Planificar nuestra inversión a largo plazo, especialmente la que se canaliza a través de planes de pensiones, requiere tener en cuenta unas reglas básicas que no debemos olvidar. José Antonio Cortés, director general de GVC Gaesco Pensiones, nos apunta las siguientes:
1. Empezar lo antes posible
Entre los 30 y 40 años es una buena edad para comenzar a ahorrar con objetivos a largo plazo. Si se puede ahorrar sistemáticamente durante 30 años una pequeña parte de los ingresos, se podrá constituir un capital final lo suficientemente atractivo para complementar los ingresos una vez alcanzada la edad de jubilación.
2. Ser sistemático y disciplinado en las aportaciones
Cuando se habla de inversiones, la disciplina en la toma de decisiones es uno de los aspectos que más marcan la diferencia. Sí además se trata de inversiones a largo plazo, su importancia es aún más relevante. Las aportaciones a un plan de pensiones deben ser disciplinadas y sistemáticas, y si es posible realizarlas de forma mensual. De esta forma se puede conseguir un doble objetivo: evitar la discrecionalidad y la carga emocional en el proceso de inversión, aprovechar la volatilidad de los mercados financieros.
3. Optimizar adecuadamente la fiscalidad
La gran ventaja de los planes de pensiones con respecto a otros instrumentos de inversión colectiva es su fiscalidad. Pero especialmente en este tipo de instrumento debe ser gestionado correctamente para sacarle el máximo provecho:
-Realizar aportaciones máximas cuando la tributación fiscal es elevada (la bonificación puede llegar a ser de hasta el 54%), y aprovechar las ventajas fiscales que se pueden derivar de su situación familiar (aportaciones a favor de cónyuge y de familiares con discapacidad).
-Reinvertir las bonificaciones fiscales en productos de ahorro/inversión complementarios (de este modo se constituirá un capital paralelo al plan de pensiones con un tratamiento fiscal diferente en el momento de cobrar las prestaciones).
-Optimizar la fiscalidad de las prestaciones. El plan de pensiones no es para cobrar un capital en el momento de la jubilación, el plan de pensiones es para poder cobrar rentas que complementen la pensión pública, en el formato, cuantía y tiempo que se decida en función de la fiscalidad y necesidades.
4. Gestionar la exposición al riesgo que pueda tener el plan de pensiones
Los fondos de pensiones, al igual que los fondos de inversión, pueden invertir en diferentes tipos de activos en función de su política de inversión. La exposición al riesgo de los diferentes tipos de fondos la debe decidir uno mismo en función de su edad y perfil de riesgo, evitando criterios emocionales y discrecionales.
Los dos primeros puntos requieren de un nivel de madurez y de reflexión importantes, que pasa por entender en primer lugar, la necesidad de ahorrar, la conveniencia de transformar ese ahorro en inversión y, por último, ser consciente de la importancia de planificar y seguir un esquema predeterminado y sistemático que evite errores. Los asesores financieros tienen una gran responsabilidad con el cliente y son ellos los que le deben ayudarle a entender y consolidar dichos procesos de madurez y reflexión a la hora de planificar las inversiones a largo plazo.
El cuarto punto puede dar pie a ambigüedades a decisiones inoportunas. Hay que matizarlo. Es conveniente establecer unos criterios lo suficientemente objetivos para evitar las discrecionalidades, sin perder, no obstante, el necesario grado de flexibilidad