo el 27% está trabajando o en disposición de trabajar, algo que desde un punto de vista económico no es positivo. “Si tuviésemos la tasa de ocupación de países de nuestro entorno, podríamos conseguir un aumento de 2,3,4 o 5 puntos del PIB. Que más gente trabaje es una gran oportunidad, ya que supone más ingresos y aportación a la economía. Sin embargo, este año ha sido negro para el trabajo por cuenta ajena de los séniors, se ha destruido mucho empleo”, alerta Ortega.
En este sentido, Ortega ha hecho un llamamiento tanto a empresas como a administraciones públicas: “En España debemos apostar por convertirnos en un referente mundial en ‘Silver Economy’, porque tenemos la capacidad para lograrlo. Pero por ello debemos ser conscientes del poco sentido que tiene descapitalizar a nuestras empresas del talento sénior, su legado, experiencia y valores acumulados. Quizás tenía sentido con los trabajos físicos, pero hoy no tiene ningún sentido ni ético ni económico”, ha concluido.